Al principio la música sólo se podía disfrutar en directo. Hoy en día está en todas partes gracias a que podemos grabarla y reproducirla en cualquier dispositivo digital. Para saber cómo hemos llegado hasta aquí, la muestra 1, 2, 3… ¡Grabando! rememora la historia del registro musical desde sus inicios hasta nuestros días. La encontrarás en el Espacio Fundación Telefónica, en Madrid, del 21 de octubre de 2016 al 22 de enero de 2017.
La tecnología aplicada al arte ha permitido que la música sea una de las expresiones artísticas a las que dedicamos más tiempo. Algunos nombres de quienes han hecho esto posible son muy conocidos, como Edison, pero otros han quedado olvidados. Veamos quién hizo posible el registro musical desde sus orígenes hasta la actualidad.
Los primeros registros sonoros
¿Cuál fue el primer dispositivo que permitía grabar sonido? El fonoautógrafo, creado en 1857 por Édouard-Léon Scott de Martinville, un tipógrafo e inventor francés que registra por primera vez ondas sonoras sobre papel ahumado. Su inconveniente: aunque podía grabar, no reproduce el sonido.
En 1877, el inventor norteamericano Thomas Alva Edison da vida al fonógrafo. Originalmente estaba pensado para guardar momentos familiares pero pronto se vieron sus muchos usos, como grabar música y reproducirla.
En los orígenes de los registros musicales y sonoros hay que incluir también el gramófono, patentado en 1887 por el ingeniero alemán Emile Berliner. Mientras que el fonógrafo grababa en cilindros huecos, el gramófono introduce por primera vez los discos planos, más fáciles de guardar y transportar y antepasados directos de los discos de vinilo o los discos compactos.
¿Qué suponen estos inventos? Antes un grupo tocaba una vez, ahora cualquiera podrá escuchar ese mismo concierto las veces que quiera, en cualquier lugar y momento.
Una revolución imparable
Los tres grandes inventos que grabaron por primera vez la voz humana y el sonido de los instrumentos musicales eran mecánico analógicos, es decir, vibraciones metálicas generaban un surco que, con el mismo aparato, reproducía el sonido grabado.
Pero en el siglo XX, la electricidad se une a la tecnología para revolucionar el registro musical. Aplicada a los gramófonos, facilita y mejora la calidad de la grabación y reproducción.
Por otro lado, la posibilidad de crear discos planos en cadena convierte la música en un bien cultural al alcance de todo el mundo y no tan exclusivo como había sido hasta entonces. Basta con adquirir un tocadiscos, que hace acto de presencia en 1925, y los amantes de la música pueden traer al salón de su casa a cualquier cantante, grupo musical u orquesta.
Otra innovación del siglo XX es la mejora continua del disco. De las primeras versiones de pizarra, caucho o vulcanita, más costosos, se llega al celuloide, la laca Shellac y el vinilo, que finalmente será el estándar durante décadas.
Además, el descubrimiento del microsurco reduce el espacio que ocupan las grabaciones y permite aumentar la calidad. Como consecuencia, en 1948 ve la luz el primer disco de larga duración, tal como los conocemos en la actualidad.
Del disco a la cinta de casete y viceversa
Pero el siglo XX depara muchas más mejoras en la grabación musical, como la cinta magnética, inventada en 1928 por el ingeniero alemán Fritz Pfleumer. De grabar en discos de vinilo a hacerlo en fina cinta de papel con óxido de hierro. Para grabar en estas cintas será necesario el magnetofón, que verá la luz en 1934 gracias a la empresa alemana AEG.
De ahí saltamos a 1963, cuando la danesa Philips mejora la cinta magnética y lanza el casete compacto, que se convertirá en un nuevo estándar mundial para grabar y escuchar música.
Pero qué sería de la cinta de casete sin un aparato que la reproduzca en cualquier parte. Aquí juega un papel importante la japonesa Sony, que inventa el Walkman, primer reproductor estéreo con auriculares que se pondrá de moda entre el público joven.
Ironías de la vida, el anticuado disco de música volverá a ser el protagonista pero en esta ocasión en otro formato. Phillips y Sony ofrecerán en 1982 el disco compacto, que será reproducible entre otros dispositivos, por el Discman de la propia Sony.
Así pues, del registro musical mecánico al registro magnético y, a finales del siglo XX, entra en escena la grabación digital, que nace con el disco compacto pero que irá evolucionando a gran velocidad con nuevos formatos físicos, como el CD, el DVD y el Blu-Ray. Cada uno con más espacio de grabación que el anterior pero con algo en común: la música se guardaba codificada en ceros y unos.
El futuro es digital
De los surcos en superficies maleables a los ceros y unos de la grabación digital. Si bien, como hemos visto, el disco compacto ve la luz en 1982, no es hasta 1987 que empiezan las primeras pruebas con el formato digital de almacenamiento de música. Su máximo responsable es el científico alemán Karlheinz Brandenburg. Él y su grupo de trabajo logran un algoritmo que permite comprimir la música en formato digital consiguiendo buena calidad en menos espacio. Conocidos como Motion Picture Experts Group, dan vida al hoy en día popular formato MP3 (o MPEG-1 Audio Layer 3). Se usará por primera vez en 1995.
¿Y cómo reproducir el formato MP3? El primer dispositivo específico para ello es el MPMan F10, comercializado en 1998 por la empresa coreana Saehan Information Systems. Luego llegaron los iPod y sucedáneos.
Del primer MP3 a la actualidad hay un único paso más: Internet. Si los discos de vinilo y el tocadiscos popularizó la música en el siglo XIX y XX, el MP3 y los programas P2P revolucionarán la manera de obtener y compartir canciones.
Los más viejos del lugar recordarán Napster (1999) o MySpace, que nació como red social de grupos musicales emergentes. Kazaa relevó a Napster, iTunes se convirtió en la primera tienda online de música y ahora podemos escuchar música por internet gracias a servicios de streaming por suscripción como Spotify, Apple Music o Deezer, entre otros.
¿Qué nos depara el mañana?
En la actualidad, cualquiera puede ya no sólo escuchar música en cualquier parte: también podemos grabar nuestras propias canciones, editarlas y compartirlas con el mundo gracias a frenética evolución de micrófonos, ordenadores y programas informáticos de grabación y edición de sonido, como Garage Band, Cubase, Logic o Pro Tools.
La música se escucha online, se comparte en redes sociales y aplicaciones de mensajería instantánea y podemos contactar con nuestros cantantes y grupos musicales favoritos. Sin embargo, la nostalgia ha resucitado de nuevo los viejos vinilos, y los casetes también tienen su espacio en las estanterías de algunos melómanos. ¿Cómo escucharemos música el día de mañana?
Si quieres revivir este viaje por la historia de la grabación de sonido, desde los cilindros huecos hasta los ficheros MP3, encontrarás más información en la página oficial de la exposición 1, 2, 3… ¡Grabando! de Fundación Telefónica en Madrid. Estará disponible del 21 de octubre de 2016 al 22 de enero de 2017.