¿Cuál es el factor más importante en lo que respecta al desarrollo de un ser humano? ¿Su material genético o su crianza? Existen distintas corrientes filosóficas y psicológicas que intentan encontrar una respuesta a estos interrogantes.
Platón pensaba que los humanos nacían condicionados, propensos a dedicarse a una labor específica y a vivir una vida predeterminada. Aristóteles afirmaba totalmente lo contrario, que nacemos como una tabla en blanco, sin nada en nuestro intelecto, absolutamente moldeables y vacíos, pero dispuestos a aprender.
Más tarde, Sigmund Freud exploraría la importancia de la infancia en la vida de los seres humanos, concluyendo que la relevancia de lo que nos sucede en nuestros primeros años formativos es increíblemente trascendente, pudiendo influenciar la totalidad de nuestra vida posterior. Aunque el psicoanálisis es considerado una pseudo-ciencia actualmente, Freud creó conceptos interesantes, señalando situaciones que son ignoradas, pero que pueden traumatizar a un niño para siempre.
Casos como los de Ivan Mishukov son perfectos para determinar cuál de los filósofos mencionados tenía la razón. Nació en Reutov, un pequeño pueblo a las afueras de Moscú. Su madre no se preocupaba por él y el novio de esta era un alcohólico violento. Ivan huyó de su casa a los cuatro años, cansado de soportar todo tipo de abusos.
Para sobrevivir comenzó a pedir limosna por las calles, al poco tiempo se hizo amigo de perros falderos, compartiendo con ellos la comida que podía conseguir. Así se ganó el respeto de los canes, los cuales lo convirtieron en el líder de su manada.
Dos años más tarde, la policía comenzó a recibir reportes acerca de cómo un pequeño niño junto con una manada de perros causaban desastres en la ciudad, robando comida y demás. Le tendieron una trampa, usando comida como carnada en una cocina de un restaurante.
Este fue el cuarto intento por capturarlo por parte de la policía, Ivan había logrado escapar en las instancias anteriores, protegido por sus fieles amigos caninos.
Mishukov no era capaz de hablar. Tuvo que aprender ruso desde cero. Se comportaba de manera salvaje y tenía una capacidad física magnífica. Afortunadamente, los intentos por reeducarlo dieron frutos. Actualmente Ivan es un orador eficiente, incluso ha dado entrevistas para cadenas de televisión rusas y ucranianas.
Años después de volver a integrarse en la sociedad, Ivan Mishukov se alistó en la escuela militar y actualmente forma parte del ejército ruso. Solo podemos imaginar las cosas que sería capaz de hacer en el campo de batalla, considerando que sus superiores seguramente pensarían que sería buena idea que Mishukov volviera a su hábito de liderar manadas de perros.
La interesante historia de Ivan sirvió de inspiración para el libro "Dog Boy". Casos como el suyo han sido estudiados por especialistas y, aunque no lo parezca, Mishukov es uno de los niños salvajes más afortunados. Muchos han perdido la habilidad para hablar, sin poderla recuperar jamás.
A lo largo de la historia han existido múltiples casos como el de Ivan. Niños que terminan siendo más animales que humanos, luego pasan décadas tratando de abandonar sus viejos hábitos, como le sucedió a Oxana Malaya, la chica del video a continuación.
Considerando lo anterior, parece ser que Aristóteles era el que tenía razón. Nuestros cerebros no vienen cargados de conceptos a priori sobre cómo desarrollarnos como humanos. La crianza es un complemento esencial de nuestro ser. Si este proceso es tomado a la ligera, la vida de los individuos puede ser perjudicada de maneras imposibles de preveer.