Sol

NASA (Flickr)

El 20 de junio de 2015 una gigantesca nube de plasma surgió de la corona solar en dirección a la Tierra. Cincuenta y dos horas después, el 22 de junio, el enjambre de partículas, viajando a dos millones y medio de kilómetros por hora chocó contra nuestro escudo protector, la magnetosfera terrestre. La comprimió tanto y tan violentamente que consiguió "romperla" durante un tiempo, creando una tormenta geomagnética cuyas consecuencias se vivieron en las latitudes más al norte. Hoy, tras muchos datos analizados, el telescopio de muones, GRAPES-3, nos cuenta qué ocurrió.

Romper el escudo terrestre

No es la primera vez que ocurre, por supuesto. La Tierra, por suerte para nosotros, está protegida de la letal acción de los rayos cósmicos gracias a un escudo conocido como magnetosfera. Todos los planetas de nuestro sistema con campo magnético poseen una magnetosfera. Algunos, como el de Marte, son demasiado débiles para proteger del viento solar. Lo que ocurre es que las partículas de viento solar son capturadas y desviadas gracias a la acción del campo. En las tormentas geomagnéticas, la presión que generan estas partículas, que empujan contra el escudo protector, es tal que terminan por desestabilizar temporalmente. Literalmente lo "rompen". Pero solo durante un tiempo, por supuesto.

GRAPES-3

Como decíamos, esto ocurre de vez en cuando, causando las llamadas "tormentas solares", que hacen referencia al evento ocurrido en la superficie de nuestra estrella madre. Las consecuencias de dichas tormentas son muy variadas y, a veces, poco entendidas. Una de las principales manifestaciones son las auroras boreales, que se producen como consecuencia del viento solar en nuestra atmósfera. Estas ocurren con mayor intensidad durante una tormenta geomagnética porque nuestro escudo no está ahí para repelerlas con tanta facilidad.

Otras consecuencias son la pérdida de señales de radio (con la catástrofe en comunicaciones que esto conlleva) que pueden ocurrir. Aunque está menos estudiado, existe también la posibilidad de que las partículas procedentes del Sol sean capaces de dañar satélites, instrumental electrónico o, incluso, a los seres vivos. Por el momento los daños han sido mínimos. Aunque no es la primera vez que oímos hablar de una "tormenta solar perfecta" y epítetos parecidos que indican la supuesta violencia de dicho fenómeno.

GRAPES-3 y la nube de muones

En una boscosa ladera de Ooty, India, más de un centenar de estructuras de apenas medio metro, como si de enormes setas de metal se tratasen, salpican la hierba verde. Pero nadie diría que bajo tierra lo que se esconde es uno de los detectores más potentes del mundo a la hora de "cazar" rayos cósmicos. El GRAPES-3, con su detector de partículas ionizadas en cascada, así como su complejo de antenas especialmente preparadas para captar a los muones, es capaz de analizar lo que otros no pueden. Su finalidad es descubrir más sobre la naturaleza nuclear de los rayos cósmicos, los rayos de alta energía y la modulación de la actividad solar. Entre sus objetivos de estudio se encuentran entender los efectos solares sobre la Tierra. En un reciente estudio, el GRAPES-3 analizaba los datos de junio de 2015, cuando una tormenta solar deformó el escudo protector de la Tierra.

GRAPES-3

La enorme nube de plasma procedente del Sol llegó a la tierra a una velocidad de vértigo. Su tamaño y su intensidad provocaron la compresión de la magnetosfera, que no lo pudo soportar y se "rompió", en parte, temporalmente. Esto permitió la entrada de las partículas solares en nuestra atmósfera, provocando, como decíamos, auroras boreales más numerosas e intensas, así como pérdidas totales de señal de radio en muchos puntos del norte de nuestro pequeño planeta. En ese momento fue cuando GRAPES-3 detectó la señal tormenta y pudo recoger los datos. Los físicos a cargo del proyecto han pasado un año entero analizando y simulando para deducir las implicaciones que esto puede tener.

La tormenta duró aproximadamente unas dos horas y en un rango de 20 Gigaelectronvoltios. Por suerte, además de las inconveniencias causadas en las comunicaciones, no se detectó ningún tipo de problema más grave. Y es que los expertos, como decíamos, no saben qué pueden esperar de una tormenta solar lo suficientemente fuerte. De hecho, las expectativas son bastante agoreras. Desde el malfuncionamiento de todo tipo de sistemas electrónicos y la pérdida de satélites hasta un bloqueo total de todos los aparatos eléctricos. Por ahora esto más parece un argumento de ciencia ficción que una realidad. Pero, por si acaso, los científicos del GRAPES-3 siguen investigando para entender mejor la naturaleza de los rayos cósmicos. Y poner así una solución antes de que llegue el problema.