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Como si fuera una película, los asaltantes subieron al autobús al grito de "¡Esto es un asalto!". Todo parecía ser un robo de los que son tan comunes en México; uno de los ladrones vigila al conductor mientras el otro roba las pertenencias y objetos de valor de los viajeros. Sin embargo, esta vez, fue diferente.

El conductor escuchó impactos de bala en la parte trasera del autobús. Los pasajeros le pidieron que parara la camioneta porque habían dos personas heridas: los asaltantes. Al instante, el viajero que había disparado a los ladrones bajó del automóvil y huyó corriendo por la zona de Naucalpan, en las afueras de la Ciudad de México.

Una mujer que viajaba en el asiento del copiloto fue herida de bala en el tórax y falleció en el Hospital de Traumatología al que fue trasladada. Los dos asaltantes murieron a causa del ataque perpetrado el pasado domingo por el viajero anónimo. Poco se sabe de los ladrones, salvo que uno de ellos, quien fue trasladado a la Cruz Roja de un barrio cercano al del ataque, se llamaba Sergio y tenía 21 años.

Los pasajeros no dieron a las autoridades ninguna información sobre el justiciero que acabó con la vida de los asaltantes. Esta especie de "pacto de silencio" entre los testigos del ataque ha creado un ambiente de misterio en torno a esta persona que se toma la justicia por su cuenta.

Este tipo de actos no son algo nuevo en México pero en la últimas fechas se han convertido en hechos muy polémicos a causa del hartazgo de la sociedad por la inseguridad y asaltos en diferentes partes del país.

Según los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, entre enero y septiembre de 2016 se han cometido 2.212 robos en las carreteras mexicanas. En promedio, se cometen 8 asaltos diarios en las vías del país, un robo cada 3 horas.

El justiciero de La Marquesa

El pasado lunes 31 de octubre, un autobús que viajaba en dirección a la metrópoli mexicana por la Autopista México-Toluca se paró en una de las paradas establecidas y cuatro hombres se subieron. Los hechos se repitieron: ¡Esto es un asalto!. Tras robar los móviles y carteras de los más de 50 pasajeros que viajaban en el autocar, los asaltantes ordenaron al conductor que aminorara la velocidad para poder bajarse y huir junto con sus cómplices, que los esperaban a pocos metros.

En ese momento, un hombre sentado en la última fila les disparó. Cuatro balas; una para cada ladrón. El supuesto cabecilla murió en el acto y sus tres acompañantes intentaron huir del vehículo. El justiciero fue tras ellos y los remató uno a uno. Les quitó las mochilas donde habían metido las pertenencias de los pasajeros y se las devolvió uno a uno. Antes de huir por el parque natural conocido como "La Marquesa", el hombre pidió a los pasajeros que no desvelaran detalles de su físico a las autoridades.

Los viajeros obedecieron. Afirmaron que la oscuridad no les permitió reconocer los rasgos físicos del pasajero que se tomó la justicia por su cuenta. Lo llaman "ángel". En la prensa, es conocido como El justiciero de La Marquesa o El exterminador, pero lo cierto es que no hay ninguna información sobre la identidad de esta persona.

Las autoridades sostienen que el arma utilizada en los dos ataques es una pistola calibre de 9 milímetros, la más común entre los policías federales, estatales y municipales. Cabe la posibilidad de que los asesinos de asaltantes puedan formar parte de las fuerzas de seguridad, que sean sicarios o simples ciudadanos hartos de la inseguridad.

A lo largo del año 2014, se han registrado una docena de casos como este que han acabado con la vida de 20 asaltantes, según informó el diario El Universal. Sin embargo, los dos últimos casos han conmocionado a una sociedad que ve al justiciero como un héroe y una persona que le planta cara a las injusticias. Otros, lo ven como la consecuencia de la inactividad de las autoridades ante los numerosos casos de atracos.