En 2014 Charlie Miller (actualmente es ingeniero en Uber) demostró que podía tomar el control de un coche demostrando que no están exentos de ser víctimas de ataques solo que de momento no tenía del todo sentido hackear coches, pero el coche conectado y por ende el vehículo autónomo podrían verse afectados por ataques de denegación de servicio.
Para Miller existen dos categorías de coches a la hora de hackearlos, los ataques que buscan tomar el control de la aplicación móvil o de la unidad principal del sistema multimedia y los ataques que afectarían al controlador del vehículo, que se encarga de controlar los frenos, la dirección y el acelerador entre otros sistemas vitales para el coche. El problema está en la conexión entre ambos sistemas, el multimedia y la centralita del coche. Si se puede acceder a uno, es posible que también el otro. Y los fabricantes prestan poca atención al multimedia.
La solución más obvia es que los diseñadores no conecten ambos sistemas, si el hacker quiere ponerte otra canción será molesto pero no podrá acceder a nada más. ¿Por qué entonces se conectan ambos sistemas? Por funciones como la de que se suba el volúmen de la radio cuando subes la velocidad o las guías de ayuda de la cámara de aparcamiento posterior. Miller también asegura que es posible hacer más segura esta conexión tal y como hizo Tesla: cuando se envíe información de uno a otro se requiere una firma para demostrar que está autorizado por el fabricante.
Pero el mayor problema radica en la transparencia. Ningún fabricante de automóviles indica sus esfuerzos en esta materia ni tiene un documento público que pueda ser revisado para que la comunidad encuentre fallos y puedan solucionarlos. Además, pensemos que el próximo ataque de denegación de servicios podría estar en contra de tu coche. Y esto sí que es un problema.