A pesar de cómo puedan mirarte los compañeros de oficina, si no quieres, no hace falta limpiar tu taza de café cada día. Esto, por supuesto, tiene unas importantes excepciones. Pero en general, si solo tomas café, por muy sucia que aparezca a la mañana siguiente, la composición de bacterias que encuentres viviendo incrustadas no serán muy distintas a las que tienes en la boca. Eso sí, deberías limpiar la taza de café siempre que vayas a compartirla o cuando queden restos de azúcar o leche en la taza. ¿Por qué?
Siempre habrá bacterias
Una cosa que debemos tener clara es que siempre, siempre, siempre vamos a encontrar bacterias. En nuestro mundo la bacterias están prácticamente en todas partes. Bien vivas y reproduciéndose, bien en forma resistente, esperando a un momento mejor. Nuestra taza de café no es una excepción. No importa que cada mañana echemos café hirviendo en ella: no conseguiremos esterilizar la taza a no ser que la limpiemos en un autoclave. Las bacterias seguirán ahí, entre los restos relativamente húmedos de café de ayer, esperando un momento mejor para crecer y multiplicarse. ¿Entonces? No pasa absolutamente nada. Porque dichas bacterias proceden en su grandísima mayoría de tu boca. ¿Y si has estado enfermo recientemente? Tampoco hay problema. Al menos para ti. En primer lugar porque ya estás inmunizado y cualquier tipo de bacteria infecciosa procedente de tu malestar ya no te afectará. Los virus, por otro lado, no "sobreviven" (si es que esta frase tiene sentido) fuera del cuerpo humano.
Con el tiempo, los restos de unos o de otros irán desapareciendo, lavados por el café (y sí, tragados por ti, me temo), sin que tenga más consecuencias. Además, hay que tener en cuenta dos factores importantes. En primer lugar, aunque no es posible esterilizar, un café hirviendo sí es capaz de desinfectar el interior de la taza por la temperatura. Al menos matará a casi todas las bacterias, dejando a las que queden en un estado de resistencia, a la espera. Otro factor desinfectante del café se encuentra en las sustancias que contienen los granos. Al ser tostados, estos producen diversos compuestos bactericidas (que matan bacterias). Algunos de estos compuestos proceden del tueste debido a las reacciones de Maillard (que son las mismas que producen acrilamida o el color típico de algo tostado). Además, el café contiene una gran cantidad de trigonelina, una sustancia también bactericida. Se han realizado diversos estudios para comprobar cómo de bien desinfectan los "caldos" de café con bastante éxito. Así que no, no necesitas limpiar la taza de café.
¿Cuándo hay que limpiar la taza de café?
No obstante, ya hemos dicho antes que sí existen ciertas ocasiones en las que hay que limpiar la taza de café. ¿Qué ocasiones son esas? En primer lugar, la más obvia, cuando vayas a compartirla. Si es una taza familiar o de uso común debes limpiarla. Esto se debe a que tu microbiota, es decir, la comunidad de microorganismos que viven en tu cuerpo no es igual a la de otra persona. La microbiota de cada uno es única y muy importante. Esta se encarga de diversas funciones corporales entre las que se encuentran la producción de ciertas sustancias o la defensa. La presencia de otros organismos ajenos a la microbiota normal de cada ser humano puede suponer un desajuste y, en consecuencia, provocar algún tipo de enfermedad (normalmente nada grave). Además, si como decíamos antes, has estado enfermo, existe la posibilidad de que las bacterias procedentes de tu enfermedad infecten a la otra persona. Así que, por higiene, es importante lavar la taza si vamos a compartirla.
La otra situación es cuando dejemos restos orgánicos (diferentes de los procedentes del café) en la taza. Es decir, leche o azúcar, normalmente. Estos, húmedos, se convierten en un caldo de cultivo espectacular para otro reino de seres vivos: los hongos. Los hongos son capaces de alimentarse prácticamente de cualquier cosa. Esto quiere decir que crecerán en todas partes. Incluyendo tu taza de café. Pero solo si tienen alimento para hacerlo. Las esporas de los mohos y hongos más comunes están en el aire. Son microscópicas y no las vemos, pero siempre están ahí. Por eso, cuando las condiciones son propicias, comienzan a germinar y se extienden rápidamente, creando una desagradable capa negra, verde o blanca. Una vez que comienzan a crecer, los mohos pueden producir sustancias tóxicas y desagradables. Así que es importante no darles la oportunidad. Por suerte, muy pocas especies de mohos crecen sobre el café y sus sustancias. Aunque también lo hacen. Otra situación en la que sería necesario limpiarla es cuando haya pasado demasiado tiempo, ya que habremos dejado espacio para que mohos y bacterias campen a sus anchas. El truco, para todos los casos, si no queremos limpiar la taza de café, es beber muy asiduamente. Aunque habrá que ver cómo dormimos luego.