El invierno ruso es conocido principalmente por los desarrollos bélicos en los que ha sido clave. Napoleón Bonaparte invadió Rusia con su masivo ejército compuesto por seiscientos diez mil soldados. La famosa "Grande Armée" fue diezmada, reduciendo sus números a apenas cien mil hombres.
Luego de capturar Moscú, Napoleón esperaba la capitulación de los rusos. Para su sorpresa, el ejército enemigo había evacuado y quemado la ciudad (además de destruir las siembras de los alrededores), que en ese entonces no era la capital de la nación. El ejército francés quedó vulnerable, en pleno invierno brutal y sin lugar en donde resguardarse. Huyeron desesperados mientras eran perseguidos y atacados por sus enemigos.
Más tarde, Hitler estaba tan convencido que le sería fácil conquistar la Unión Soviética que ni siquiera preparó a sus tropas para soportar el brutal invierno ruso. La derrota de los nazis en el frente este fue clave para moldear el resto de la guerra. El aún más temible ejército ruso fue el responsable de consolidar la victoria final. Hombres profundamente nacionalistas que llevaban el frío en sus genes. La Unión Soviética fue la nación con más bajas en la Segunda Guerra Mundial y, a la vez, es el miembro de los Aliados que más responsabilidad se lleva por la victoria.
Detrás de estas historias violentas se oculta la hermosura que verán en las fotografías a continuación. La fotógrafa rusa Kristina Makeeva se ha encargado de retratar de manera asombrosa los escenarios oníricos que se dan durante los últimos meses del año en el país transcontinental.
El contraste de los escenarios urbanos combinados con la magia invernal ofrece un panorama como ningún otro, capaz de inspirar todo tipo de emociones en los espectadores que tengan la suerte de contemplar las siguientes fotografías. Todas son propiedad de Kristina Makeeva.