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El efecto placebo es un factor bastante importante a la hora de desarrollar cualquier medicamento. Aunque parezca contradictorio, los laboratorios tienen muy en cuenta las implicaciones de este efecto a la hora de diseñar un tratamiento porque siempre está presente. Y eso que no sabemos del todo cómo funciona. Aún así, continuamos investigando para dilucidar su papel. Una de las preguntas más comunes a la hora de hablar de los placebos es la siguiente: ¿funcionan a pesar de que sepamos que en realidad no es un medicamento? La idea del "engaño" a la hora de administrar un placebo parece imprescindible. Y sin embargo, puede que no lo sea.

¿Qué es y cómo funciona un placebo?

Llamamos placebo a una sustancia que no contiene principio activo (moléculas que actúan sobre algún mecanismo del cuerpo para eliminar la dolencia) ninguno y que, sin embargo, se administra para simular un medicamento con el que combatir un problema. Esta sustancia provoca una reacción conocida como "efecto placebo" que consiste en una mejoría sobre un malestar producida por el placebo, que en realidad no tiene efecto por sí mismo. El efecto placebo funciona sobre todo tipo de dolencias, mitigándolas o remitiéndolas por completo en muchas ocasiones. El efecto placebo tiene su "truco" en nuestro cerebro. Eso no quiere decir que toda su implicación sea simplemente psicológica, ni mucho menos. El efecto placebo tiene un componente físico (fisiológico) real. Incluso se puede medir, aunque todavía no tenemos muy claro cómo o qué. Pero, si el placebo no tiene sustancia activa alguna ¿cómo puede curar?

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Lo que sabemos sobre el efecto placebo es que tiende a desactivar en parte los centros dedicados a sentir e interpretar el dolor: el tálamo, la corteza somato-sensorial y la ínsula, entre otros. Cuanto más largo es el tratamiento placebo, más se acomodan estas zonas y menos dolor siente el paciente. También es capaz de disparar una respuesta que viaja a través de la médula espinal, actuando sobre un tejido especial (el tejido gris periacueductal) que produce sustancias naturales que reducen el dolor. Se ha comprobado que bloquear este tejido reduce el efecto placebo por lo que suponemos que es un componente principal en el sistema. Otros puntos en el que actúa el efecto placebo son el córtex prefrontal y la amígdala, provocando una mayor regulación de opiáceos naturales en todo el cuerpo, los cuales controlan el bienestar y el dolor. El efecto placebo no solo funciona con sustancias sino que puede aparecer al aplicar otros métodos menos usuales como pueden ser oraciones, iconos mágicos o medidas más ligadas a la superstición.

La pregunta del millón: ¿funciona si se que es un placebo?

La respuesta sencilla es sí. No hace falta ocultar que es un placebo para conseguir que funcione. Eso sí, las respuestas sencillas en medicina nunca son completas. Hasta la fecha, lo poco que sabemos sobre el efecto placebo nos ha demostrado que dentro de un tratamiento, incluso cuando las píldoras están etiquetadas como placebo y a los pacientes se les ha explicado lo que son, funciona. Ya son varios los estudios que apuntan hacia este hecho, lo cual desmiente en gran medida la suposición de que la naturaleza de un placebo ha de permanecer "oculta" al paciente. Según la hipótesis de los investigadores, esto se debería a que el efecto placebo, en gran medida, se debe a la sensación de estar inmerso en un tratamiento y no a la "falsa medicina" en sí.

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No obstante, esto tiene sus limitaciones. Por ejemplo ¿funciona solo si el paciente cree que funciona? ¿Qué significa "estar inmerso en el tratamiento"? ¿Qué papel juega la expectación en todo el sistema? ¿Puede ser más efectivo el placebo que una sustancia activa? Las preguntas en torno al efecto placebo no son pocas ni fáciles de contestar. Por otro lado, sí que plantea nuevas cuestiones en el ámbito investigador. Los ensayos de doble ciego, en los cuales ni el investigador ni el paciente saben si están tomando un placebo o un medicamento, son cruciales para la investigación clínica. ¿Cambiarían los resultados si ambos, paciente y científicos, supieran que están ante un placebo? ¿Y cómo cambiarían?

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La homeopatía es una terapia que no ha demostrado mayor efecto que el placebo. Imagen cedida por Boiron.

Es imprescindible seguir profundizando en los mecanismos que controlan el efecto placebo y otros similares. Al final, sólo somos un manojo de percepciones computadas por un tejido nervioso. Todo lo que sabemos, lo que sentimos y lo que hacemos es, simplemente, información en un cerebro. Descubrir estos secretos nos permitirá avanzar en los tratamientos; también nos brindará nuevas armas contra supersticiones perniciosas; y, además, nos abrirá las puertas a nuevos conocimientos sobre el cerebro y la naturaleza de la percepción humana. Pero, mientras tanto, seguimos tratando de avanzar en un campo complejo y lleno de preguntas sin respuesta. Aunque funcionen.