El transporte es uno de los sectores que más cambios está sufriendo durante los últimos años. A la transición hacia los vehículos eléctricos se suma la *incesante llegada de otros medios de transporte como skateboards eléctricos, patinetes eléctricos, hoverboards* y similares.
Pero, ¿qué aportan todos estos pequeños vehículos motorizados a la vida cotidiana? ¿Es un skateboard eléctrico o un patinete eléctrico una alternativa para desplazarse por ciudades en trayectos relativamente cortos?
Usando un patinete eléctrico durante una semana
Para responder a las preguntas, utilicé el Nilox Doc Pro durante una semana. Un patinete eléctrico cuyas características técnicas se resumen en: velocidad máxima de 20km/h, autonomía de 120 minutos, peso máximo de 100 kilogramos y un motor con una potencia de 300W.
Según el artículo 121 del Reglamento General de Circulación:
“Los que utilicen monopatines, patines o aparatos similares no podrán circular por la calzada, salvo que se trate de zonas, vías o partes de éstas que les estén especialmente destinadas"
Los patinetes eléctricos, considerando su velocidad máxima de 20km/h, deben circular por las zonas peatonales y nunca por la calzada. Una noticia positiva y negativa a partes iguales:
- Más seguro y versátil para el patinador. Circular con un patinete eléctrico por una calzada supone un gran riesgo para el patinador. Los vehículos circulan a velocidades muy superiores y el riesgo de accidente en las diferentes maniobras es muy elevado. Su uso por zonas peatonales como las aceras es más seguro para el patinador. Asimismo, es más versátil.
- Inseguro para el resto de peatones. Aunque su uso por zonas peatonales siempre debe realizarse con precaución, un patinete circulando a una velocidad superior a la habitual puede causar incidentes con los peatones con una mayor facilidad. Independientemente de si está impulsado por un motor eléctrico o es un patinete convencional.
Estas sensaciones encontradas llevan a una conclusión muy clara: las ciudades no están preparadas para este tipo de vehículos. Madrid, por ejemplo, cuenta con escasos carriles bici y vías preparadas para la circulación de vehículos eléctricos, forzando a los patinadores a circular por las aceras junto al resto de peatones.
La mayoría de ciudades no están preparadas para acoger patinetes eléctricos y otros productos similares.
Esto no sucede en ciudades como Sevilla, donde los carriles bicis abundan. Gracias a estos, los patinadores y ciclistas pueden circular con la seguridad de una vía peatonal sin molestar o causar incidentes con el resto de los peatones. La seguridad de un patinete eléctrico —o cualquier producto similar— dependerá de las vías habilitadas que ofrezca cada ciudad y, sobre todo, de la precaución que mantenga su conductor.
En mi experiencia personal, circular junto al resto de peatones por una ciudad como Madrid es posible, pero requiere una mayor atención y capacidad de anticipación de la habitual. Los cambios repentinos de dirección, los niños y las salidas y entradas de personas (de establecimientos u hogares) son algunos de los sucesos que complican su uso. Bajar del patinete y frenar con los pies de forma firme se convierte, en esas situaciones, en un método milagroso de evitar incidentes.
Otro de los puntos que complican su uso en ciudad es la escasa uniformidad de las superficies sobre las que se circula. La ausencia de mecanismos de amortiguación hacen que las superficies rugosas (como las inmediaciones de algunos pasos de cebra) o los cambios nivel se conviertan en un obstáculo molesto. Quien haya utilizado un skate o un longboard comprenderá perfectamente de lo que hablo.
Más allá de esto, utilizar un patinete eléctrico para desplazamientos frecuentes (como ir de casa al trabajo, siempre que eso no implique atravesar Narnia y ascender al Himalaya) aporta múltiples ventajas. La más evidente es el tiempo. Es más rápido que caminar y, dependiendo del trayecto, también lo es más que la combinación de desplazamiento en coche + encontrar aparcamiento.
Es ecológico, versátil, veloz y, sobre todo, muy divertido. Cualquier trayecto cotidiano se convierte en una aventura.
También es ecológico: solo consume energía eléctrica, la cual no emite ningún tipo de gases a la atmósfera. Y la autonomía, dependiendo del modelo, suele ser suficiente para la mayoría de trayectos diarios. Al menos así lo ha sido en el caso del Nilox Doc Pro que he probado.
No obstante, la mayor ventaja de todas es la versatilidad. No requiere aparcamiento, puede acompañar a su conductor a cualquier lugar y se recarga con cualquier enchufe convencional.
¿Es entonces una solución válida para desplazarse de forma frecuente? Sí, pero con matices. Siempre que se conserve la precaución —o que la ciudad esté preparada, como es el caso de Sevilla— y las distancias a cubrir no sean similares a un Gran Premio de Formula 1, un patinete eléctrico —o cualquier vehículo similar— es una solución excelente.