"¡Puja, puja, puja!". Todos vivimos el mismo proceso desde la misma perspectiva, pero existen algunos sentados del otro lado, que realizan la hermosa labor de traer a un ser humano al mundo. Quizás sea difícil, muy difícil, e incluso pueda no valer la pena. Algunos ni siquiera deberían ser traídos de forma alguna, pero hay que admitir que el proceso en conjunto puede significar dos cosas: La mejor experiencia de tu vida o un trauma insuperable.
Las palabras inducen un poco de alivio y rápidamente todo se remplaza por las típicas. "¡Buaa, buaa, buaa!", esos espermatozoides viajaron rápido y ahora se encuentran sentados en tu casa requiriendo que cubras todas y cada una de sus funciones generales. Después de todo, lo vale. Es necesario para el florecimiento de nuestra especie —momento en el que empiezo a sonar como un científico nazi— y además puede llenar de una dicha inimaginable a quien se atreva a comenzar la aventura.
Tuve tanta suerte en mi vida siendo bendecida con dos hermosas hijas, mis modelos, mis asistentes, mi todo
Gina Buliga es una fotógrafa rumana muy orgullosa, y en 2009 decidió dejar su antiguo trabajo para agregar ese bonito título fotográfico a su nombre. Y además de ser bonito, está muy bien merecido, poniendo en vergüenza al resto de las madres que dejan pasar la oportunidad de capturar a sus hijos con tanta dedicación.
Ya hemos hablado anteriormente de ejemplos como este, la labor de agregarle una cámara a todos esos lloriqueos y órdenes del doctor. La visión siempre cambia y nosotros como observadores no podemos estar más agradecidos, observando cada vez más ese lado distinto de la crianza que horas solitarias de televisión nunca me pudieron enseñar. Aunque siendo honesto, creo que mi mamá sabía lo que hacía con tantos especiales de Cartoon Network.