El año es 1725 y estás sentado plácidamente en tu anfiteatro favorito de Amsterdam, si bien no puedes respirar mucho que digamos por tus extraños ropajes, hoy es una ocasión especial porque estás a punto de escuchar la nueva pieza de tu compositor favorito: Antonio Vivaldi.
Aunque su titulo sea algo extraño: Il cimento dell'armonia e dell'inventione, un ignorante como tú no tiene el nivel necesario para entender italiano y supone que esta será una velada como cualquier otra, pero hay algo diferente hoy en particular. Te acaban de entregar una extraña serie de poemas de los que nadie había escuchado, y llevan de nombre: Le quattro stagioni.
Finalmente el escote de la señorita de al lado ha entrado en el asiento y los gordos aristócratas de arriba se han callado, es momento de que empiece la función. Las chicas de la academia femenina La Piedad empiezan a tocar sus violines, o quizás fue el propio Vivaldi — las dos botellas de licor antiguo nublaron tu juicio — y empieza a sonar algo como esto:
Quizás los boletos a sobreprecio sí valieron la pena después de todo.
La revelación
Volvamos al año actual — espero que por lo menos una persona esté leyendo esto en el año 2886 — y hablemos un poco de lo que acabas de presenciar.
Para todos aquellos que todavía no tienen ni idea de todo lo que estoy hablando, demos un poco de contexto. Lo que viviste en carne propia fue una fecha fundamental para la música clásica, el estreno de Las Cuatro Estaciones de Vivaldi, una de las piezas más reconocibles en todo el mundo y cabe admitir que una de las más icónicas.
Ya aclarado para los que no estaban prestando atención, se preguntarán en este punto: ¿El título me está engañando? ¿Qué hay de especial con el estreno de "la canción más icónica de la historia"? A lo cual responderé para solicitarte un poco de calma, porque aunque no lo creas, acabo de contarte todo con detalle y ni siquiera lo has notado.
Al parecer Las Estaciones tienen un asombroso secreto, que sin importar en cuantas partes aparezca, permanecerá de esta forma hasta que tenga la atención que merece siendo experimentado por la audiencia de este siglo.
La asombrosa historia
Lo que diferencia a esta canción del resto no se halla únicamente en su hermosa composición, sino que reside en el hecho de que el día de su estreno la audiencia recibió una serie de poemas para leer mientras transcurría la interpretación.
Si bien muy poca gente comprendía lo ocurrido — como tú hace varios párrafos — acababan de presenciar los primeros pasos de La música programática o música con elementos narrativos. Un género que tiene como objetivo aludir cierto tipo de imágenes o ideas al oyente.
Veamos de ejemplo como todo comenzó, leyendo el soneto correspondiente al primer movimiento de la primavera:
LA PRIMAVERA
Llegó la primavera y de contento
las aves la saludan con su canto,
y las fuentes al son del blanco viento
con dulce murmurar fluyen en tanto.
El aire cubren con su negro manto
truenos, rayos, heraldos de su adviento,
y acallándolos luego, aves sin cuento
tornan de nuevo a su canoro encanto.
Una hermosa combinación de imágenes ilusorias llegan al instante, mostrando en todo su esplendor la magia de la primavera. Algo que representa un enorme valor cuando eres una de esas personas que no conoce en persona ninguna de las temporadas por vivir en un país tropical.
Claramente existen sonetos correspondientes para cada movimiento de cada estación de la pieza musical, y cada uno posee el mismo efecto enriquecedor de situarnos en una escena en particular. Existiendo ciertas dudas de su procedencia, la teoría que se mantiene es que su autor fue el propio Vivaldi, dejando anotaciones específicas sobre cómo cada sonido sería interpretado y con qué instrumento.
Las presentaciones de la inspiradora canción ofrecían un espectáculo elaborado, presentando los poemas para acompañar los sonidos y existiendo ocasiones donde el compositor se sentía tan inspirado como para salir a escena e interpretar Las Estaciones por sí mismo. Donde mostraba más de la cultura alrededor de estos músicos y sus personalidades muy similares a la estrella de Rock promedio.
Recuerdo la primera vez que escuché el furor de la música, unos años atrás sin estar situado entre aristócratas y más bien en un comercial de Shampoo. La magia de las burbujas se combinaba a la perfección con el miedo del invierno, produciendo una bomba de sentimientos que además de hacerme desear terriblemente una botella de producto para el cabello, fue la primera vez de muchos viajes por la delicia de esta obra maestra. Y pensar que fue olvidada por casi cien años, se nota que no tenían muchos comerciales en esa época.