En anteriores artículos te hemos dado claves para recordar lo que lees. Entre otras cosas, está la acción de tomar notas de la lectura en la que vamos a profundizar hoy. ¿Cómo hay que tomarlas para que tales notas sean efectivas? ¿Es lo mismo tomar tus frases favoritas que resumir? ¿Apuntar las páginas donde está lo más necesario es importante? ¿Apunto aquello en lo que estoy de acuerdo o en lo que no?

Al escribir notas, en tus propias palabras, te ves obligado a pensar en las ideas que se presentan y cómo puedes explicarlas de forma coherente para entenderlas después. El proceso es, por lo tanto, de ayuda para analizar y, por asociación cognitiva, recordar y aprender lo que se ha leído.

Lo que pasa es que su utilidad varía según el tipo de libro. Para la literatura normal, entendiendo esto como novelas de géneros variados, tomar notas es poco útil más allá de las frases que más te gustasen o llamaran la atención. Pues, al menos en primera instancia, el objetivo de la ficción, el romance, la novela negra, etc., no es aprender. Sin embargo, en los libros de divulgación o los que son eminentemente manuales técnicos, no se aprende nada simplemente apuntando las frases que más nos gusten porque, normalmente, suelen ser aquellas que ya entiendes.

No se aprende nada simplemente apuntando las frases que más te gustan porque, normalmente, suelen ser aquellas que ya entiendes.

En este sentido, puede ayudar el método japonés Kenshu, pues permite realizar la lectura analítica de literatura científica. En general, el sistema se usa para el análisis de estudios académicos, y se basa en describir en palabras comprensibles, la metodología detallada que subyace en un artículo, para entenderlo. Después hay que investigar todo el área que le dio a luz, compararlo y en última instancia, probarlo.

El propósito consiste en la socialización del contenido para el entendimiento preciso, pretendiendo también la retroalimentación en el aprendizaje. Digamos, en términos simples, que el conocimiento de la existencia de algo, no implica el, válgase la redundancia, conocimiento de ese algo. Sin embargo, cuando pones un texto divulgativo en tus propias palabras, averiguas cómo, cuándo y por qué se está tratando de responder a esa pregunta y en ultima instancia lo pones a prueba o lo comparas con otras versiones, ahí es cuando realmente “sabes” sobre él y lo comprendes. Antes de esto solo has leído el discurso y a veces, ni tan siquiera memorizado el mismo. Es decir, el conocimiento del chofer. O el tipo de conocimiento de la gente que recita palabras que han oído o leído y se las saben de memoria, pero en ningún caso es producto de una profunda y sincera reflexión.

Cómo tomar notas de un libro

Kenshu

Hay cuatro cuestiones principales que hay que sacar y apuntar de cada libro:

a): ¿De qué va? (qué intenta resolver), b): ¿qué se dice para demostrarlo y cómo?, c): ¿es cierto en su totalidad —comparado con otras obras tras acabarlo— o en parte? (hay libros que solo muestran una parte del todo o una sola perspectiva) y, d): ¿qué se puede hacer en la práctica con ese conocimiento?

Y un par de obviedades que no se deben de hacer, ya que estamos, son: citar de forma literal —es decir copiar—, escribir en sitios distintos —es decir ir coleccionando hojas sueltas— o, y este es solo preferentemente, escribir las notas por ordenador. En principio, es mejor manualmente, ya que se ha demostrado que los fieles al papel desarrollan una mejor sujeción de conceptos, recordando con mayor precisión las notas tomadas incluso una semana más tarde.

También necesito recalcar que hay cuatro niveles de lectura: elemental, de inspección, analítica y sinóptica. En este caso, el método Kenshu se centra en el último tipo, el nivel más alto: implica la lectura, análisis y comparación de múltiples obras de un tema común con el fin de reconstruir y ordenar una opinión propia a partir de la racionalización del cruce de conocimientos adquiridos anteriormente.

Bueno, ya con el libro delante. Primero, no hay que saltarse las introducciones, estas contestan a la primera pregunta y probablemente a la segunda —véase arriba—. Segundo, tampoco hay que saltarse el índice, de hecho, es recomendable apuntar las secciones clave (el orden que va a seguir). Después, hay libros que se dividen solamente por capítulos pero en divulgación y manuales es bastante común encontrar subdivisiones. Lo recomendable es asumir que las pausas nunca son aleatorias y traducir al propio lenguaje, un resumen de la definición principal del punto; teniendo en cuenta que generalmente hay puntos de relleno —normalmente exposición de casos o ejemplos— y esos no requieren apuntar nada. Al mismo tiempo, las definiciones hay que entenderlas y tienen que tener sentido para ti, no apuntarlas y ya, por lo cual a veces es necesario buscar explicaciones en otras fuentes. Seguidamente, ya al terminar, hay que poder explicarlo, como bien explica la técnica Feynman.

Por último, el trabajo no se acaba con uno, hay que ir a las bibliografías y buscar las obras que hayan servido de referencia para ese libro y leerlas; tomando notas exactamente igual que con el anterior. En ultima instancia, cuando tengamos por lo menos las obras más representativas de todos los puntos de vista encontrados, ahora sí, podremos hablar con propiedad y conocimiento de causa del tema. Y habremos tomado notas efectivas, que impedirán que se nos olvide.

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