Robert Pershing Wadlow es, hasta la fecha, el hombre más alto de la historia. Según el registro oficial, el norteamericano vivió 22 años con una estatura impresionante. Su altura alcanzaba los 2,72 metros, lo que hacía que su peso se situase por encima de los 200 kilogramos y tuviera que consumir diariamente más de 8.000 calorías. Las cifras sobre este mítico personaje resultan desde luego impactantes. Pero, ¿por qué la estatura varía tanto de unos individuos a otros?
La altura es un rasgo multifactorial en el que influyen tanto las condiciones ambientales como nuestro ADN. El papel que juega la genética es fundamental; sin embargo, es difícil determinar qué partes del genoma presentan un impacto relevante, ya que su contribución individual es pequeña y, por tanto, muy compleja de determinar. Además, factores ambientales como la dieta también son importantes a la hora de determinar la estatura que alcanzará una persona.
Unos genes de altura
Un equipo internacional de científicos ha identificado ochenta variantes genéticas muy poco frecuentes que se relacionan con la altura, según publican esta semana en la revista Nature. A pesar de que las secuencias son raras, su contribución es bastante importante para la estatura de cualquier individuo. Los investigadores han conseguido determinar estos fragmentos de ADN gracias a la secuenciación y el análisis del genoma de más de 700.000 personas.
"Dentro de una población, por ejemplo la generación que nació en España en los ochenta, la mayor parte de la variabilidad en cuanto a la altura se debe a la genética", explica a Hipertextual el Dr. Joel Hirschhorn, del Instituto Broad del MIT.
"Normalmente el 80% de la variabilidad de nuestra estatura se explica por factores genéticos", añade. A lo largo de los siglos, las condiciones ambientales también han ido cambiando, especialmente la alimentación, por lo que su impacto sobre este rasgo también ha sido importante.
Su trabajo se ha centrado en las variantes poco frecuentes que se encuentran en la parte del genoma que codifica proteínas, conocida como exoma. Otro estudio anterior, que logró identificar 700 secuencias genéticas relacionadas con la altura, determinó secuencias que no estaban en regiones codificantes, por lo que era difícil comprender qué genes eran realmente los más importantes. "La investigación demuestra que, utilizando una muestra suficientemente grande, podemos analizar los exomas y descubrir información relevante", señala Hirschhorn. El científico cree que el estudio de enfermedades comunes también debe realizarse utilizando este mismo enfoque.
El primer trabajo, como explicó el Dr. Javier Novo, del Departamento de Genética de la Universidad de Navarra, supuso "un gran impulso para la búsqueda de los restantes factores genéticos que influyen en la altura en humanos". El nuevo estudio publicado en Nature ahonda en el impacto que tiene la genética en nuestra estatura. "Si una persona porta una de estas variantes poco frecuentes, la influencia de su ADN será muy alta; pero a nivel de grupo son las secuencias más comunes las que explican la variabilidad de la altura", comenta Hirschhorn a este medio. A su juicio, el papel de la genética es muy relevante en las regiones más desarrolladas, aunque el ambiente, y en especial la dieta, haya jugado también un papel clave a lo largo de los siglos.