Imaginemos por un instante que podemos mirar al mundo sin verlo. Las imágenes se suceden una detrás de otra, pero no podemos reconocerlas. Los objetos son desconocidos e inconexos. Podemos oír palabras pero es imposible entenderlas. Las caras desaparecen al instante de haberlas visto. Y el mundo no tiene color... La agnosia es una extraña enfermedad cuya manifestación es muy diversa. Por suerte, los pacientes que la sufren no padecen todas estas condiciones. Pero sólo una de ellas es suficiente para darnos cuenta de lo terrible que puede ser cuando nuestro cerebro no es capaz de reconocer un estímulo.
¿Qué es la agnosia?
Se conoce como agnosia a una enfermedad que impide reconocer cierta información, procedente de nuestros sentidos. El problema, por tanto, no proviene de estos: no hay lesión en los ojos, en el oído o en la piel. Sencillamente, cuando el estímulo llega al cerebro, nuestro ordenador central, este no puede procesar correctamente la información y se pierde. Nuestro cerebro gestiona y ordena una cantidad masiva de información cada milisegundo. Estamos tan acostumbrados (al fin y al cabo es lo que somos) que no nos damos cuenta de la importancia que tiene. Sin embargo, los pacientes con agnosia pierden la parte final de ese proceso, la capacidad de reconocer el estímulo. La información que les llega, por tanto, es, en cierto sentido, inútil. En otras ocasiones, esta información no puede almacenarse.
Sin almacenamiento, la información es efímera y pierde mucho de su sentido. Cada instante de nuestra vida almacenamos información para recordarla poco después: ¿a qué he venido a la cocina? ¿Me gustaban las flores rojas o amarillas? ¿Cuál es la fecha de nacimiento de mi hijo? ¿Cómo se coge un tenedor? La memoria es una de las grandes afectadas por la agnosia. Pero no porque exista un problema en la memoria. Al igual que ocurre con los sentidos, no existe un problema directo o una lesión en los circuitos de la memoria (normalmente). Es el canal que transporta la información lo que falla. En otras ocasiones la información, sencillamente, no se procesa correctamente. Todavía desconocemos mucho de esta enfermedad.
Existen diversos tipos de agnosias, asociadas a diversos estímulos. Estas impiden cosas tan variadas como reconocer imágenes características (caras, por ejemplo, objetos...) o sonidos concretos. También afecta a la comunicación: algunos pacientes son incapaces de reconocer las palabras, aunque son capaces de hablar perfectamente. Otros tipos de agnosia aún más extraños impiden el reconocimiento de los colores, lo que provoca que se malinterprete como una acromía o daltonismo acromático. También puede ocurrir con el sentido del tacto. El problema, en todos estos casos, está en el reconocimiento, lo que hace a la agnosia una de las enfermedades más extrañas que se conocen.
Agnosia visual: cuando no son tus ojos los que te engañan
Probablemente el tipo de agnosia más espectacular sea el relacionado con los sentidos visuales. Los seres humanos nos fiamos muchísimo de nuestra capacidad visual. La empleamos para casi todo, incluyendo la comunicación, la expresión, la orientación, la logística... ¿qué le ocurre a un paciente con agnosia visual?
Prosopagnosia
La prosopagnosia impide que los pacientes sean capaces de reconocer los rostros. Una persona con esta enfermedad podría mirar una y otra vez a otra sin llegar a saber quién es. Al menos hasta que lo escuche o algún gesto u olor (como el de un perfume) permita que lo reconozca. Sí, aunque no sea capaz de recordar su rostro, otros aspectos de las personas pueden despertar su memoria. La prosopagnosia se debe a daños en el área fusiforme del cerebro, lo que puede ocurrir por degeneración natural o lesiones de diverso tipo.
Agnosia aperceptiva
Esther camina por la calle con un gps. Su cerebro es incapaz de almacenar la imagen del lugar donde se encuentra. Cuando le preguntan por un objeto, no puede reconocerlo. A no ser que lo escuche o se lo expliquen. La agnosia aperceptiva afecta a todo lo que ven los pacientes, que son incapaces de reconocer objetos, rostros y paisajes. En el caso de Esther Chumillas, la agnosia se desencadenó a partir de una meningitis que le dañó parte de la corteza visual de su cerebro. Esther, por lo demás, es una persona completamente normal, capaz de describir un objeto, pero incapaz de reconocerlo por mucho que lo vea.
Agnosia cromática
Es muy difícil distinguir a un paciente con agnosia cromática de un paciente daltónico total. Y es que ninguno de los dos describe los colores. La diferencia es que, mientras que el segundo es incapaz de ver los colores, el primero no los reconoce. Sus ojos están preparados para verlos, pero su cerebro no puede procesarlos. Muchos pacientes con este tipo de agnosia describen su alrededor como "de color gris". En otras ocasiones más leves, la agnosia afecta a la relación entre objetos y color o a ciertos colores concretos.
Simultagnosia
Uno de los casos más espectaculares de agnosia es el de la simultagnosia. Los pacientes que la sufren son capaces de reconocer y ver los objetos y conceptos individualmente: un árbol, un perro, un niño, una pelota... pero son incapaces de ponerlos en contexto: un niño jugando en un parque. Aunque pueda parecer anecdótico, lo cierto es que este tipo de agnosia impide la percepción correcta de las situaciones. Detectar una intención, una circunstancia social o una situación de peligro requiere de poner en relación un montón de factores diversos en nuestro cerebro.
Alexia
Otro caso impresionante es la Alexia. Los afectados son incapaces de leer porque no reconocen las palabras escritas ni su significado. En ocasiones tampoco son capaces de dibujarlo. Existe una disocación que se lo impide. Como ocurre con la agnosia aperceptiva, no son capaces de ver, normalmente, un objeto en su conjunto, pero en este caso los objetos son las palabras, aunque en ocasiones pueden reconocer sus partes más pequeñas como las letras que construyen una frase.
Agnosia auditiva: lo que no oyen tus sentidos
En el caso de la agnosia auditiva el problema puede resultar enormemente grave. A veces, debido a su naturaleza, esta patología se confunde con afasia en el lenguaje u otros cuadros clínicos. Pero la agnosia auditiva puede afectar, incluso, a la música.
Agnosias verbales
Este problema fue confundido durante mucho tiempo con otro similar, aunque muy distinto en su naturaleza, la afasia. Pero al contrario que en el anterior, los sentidos y el cerebro funcionan correctamente excepto a la hora de hacer la conexión entre los sonidos y su significado. Los pacientes con este tipo de agnosia hablan y reconocen palabras escritas perfectamente. Pero no pueden entender el sonido de las palabras, lo que impide una buena comunicación.
Amusia
La amusia impide que los afectados reconozcan la música. No nos referimos a recordar una canción, sino que los pacientes son incapaces de reconocer o reproducir melodías, ritmos y tonos. Esto es mucho más grave de lo que cabría esperar. Los ritmos son importantes en la dicción y el aprendizaje, lo que a veces puede traducirse en problemas de comunicación. Como ocurre con otros tipos, este tipo de agnosia tiene diversos grados de expresión que afectan de manera distinta a quien lo padece.
Otros tipos de agnosia
Existen manifestaciones de agnosia que afectan a todos los sentidos: el tacto, el gusto, el olfato... algunas de las más graves tienen que ver con la propiocepción, es decir, la capacidad de reconocer nuestro propio cuerpo. Efectivamente, hay quien es incapaz de reconocer partes de su cuerpo, de forma parcial o total. La agnosia también puede producirse en el reconocimiento espacial, de manera que las personas pueden sufrir de una desorientación permanente. Desde el punto de vista sano, la agnosia puede parecer anecdótica. Pero lo cierto es que en muchas ocasiones impide una vida por completo normal.
No reconocer un sabor puede provocar una intoxicación. No reconocer un rostro puede confundir a la persona. No reconocer una calle puede desorientar y perder a un afectado. No reconocer las palabras puede aislar por completo. Por suerte, estos casos, además de ser pocos, están muy controlados de manera que se permite a los pacientes una integración total gracias a la ayuda de médicos y familiares sin los cuales, un pequeño detalle podría convertirse en un auténtico problema.