¿Te muerdes las uñas? ¿Te lavas demasiado las manos? ¿Te molesta la asimetría? Entonces seguramente si alguien te ha visto haciendo estas cosas alguna vez, te habrá dicho que tienes un TOC o trastorno obsesivo compulsivo, anteriormente conocido como neurosis obsesiva.

En los últimos años, el trastorno obsesivo-compulsivo se ha vuelto popular: sus síntomas se muestran en personajes de ficción y el término hasta es usado en bromas entre amigos. Su exposición puede ser positiva para concienciar pero, muchas veces, la falta de rigurosidad en la información genera una idea errónea sobre este trastorno. Hoy vengo a contarte que tal vez no tengas uno, aunque tus conocidos digan que sí, a lo mejor sólo tienes manías recurrentes que efectivamente podrían ascender a TOC si las dejas correr pero, por el momento, no tienes nada diferente a un estudiante medio creyendo que suspenderá su próximo test porque ha perdido su lápiz de la suerte. Y, además, tal vez hay más personas con esos "no-TOC" de los que parecen.

Con la edad, dicen, las personas nos volvemos más maniáticas y algo gruñonas. Aunque también está ese dicho de que los adolescentes son intratables. La verdades que las manías pueden aparecer en cualquier época de la vida en las que necesitamos hacer las cosas de una manera rutinaria porque los estados de ansiedad son muy elevados. Adquirimos manías para ganar confianza en nosotros mismos y control sobre lo que nos rodea. Mientras realizamos un ritual, parece reforzarse la idea de estar ordenando el caos y la ansiedad baja, entonces, a mayor sensación de incertidumbre, es más probable que aparezcan las manías como una respuesta.

Es por esto que durante la adolescencia, donde hay un aumento de la presión y expectativas que se tenían de infante, un alto porcentaje de los estudiantes sufre onicofagia o el habito de morderse las uñas y hay una clara correlación entre trabajos extresantes cognitivamente y trastornos como la ansiedad o el insomnio conforme se avanza en la edad.

Hay una grandísima cantidad de hábitos que realizados de manera recurrente y compulsiva se considerarían un TOC, en realidad, casi cualquiera; pero no siempre lo son. Y otros que en realidad sí están llegando a la categoría de obsesión pero como están socialmente aceptados, se pasan por alto: morderse las uñas es muy común, pero también está fumar o extirpar el acné. Depilarse en exceso a diario (cejas perfectas) se está poniendo de moda y por el placer del dolor podría ascender a tricotilomanía. Sin embargo, lo que se asocia a un problema es lavarse demasiado las manos, limpiar por no soportar la sensación de suciedad, tener que comprobar que todo está cerrado y/o apagado varias veces, ordenar por colores… En realidad, los primeros no son distintos de los segundos, toda la clave está en la frecuencia, actitud y capacidad de parar.

¿Cuál es en realidad la actitud de un TOC? En la película protagonizada por Jack Nicholson: "Mejor Imposible", se refleja un buen ejemplo límite de hasta dónde se puede llegar por la necesidad de realizar estos actos (aquí una escena).

¿Y qué no es un TOC? Imaginen que me lavo las manos con cierta frecuencia, una frecuencia un poco más alta de lo normal. Nada más tocar el picaporte de la puerta de casa, voy a lavarme las manos unos segundos. También lo repito por la tarde, después de leer el periódico o, incluso, si leo un libro. Tampoco me gusta tenerlas sucias cuando me dan el cambio en monedas o cuando toco animales. Ocurre unas quince veces al día y dura unos diez minutos en total. Si evitara hacer este pequeño ritual, me sentiría bastante incómoda. Podría soportarlo pero intentaría satisfacer la necesidad de lavarlas en cuanto tuviera un grifo cerca.

Aunque pueda parecer lo contrario, no cumplo los criterios de diagnóstico para el establecimiento de patología ya que mis síntomas son, desde el punto de vista psicológico, infraclínicos o subclínicos. Generalmente, y especialmente en psicología, todo está bien hasta que se convierte en un exceso; así, tener ciertas manías es completamente normal. Te convierte en un sujeto algo excéntrico a vistas de los demás pero no va más allá de eso.

TOC

El problema real surge cuando empiezan a coartar el tiempo y la estabilidad de la persona. Según Yolanda Cuevas Ayneto, Psicóloga Licenciada con un Máster en Psicología Clínica y Salud, «para el diagnóstico del trastorno obsesivo compulsivo (TOC), el profesional de la salud mental usa la quinta edición del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5, por sus siglas en inglés) de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría».

«De forma comprensible para el lector, padecer TOC significa tener obsesiones, compulsiones o ambas cosas. Las obsesiones se definen por pensamientos, impulsos o imágenes mentales que se repiten constantemente, son indeseadas y que causan mucha ansiedad o estrés, mientras la persona trata sin éxito de ignorarlos o hacer que desaparezcan.

Las compulsiones se definen por conductas, como por ejemplo, rituales de comprobación para garantizar la seguridad u ordenar las cosas de una determinada manera; o pensamientos, por ejemplo, rezar, conteo excesivo, realizar una secuencia o repetir palabras una y otra vez o según unas determinadas reglas que se debe seguir meticulosamente para que la obsesión desaparezca. El objetivo de estas conductas o pensamientos es prevenir o reducir el malestar, la angustia o evitar una situación, miedo o acontecimiento que se teme. Pero la realidad es que son totalmente exagerados y no tienen ninguna relación con la realidad».

Además, Yolanda también nos dice que se deben cumplir ciertas condiciones:

- Estas obsesiones o compulsiones consumen mucho tiempo (más de una hora por día), o causan una intensa angustia o interfieren en forma significativa con las actividades diarias de la persona. Esta es la diferencia con las pequeñas “manías”.
- Los síntomas no se deben al consumo de medicamentos u otras drogas ni a otra afección.
- En el caso de que la persona padezca otro trastorno, las obsesiones o compulsiones no se pueden relacionar sólo con los síntomas del trastorno adicional. Por ejemplo, si se padece un trastorno de la alimentación hay que tener obsesiones o compulsiones que no se relacionen sólo con los alimentos para recibir el diagnóstico de TOC.
- También hay que tener en cuenta si la persona sabe que no son ciertos los pensamientos o si está convencida de que los son. Por ejemplo, saber que no tiene que comprobar 40 veces si está la luz apagada pero sienta que tiene que hacerlo.

A la pregunta de si es peligroso entonces ser una persona con manías recurrentes, Yolanda opina que no, siempre que no se cronifiquen, no serán un TOC y se puede convivir con manías por extravagantes que parezcan. Sin embargo, puede ser que queramos deshacernos de ellas de todas formas pues son molestas y no hay por qué resignarse a soportarlas. Para deshacerse de ellas, «es importante trabajar a nivel terapéutico y entrenarse a nivel mental. Hay que trabajar las creencias disfuncionales, las valoraciones erróneas y las estrategias inútiles en el manejo de pensamientos no deseados; todo lo relacionado con la Terapia Cognitivo Conductual. También está la práctica de mindfulness, que facilita la ruptura de los círculos viciosos».

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¿Por qué se teme a unas manías y a otras no? «Lo que ocurre es que está "mejor visto" morderse las uñas, es una conducta más normalizada y habitual que arrancarse las pestañas, pero ambas opciones tratan de evitar o calmar unos pensamientos y estado emocional nervioso».

No todas las personas que tienen hábitos o rituales que disfrutan con ellos tienen TOC, la persona con TOC no es capaz de controlar sus pensamientos o comportamientos, incluso cuando entiende que son excesivos, dedica al menos una hora del día a estos, no obtiene placer al realizar un ritual, más allá de un breve alivio de la ansiedad, tal vez, y tiene grandes problemas en la vida diaria debido a estos pensamientos o rituales.

Sin embargo, no parece positivo llamar a cualquier manía un TOC porque el trastorno obsesivo es un problema grave, puede parecerte gracioso que tu amigo ordene los libros por colores pero el TOC es peor de lo que parece, no tiene gracia y lo menos que necesita es una normalización. Cierto es que tener manías sí puede llegar a convertirse en un problema real. La inversión de tiempo, y cómo influye en el entorno personal, social y laboral, puede limitar llevar una vida normalizada, pero TOC reales no hay tantos.

Los estudios epidemiológicos de diferentes culturas estiman que hay entre un 1% y 2% poblacional que sufre TOC en algún momento. Además, puede convivir con otros trastornos y es frecuente que lo haga. Por ejemplo, la concurrencia de TOC y depresión es la más elevada (50-60%).

Por tanto, las demás personas que conviven con una manía propia del TOC, pueden estar perfectamente sanas. Así que la próxima vez que alguien te diga que tienes un trastorno, si efectivamente no lo tienes, explícale que no es correcto, y que no es recomendable bromear sobre ello.