La familia Nexus ha pasado a mejor vida. Los teléfonos de Google ahora se conciben en el seno de la familia Pixel, donde conviven todos sus productos de hardware. Los Pixel y Pixel XL son los primeros smartphones en dar este paso. Un nuevo comienzo.En 2010, Android era un prometedor retoño, un diamante en bruto. El potencial de la plataforma era visible desde aquellos primeros momentos, pero, en el largo camino hacia el éxito, muchas cosas podían salir mal. Android necesitaba, por lo tanto, un guía que iluminase el camino correcto a todos los partners.
Ese guía se llamó Nexus One, el primer teléfono “de Google” —con el permiso del HTC Magic—. Manufacturado por HTC, el Nexus One montaba el mejor hardware del momento: pantalla AMOLED, 512 MB de memoria RAM, un procesador mononúcleo de 1 GHz… Y lo mejor de todo: la última versión del sistema operativo Android. Era el espejo en el que debían mirarse el resto de fabricantes que quisieran integrarse en la plataforma Android.
Al Nexus One le sucedió, meses más tarde, el Nexus S. A este, el Galaxy Nexus —uno de los mejores teléfonos Android jamás fabricados—. Y así se sucedieron hasta llegar al Nexus 6P, manufacturado por Huawei y lanzado al mercado en 2015.
Durante ese camino, la familia Nexus quedó marcada por muchos prejuicios: cámaras mediocres, precios muy oscilantes, disponibilidad reducida, etc. Unos prejuicios que, obviamente, perjudicaban la imagen de la marca y, por consiguiente, el éxito de sus integrantes.
Ante esta situación, Google decidió desprenderse de la marca Nexus en 2016. Sus teléfonos ahora se apellidan Pixel y Pixel XL; y suponen un nuevo comienzo para Google en el mercado del hardware.
¿Qué hay de nuevo?
El cambio de imagen y nombre de los teléfonos de Google no llega solo. Lo hace acompañado de nuevas prácticas y una mayor atención al detalle. Un cambio perceptible, por ejemplo, en su cámara fotográfica principal.
Durante la presentación, Google advirtió que la cámara de los nuevos Pixel era una de las mejores del mercado. La prensa y el público, ante tal afirmación, reaccionó de forma escéptica. Aquella promesa no era nueva; en cada presentación de un dispositivo Nexus, Google hacía la misma clase de afirmaciones. Nunca resultaron ser reales.
En cambio, el Google Pixel es una historia diferente. La cámara del nuevo teléfono de Google sí equipara —y, en algunas situaciones, supera— a los mejores del sector. Las nuevas prácticas e intenciones de la compañía de Mountain View comenzaron a ser verosímiles.
Para cumplir su promesa, Google montó una lente f/2.0 y un sensor de 12,3 megapixeles de 1/2,3” de tamaño. Sorprendentemente, nada de estabilización óptica de imagen —un elemento imprescindible en los teléfonos de gama alta de 2016—.
Comparado objetivamente con el iPhone 7 Plus, la cámara del Google Pixel es inferior en la mayoría de aspectos: menor apertura, carencia de estabilización óptica y una resolución similar. ¿Dónde está el truco? En el software y en el tamaño del sensor.
El Google Pixel XL recae con frecuencia en el modo HDR para mejorar los resultados. El sensor de mayor tamaño también colabora para contrarrestar las lentes de menor apertura y la carencia de OIS.
El Google Pixel incorpora un sensor de 1/2,3”, mientras que otros teléfonos como el iPhone 7 Plus montan sensores más pequeños (1/3”). Este sensor de mayor tamaño capta más luz y suple la carencia de estabilización óptica de imagen y la menor apertura de la lente.
La otra pieza del puzzle es el software de Google. El teléfono recurre con frecuencia al modo HDR+ —el cual funciona de forma muy veloz y casi invisible al usuario—, recuperando así las escenas con elementos quemados y generando imágenes con unos colores muy vibrantes.
En términos generales, los resultados de la cámara del Google Pixel son muy buenos. Las fotografías lucen iluminadas, los niveles de ruido son contenidos, y las mediciones son correctas. Es, sin lugar a dudas, una cámara de primer nivel.
Comparada con el iPhone 7 y el iPhone 7 Plus, sus dos principales rivales, las imágenes del Google Pixel son más saturadas, contrastadas y nítidas —gracias al modo HDR+ y a la ligera nitidez artificial aplicada en el procesado posterior de la imagen—. Las imágenes capturadas con los teléfonos de Apple, en cambio, son más planas, neutras y fieles a la realidad. La elección entre una u otra es una mera cuestión de preferencias y necesidades.
Además de los modos de disparo habituales, el Google Pixel incorpora un nuevo modo retrato similar al del iPhone 7 Plus. Con este modo, el teléfono genera imágenes con una mayor profundidad de campo y un mayor efecto bokeh. En otras palabras: desenfoca más el fondo y genera unas fotografías muy atractivas visualmente.
Las imágenes capturadas por el Google Pixel en este modo son aceptables, aunque no increíbles como la del iPhone 7 Plus. En general, el Pixel genera un desenfoque muy artificial, tiene problemas para trabajar con los bordes de los objetos y requiere una mayor interacción del usuario en el proceso de captura.
La cámara del Google Pixel logra unos excelentes resultados en las funciones básicas, lo cual ya es un gran reto. En nuevos campos como el modo retrato o el bokeh, en cambio, la ausencia de una segunda cámara complementaria acaba comprometiendo el resultado final, especialmente frente a teléfonos como el iPhone 7 Plus.
Cómodo, pero vacío
El Google Pixel estrena un nuevo diseño en su zona posterior y apuesta por la sencillez extrema en la zona frontal. El resultado global es un teléfono vacío, plano, inerte. Carece de personalidad propia.
La zona posterior cuenta con una gran superficie de cristal —que sirve para mejorar la recepción de las diferentes antenas— y que da un toque ligeramente diferente al Google Pixel XL. No obstante, desde el punto de vista estético, esta nueva propuesta de Google ha ganado más detractores que adeptos.
El Google Pixel XL carece de personalidad. Su diseño es plano y vacío. Eso, en la gama alta, no está permitido.
Más allá de la estética, el Google Pixel es un teléfono muy cómodo de usar —gracias, en parte, al grosor progresivo—. Los gruesos marcos que rodean la pantalla ayudan a un mejor alcance de los botones de navegación y los elementos de la pantalla. Un detalle que solo compañías como Apple comprenden y mantienen en sus teléfonos móviles.
El Google Pixel está disponible en tres colores: blanco, negro y azul. De todos ellos, el más atractivo es el negro. Mucho más elegante y sofisticado. Y es que, a diferencia de otros teléfonos, el color blanco y azul no acaba de sentarle bien al teléfono de Google.
Evolucionando según los estándares
Más allá de su sorprendente cámara y su controvertido diseño, el Google Pixel evoluciona de forma predecible respecto a su predecesor. Cuenta con un nuevo chip, el Snapdragon 821, 4 GB de memoria RAM y una memoria interna de 32 GB (en su modelo más básico). Unos componentes en línea con el resto de teléfonos de gama alta del mercado.
La experiencia de uso, eso sí, es mejor que en teléfonos como el Samsung Galaxy S7 Edge. La razón, al igual que en la familia Nexus, es el software. El conocimiento que tiene Google de Android y la suavidad con la que hace reposar el software sobre el hardware hace que el dispositivo fluya en todo momento. Es el teléfono Android con mejor respuesta del mercado.
Es el teléfono Android con mejor respuesta del mercado. Software y hardware son una única pieza.
Además de esta optimización, homogeneidad y limpieza, el Google Pixel estrena algunas piezas de software como Google Assistant, la nueva versión del reconocimiento de voz y asistente virtual de Google. Las mejoras incluidas solo funcionan cuando se configura el idioma en inglés —el soporte para castellano llegará pronto—, pero funcionan a la perfección en todo momento.
Especialmente destacable es la capacidad de relacionar frases y conceptos entre sí. Si preguntamos “¿Quién es Barack Obama?” y posteriormente preguntamos “¿Quién es su esposa?”, Google Assistant es capaz de relacionar ambas preguntas y conceptos entre sí para proporcionar la información correcta. Otros asistentes virtuales como Siri también ofrecen esta posibilidad, pero, ante cuestiones y relaciones conceptuales más complejas, el asistente de Google responde ligeramente mejor.
La autonomía del Google Pixel XL es pareja a otros teléfonos como el Samsung Galaxy S7, HTC 10 o Huawei P9. ¿Qué significa esto? Que ofrece una buena autonomía, aunque sin alcanzar la excelencia de teléfonos como el Huawei Mate 9, el Samsung Galaxy S7 Edge o el iPhone 7 Plus.
Lo mismo sucede con su pantalla. Con 5.5 pulgadas, resolución 2K y tecnología AMOLED, el panel del Google Pixel XL ofrece una imagen bastante óptima, aunque queda ligeramente por detrás de teléfonos como el iPhone 7 Plus o el Samsung Galaxy S7 Edge, cuyos paneles son más brillantes, ofrecen temperaturas de color más neutras y unos colores más fieles a la realidad.
Buena autonomía, buena pantalla y un lector de huellas eficaz completan un pack redondo.
Esta ligera inferioridad técnica, por suerte, es tan sutil que la mayoría de usuarios potenciales del Google Pixel XL no apreciarán diferencias respecto a teléfonos como el Samsung Galaxy S7 Edge o el iPhone 7 Plus. Tan solo un pequeño grupo de usuarios apreciará las ligeras diferencias entre un teléfono y otro.
Por último, el Google Pixel monta un sensor de huellas dactilares en la zona posterior, tal y como modelos de la familia Nexus. El sensor es eficiente y veloz, generando muy poco errores de lectura en el día a día. La ubicación, asimismo, es muy natural, pues el dedo índice reposa por inercia en la zona en la que está ubicado. Eso sí: olvida de desbloquear el teléfono mientras reposa sobre una superficie plana.
Conclusión
El primer teléfono "made in Google" es, justamente, el Nexus que el público ha reclamado durante años. A la ya excelente fusión de hardware y software característica de los teléfonos de Google, el Pixel suma una buena autonomía y una cámara de primer nivel, dos elementos que no siempre estuvieron presentes en la familia Nexus. Asimismo, monta una pantalla de primer nivel —aunque ligeramente inferior de sus rivales— y todo tipo de conectividad.
El único punto débil tangible por el usuario "estándar" es el diseño. Aunque muy cómodo, el Pixel XL peca de ser plano y carecer de una personalidad propia. Y eso, en la gama alta, tiene una gran relevancia.
Pros
- Experiencia de uso. La fusión del hardware y el software que logra Google es inigualable. Es el teléfono Android con mejor respuesta del mercado.
- Cámara. ¡Por fin! Google ya puede presumir de tener una cámara de primer nivel en su flota de teléfonos.
Contras
- Diseño. Cómodo, pero genérico. En la gama alta es necesario apostar por un diseño más atractivo.