Carrie-Fisher

2016 se está cebando con las vidas de personajes con los que las últimas generaciones hemos crecido. Si pensábamos que ya casi estábamos a salvo de la desgracia, en los últimos días, este año se ha cobrado nuevos tributos. Probablemente algunos de los más tristes de todo 2016: Vera Rubin y Carrie Fisher. Ambas figuras femeninas son un ejemplo indudable de entereza e injusticia. De la física ya os hablamos hace unos días. Pero la figura de Fisher, por desgracia, es un tanto desconocida más allá de la mítica Guerra de las Galaxias. Sin embargo, Fisher fue mucho más. Fue una gran scripter y guionista. Fue también una buena autora. Y fue aún un mejor ejemplo de superación. Fisher defendió durante toda su vida la posición de aquellos que sufren de una enfermedad mental, algo que ella misma padecía. Su ácida actitud y su jovialidad son solo la consecuencia de una lucha que duró hasta sus últimos momentos.

"La única lección es que necesitas ayuda"

Carrie Fisher tuvo una vida un tanto... discordante. A pesar de su entereza, sus comienzos, su juventud y su vida sentimental nunca fue fácil. Pero más allá de la adicción a las drogas o el núcleo familiar desestructurado al que perteneció, Carrie Fisher padecía además una enfermedad mental: un trastorno bipolar. El trastorno bipolar es una patología caracterizada por la presencia de uno o más episodios con niveles anormalmente elevados de energía, cognición y del estado de ánimo. Esto se refleja en estados de manía o, en casos más leves, hipomanía y episodios alternos de depresión. Los afectados pasan de la alegría a la tristeza de forma extrema, tanto en tiempo como en manifestación de las emociones.

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"La única lección para mi, o para cualquiera, es que tienes que conseguir ayuda", explicaba Carrie Fisher en People allá en 2013. Con estas palabras, Fisher hablaba sin tapujos, como siempre lo ha hecho, de su enfermedad. Una afección que llevó siempre con entereza y elegancia. Diagnosticada décadas atrás, Carrie Fisher siempre ha abogado por la necesidad de reconocer las enfermedades mentales, primero desde el punto de vista de uno mismo; pero también desde la sociedad, evitando la estigmatización. Fisher defendía el uso de la terapia electroconvulsiva, a la cual recurría en ocasiones y que está ampliamente demonizada por la opinión pública.

La batalla contra uno mismo

Uno de los principales problemas sufridos por los pacientes que sufren un trastorno bipolar es la falta de reconocimiento. En muchas ocasiones dicho trastorno ni siquiera está diagnosticado. Pero en otras ni tan siquiera ellos mismos reconocen el problema o sus razones. "Tengo un desajuste químico que en su estado más extremo puede llevarme al hospital", explicaba la actriz y escritora para People. "Estoy enferma, no me siento avergonzada por ello. He sobrevivido a mi enfermedad y sigo haciéndolo". Esta manifestación de Carrie Fisher muestra la entereza que siempre la caracterizó. Una actitud en la que todos los expertos reconocen consecuencias positivas. Y es que la batalla de los pacientes que sufren de un trastorno bipolar es muchas veces contra sí mismos. Contra su propio estado de ánimo, lo que les lleva a caer más profundamente en la afección.

El trastorno bipolar es uno de los trastornos mentales más comunes, severos y persistentes. Esta enfermedad afecta a alrededor de 60 millones de personas en todo el mundo y se clasifica en varios tipos (I, II y III, entre otros). Según lo que sabemos, no hay una causa única para el trastorno bipolar. Este no es ni fisiológico puro ni tampoco ambiental. Es lo que se conoce como un síndrome multifactorial, lo que significa que existen muchos factores genéticos y ambientales que, integrados, originan el trastorno. Por lo general, los pacientes con trastorno bipolar sufren de un desequilibrio electroquímico en los neurotransmisores cerebrales. Debido a las características del trastorno bipolar, los individuos tienen más riesgo de mortalidad por accidentes y por causas naturales como las enfermedades cardiovasculares.

Una terapia de choque

Debido a su complejo origen, el trastorno bipolar no tiene un fácil tratamiento. Normalmente se emplean psicofármacos para poder encarar sus síntomas. Sin embargo, no siempre es efectivo. Cuando el tratamiento no funciona o no lo hace lo suficientemente rápido, existe otra terapia empleada en trastornos severos de depresión. Una terapia de choque. La terapia electroconvulsiva, o TEC, emplea una serie de electrodos para estimular el cerebro con una corriente inducida. Esta terapia, mayormente desconocida y bastante demonizada, se emplea en un millón de personas cada año, aproximadamente. Como decíamos, es una terapia de segunda línea y solo se emplea cuando el resto de soluciones no funcionan. Normalmente se seda al paciente con un anestésico rápido y ligero.

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Se colocan entonces unos electrodos en la cabeza y se induce una corriente eléctrica suave. Dicha corriente "revoluciona" el tejido neurológico "restableciendo" el sistema, grosso modo. La terapia de electroconvulsión puede tener algunas consecuencias secundarias como son la pérdida de memoria o mareos temporales. Sin embargo, a día de hoy no se considera una terapia especialmente peligrosa. Muy al contrario, muchos expertos la ven como la única solución eficaz cuando los fármacos han fallado. Carrie Fisher, de hecho, siempre se mostró muy abierta al tratamiento, recibiéndolo en varias ocasiones cuando las manifestaciones de su enfermedad se volvían insostenibles.

Es más, nunca ha ocultado sus tratamientos. Incluso ha hablado de ellos con casi demasiada naturalidad. Con esta actitud, al igual que con la cotidianidad que hablaba sobre su enfermedad o cualquiera de sus problemas, Carrie Fisher ha ayudado a combatir los mayores problemas asociados con las patologías mentales: el desconocimiento y la estigmatización. Por desgracia, ayer nos dejaba una auténtica luchadora, vestida de princesa y armada con una pluma. Una guerra bipolar de mente ácida y con muchos talentos. Pero sus palabras y esfuerzos no serán en vano. Te echaremos de menos, Carrie Fisher.