Pasando junto a otra obra de arte, piensas en lo extraño que se sienten los museos. Tan ajenos a nosotros o a cualquier individuo que aprecie más las ideas que las obras despliegan más allá de los conocidos fines estéticos. No me malinterpreten, significan una de mis actividades favoritas —suponiendo que tenga muchas actividades—, pero nunca he pensado que la mejor forma de analizar arte es merodeando silenciosamente por los alrededores.
Un establecimiento con objetivos afines a, por ejemplo, una biblioteca, termina por volverse un camino fotográfico de objetos bonitos. Las impresiones están ahí, aunque casi nunca las recordemos muchos después de abandonar el lugar. Apreciemos la belleza desde nuestras vidas cotidianas, y cuando el arte callejero se transforma en una respuesta directa y muchas veces irónica, mi relación con él se limita a insultos y dobles sentidos en las esquinas.

Al parecer alguien decidió hacer algo al respecto, y si bien no vivimos en el siglo pasado donde nuestra labor sería robar la Mona Lisa para "regresarla a su país natal", debemos pasar de falsos ideales y bigotes estilizados para encontrar una forma mejor desde la comodidad de nuestro ordenador.
Muchos piensan que vivimos en un mundo aburrido y monótono, así que la respuesta principal —además de hacer algo más con tu vida que estar en línea— sería traer el mundo de los museos directamente a las calles para darles la vida que necesitan. El artista Nikola Djuric decidió trasladar pinturas antiguas a la actualidad mediante Google Street View, y los resultados son sorprendentes. Desde Napoleón en la carretera hasta las bañistas en una gasolinera, prepárate para recibir una visita rápida de esos caballeros extraños con peluca.
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