Teniendo en cuenta la época del año, que en buena parte del planeta se asocia con invierno y nieve, es un buen momento para desvelar algunas curiosidades de este “oro blanco” que tal vez no conocías. Te puede dar frío sólo de leerlo así que recomiendo hacerle cara al texto con una taza de chocolate caliente en mano.

Como todos sabemos, la nieve es resultado de un fenómeno meteorológico que consiste en la precipitación de pequeños cristales de hielo que se agrupan en copos. Estos copos en realidad no salen así de las nubes sino que empiezan como gotitas de agua, que cuando colisionan, entre ellos o con otra cosa como polvo, arena o contaminación, se unen entre sí formando los copos que caen por su propio peso al condensarse. Cada copo es único, pero siempre tienen seis lados y miden aproximadamente poco más de un centímetro, aunque los tamaños y composiciones varían según la temperatura del aire (siempre ha de ser menor de 0 °C). De hecho, el récord Guinness del copo más grande medía 38,1 cm y fue reportado en Fort Keogh, Montana, en 1887 e incluso ha sido protagonista de algún Doodle de Google.

Se calcula que cada invierno cae un cuatrillón de copos de nieve. Es decir: 1.000.000.000.000.000.000.000.000 copos. Hasta un 50% de tierra en el hemisferio norte se cubre de nieve en invierno o lo que es lo mismo, el 80% de toda el agua dulce en la tierra se congela en forma de hielo o nieve. Esto representa el 12% de la superficie terrestre.

Los cristales de nieve adoptan formas geométricas con características fractales y tienen infinidad de formas: prismas, placas hexagonales o las conocidas estrellas.

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En cuanto al récord mundial de la mayor nevada media anual (en una ciudad habitada) es de 1.764 cm, medidos en Sukayu Onsen, Japón, en el período de 1981 a 2010.

Sin embargo, el lugar más frío del mundo (habitado) está en Rusia y se llama Oimiakón (Оймякон en el alfabeto cirílico). Es un pequeño poblado situado junto al río Indigirka, en el noreste de la república de Saja, en el este de Siberia. Extrañamente sostiene una población de 472 habitantes que han de ser todos inmunes al frío. El suelo del lugar se halla permanentemente congelado formando permafrost y los peces se congelan en solo 30 segundos después de haber sido sacados del río. El 26 de enero de 1926 se registró allí una temperatura de -71.2 °C, la temperatura más baja jamás registrada en una zona habitada, así como la menor del hemisferio Norte.

No obstante, temperaturas aún menores y nevadas aún mayores han sido registradas en la Antártida (oficialmente la menor es -91 °C cerca del macizo montañoso Antártico). También se han registrado aquí los vientos más intensos de la superficie terrestre: 327 km/h.

Photo by Sebastien Hamel.
Photo by Sebastien Hamel.

En cuanto a su color, la nieve no es blanca. En realidad es incolora y transparente. Lo que vemos es el resultado de la absorción de los rayos del sol por la superficie compleja de los copos de nieve, que es reflejado en longitudes de onda que nuestros ojos captan como blanco y, además, no siempre se ve blanca. Es común verla azul en la distancia por ser el color que se absorbe menos fácilmente y en otros colores como el rojo o el rosa en algunos lugares del mundo de alta montaña cuando unas micro algas llamadas Chlamydomonas nivalis se mezclan en el agua. No es ningún efecto óptico ni nada parecido, si ponemos esta nieve rosa sobre un recipiente y la dejamos derretir, obtenemos un líquido de un color rosáceo bastante intenso e incluso, según personas que lo han probado, tiene un sabor parecido al de la sandía, de ahí que este tipo de nieve entre los anglosajones sea denominado como «Watermelon snow».

Por otra parte, a pesar de ser tremendamente hermosa, la nieve puede ser peligrosa. Refleja mucho el sol por lo que puede producir grandes quemaduras, incluso más que si vas a la playa. También por reflejar en alto grado las radiaciones ultravioleta, el cuerpo reacciona con la aparición de pequeñas ulceraciones en la córnea, lo que puede causar un tipo de ceguera llamada fotoqueratitis. Por esta razón, es importante usar gafas protectoras, esas que usan los practicantes de deportes de invierno.

También está que en algunos puntos nevados, especialmente en grandes altitudes, se pueden formar ventiscas. Una ventisca, ventiscanevasca, nevazón, viento blanco o, en zonas de la Cordillera Cantábrica, cellisca, es una tormenta de nieve, hielo y granizo con precipitaciones de nieve en fuertes intensidades en la cual no puede distinguirse nada en un cuarto de kilómetro a la redonda. Los vientos soplan a 56 km por hora y tienen al menos 3 horas de duración.

Es muy frecuente que durante una las personas se pierdan ya que la visibilidad se ve seriamente afectada. En casos extremos, la visibilidad es posible sólo a menos de un metro de distancia. Si esta condición ocurre como excepción anómala en época de deshielo, resulta particularmente peligroso, puesto que en tales condiciones no es posible distinguir entre una ruta normal viable y segura de una cornisa de nieve que solo se proyecta sobre un abismo, de modo que se puede caminar, sin tener noticia, allí donde la nieve cede al peso del cuerpo y el montañista puede caer repentinamente muchas decenas de metros en un despeñadero. Por supuesto, también aumentan el riesgo de muerte por las bajas temperaturas que se producen en ellas: la sensación térmica durante una nevasca disminuye con facilidad por debajo de los −20 °C. No sé ustedes pero a mí, sólo de pensarlo, ya me da frío.