Hay que rendirse a la evidencia de que determinadas temáticas en el cine pueden resultar un tostón soberano para el común de los mortales, más interesado, digámoslo así, en tramas vivísimas que en aquellas con la aridez que se suele atribuir a la labor de funcionarios, contables y los tejemanejes del mundo financiero. Pero no nos llevemos a engaño: lo fundamental para que una narración cinematográfica afecte a los espectadores y consiga despertarles al menos el interés es que experimenten algo tan preciado como la empatía por sus personajes, y da igual que se dediquen a buscar tesoros o a sumar dividendos mientras puedan identificarse con ellos y sus cuitas. De otra forma, estamos perdidos, y la película o la serie de televisión, condenada.
Así, pueden contarnos cómo se organiza la persecución de los delitos financieros en las fiscalías estadounidenses, y las maniobras de aquellos que los perpetran para que no salgan a la luz y les enchironen, si los cineastas son lo suficientemente hábiles para que su relato se llene de vida. Y esto es lo que ocurre con **Billions, la serie de Showtime creada por Brian Koppelman, David Levien y Andrew Ross Sorkin** que se ha emitido este año en Estados Unidos y que ahora acaba de llegar a Movistar+.
Para Sorkin, de quien siempre hay que aclarar que no está relacionado de ninguna forma con el gran guionista Aaron Sorkin, se trata de su primera aventura en la ficción televisiva seriada; y en cuanto a Koppelman y Levien, han compartido prácticamente todos los proyectos que han encarado en el séptimo arte, coescribiendo guiones como los de Rounders (John Dahl, 1998), Ocean’s Thirteen o The Girlfriend Experience (Steven Soderbergh, 2007, 2009), esta última convertida en serie de televisión por Lodge Kerrigan y Amy Seimetz (desde 2016).
Billions no deja escapar ni un segundo aprovechable y comienza de forma muy comprometida, bajando los pantalones que tiene que bajar y sugiriendo que aquí hay secretos que los personajes deberán luchar por mantener ocultos, y que se avecina una guerra descarnada y de lo más sucia. Es una de esas series de diálogos fluidos y chispeantes en las que basta que uno contemple una escena de conversaciones profesionales, cuya información sale rauda de una boca y de otra con la soltura de lo que se siente veraz, fruto de una documentación o de un aprendizaje exhaustivo, para saber que sus guionistas conocen aquello de lo que nos están hablando quizá mejor que nadie.
Su dinamismo parece marcado con un metrónomo ligero, y ninguna secuencia cae en algún pozo negro de abulia discursiva ni desentona en el ritmo y la desenvoltura de cada episodio, como si alguno de sus tres showrunners se hubiese paseando de un lado a otro de la sala de montaje chasqueando los dedos para azuzar a sus ejecutores y que le den vidilla al asunto. Y vaya si se la dan: Billions se remanga en los primeros capítulos y se dispone a convertirse en un auténtico choque de trenes conducidos por dos personalidades enérgicas y temibles, las de Chuck Rhoades, fiscal de los Estados Unidos para el Distrito Sur de Nueva York, y el empresario multimillonario Bobby Axelrod.
A Rhodes le encarna nada menos que el ya veterano Paul Giamatti, conocido por haber participado en películas como Sideways (Alexander Payne, 2004), Cinderella Man (Ron Howard, 2005), The Illusionist (Neil Burger, 2006), Lady in the Water (M. Night Shyalaman, 2006) o Twelve Yeras a Slave (Steve McQueen, 2013), lo que supone un lujo para esta producción y ha de constituir un gusto para él, porque puede que su implacable fiscal sea uno de los papeles de mayor interés de su carrera. En cuanto al caprichoso Axelrod, se lo agenció el también curtido Damian Lewis, al que hemos visto antes en Band of Brothers (Stephen Ambrose, 2001) o *Homeland* (Howard Gordon y Alex Gansa, de 2011 a la actualidad), por ejemplo.
Y ellos dos no son las únicas caras que los cinéfilos podemos reconocer con facilidad, puesto que también les acompañan otros actores cuya presencia resulta imposible pasar por alto, como Maggie Siff (Sons of Anarchy, *Mad Men*), que interpreta a Wendy Rhoades; Malin Akerman (Watchmen) en la piel de Lara Axelrod, Toby Leonard Moore (The Pacific, *Daredevil*) como Bryan Connerty, David Costabile, (*The Wire, Damages, Breaking Bad*) como Mike “Wags” Wagner, Terry Kinney (*The Last of the Mohicans, The Firm, Oz*) como Hall; Jeffrey DeMunn (*The Shawshank Redemption, The X-Files: Fight the Future, The Green Mile, The Walking Dead*) como Chuck Rhoades, Sr., y Jerry O’Connell (*Stand by Me, Jerry Maguire, Mission to Mars*) como Steven Birch.
Cuando el orgullo va más allá del deber de Rhodes y de los intereses de Axelrod, se desencadenan las animadversiones, ambos ponen los pies en la cuerda floja y se lanzan a una muy entretenida pelea de gallos y final incierto. Pero como aún le queda camino para convertirse en una serie antológica sobre el enfrentamiento de dos titanes, Showtime la renovó para una segunda temporada que se estrenará en 2017. De momento, podremos zamparnos la primera que acaba de llegar a Movistar+; y no nos hagáis chasquear los dedos de ambas manos repetidamente para espolearos y que la veáis: seguro que todo lo que os hemos contado ya de ella ha despertado lo suficiente vuestra curiosidad.