"Hay que admitirlo, nos gusta extralimitarnos". Con esta tesis, Carles Lloret, Director General de Uber para el Sur de Europa ha presentado oficialmente en el Ayuntamiento de Madrid su nueva propuesta de movilidad sostenible 100% eléctrica. Los UberONE, compuestos por "decenas" de Tesla Model S, que empezarán a circular por las calles de la capital en una versión premium del servicio de la controvertida compañía californiana.
Independientemente de las diatribas que la multinacional tenga con los taxistas y con los estamentos regulatorios, lo cierto es que este movimiento ha sido todo un golpe de efecto, tanto para unos como para otros. Cabify, su competencia más directa, no tiene que estar viendo con buenos ojos este nuevo movimiento por parte del poderío financiero de Kalanick, que deja a su único Tesla y a su flota de BMWs muy por debajo de la suya. Porque Uber podría haber optado por unos también caros, pero algo más modestos e igualmente eléctricos, BMW i3, pero seamos sinceros: los Tesla tiran más.
Pero para los que sí ha debido ser un golpe de efecto, o más bien un derechazo, ha debido ser para las altas esferas de Podemos con Pablo Iglesias a la cabeza. Recordemos que allá por junio de este mismo año, en plena campaña electoral previa a las segundas elecciones consecutivas en España, Pablo Iglesias se pronunciaba en contra de los tratados TTIP y, más concretamente, contra Uber. Contra su servicio, su política fiscal, su actividad y más especialmente con sus tesis, real o no, de que este tipo de empresas tienen la capacidad de precarizar y amenazar un sector que da empleo a unas 100.000 familias en España (el del taxi); proponía entonces "excluir" a esta compañía del sistema empresarial español llegando incluso a reunirse con el gremio de los taxistas para asegurar el hecho de que, si ellos llegaban a liderar el Gobierno, Uber sería invitado formalmente a irse de España. ¿Bien por los taxistas? La realidad es que tampoco les hicieron demasiado caso.
Seis meses después, Pablo Iglesias sigue posicionado en contra de estas empresas, mientras intenta mantener el orden y el concierto en su partido. El problema es que su posicionamiento se le está viniendo encima por el lado de sus compañeros. O más concretamente por el equipo del Ayuntamiento de Madrid con Luis Cueto, Coordinador General de la Alcaldía de Madrid, como portavoz. "Ha costado mucho y había muchas reticencias para hacer la foto, pero era imposible negarse a todo esto" se hablaba por los corrillos del Ayuntamiento. Y, efectivamente, había que evitar la foto pero esta llegó: un miembro de Uber junto a otro de Podemos dándose la mano en un acto oficial a la sombra del Ayuntamiento de la capital. Alguno por ahí arriba ha debido poner el grito en el cielo, pero en el fondo ya están acostumbrados.
No tan rápido
Y tras este momento para el recuerdo, foto incluída, no todo fueron palabras bonitas por ambas partes.
El coordinador ha dejado claro su papel en todo esto, la cual corresponde puramente a sus limitaciones. Es decir, pueden incentivar las medidas verdes, limitar el tráfico, cobrar por aparcar y promover los vehículos de bajas emisiones o eléctricos, pero no se pueden meter en el terreno de la regulación que compete al Ministerio o al Estado. Esa que Uber necesita como agua de mayo y que permitiría abrir el sector del transporte público-privado en España.
Y Uber, que pese a agradecer la ayuda del Ayuntamiento por darles entrada, obviamente quiere ir un poco más allá. UberX, UberONE pero, ¿dónde queda UberPOOL?:
"Estamos muy lejos de tener UberPOOL en Madrid por una cuestión de escala y por temas legislativos."
El nombre de la versión para compartir trayecto de Uber ha resonado varias veces de la mano de Lloret como una propuesta adicional al servicio de los coches eléctricos y de sostenibilidad por aquello de la descongestión del tráfico en las ciudades. Y es que, de hecho, en Madrid UberPOOL, y no digamos en Barcelona, está prohibido por el modelo de licencia que gestionan los asociados de la californiana. Una licencia VTC no tiene permitido habilitar el trayecto para varios viajeros que tengan un mismo o parecido punto de origen y destino. Por lo que, al final, junto con más vehículos eléctricos y más alternativas, el caramelo de Uber, han aprovechado para meter la idea del coche compartido y la unión de precios con otros modelos de transporte (tren o metro).
La cuestión de todo esto es qué opinará Iglesias de abrir aún más las puertas a Uber por parte de miembros de su equipo de gobierno.