Operación Triunfo volvió ayer a la parrilla superando todas las expectativas. Con un 24,8% de audiencia, el especial sobre la primera edición del concurso musical congregó a casi cinco millones de espectadores. El programa, que reunió a los 16 "triunfitos" que pasaron por la Academia, se convirtió en la emisión no deportiva más vista de la temporada. En Twitter, once de los veinte hashtags más populares de la noche tenían relación con OT1.

Durante la rueda de prensa en la que se anunciaron los tres especiales sobre la primera edición de Operación Triunfo, Nina definió al programa como un "fenómeno social que hizo historia en la televisión". Con una media de 12,9 millones de espectadores, OT1 no dejó a nadie indiferente. El concurso lanzó a la fama a dieciséis personas anónimas, elegidas entre los más de 5.000 voluntarios que se presentaron a los castings. El programa, ideado por Gestmusic-Endemol para Televisión Española, popularizó a nombres como David Bisbal, Chenoa, Rosa, Manu Tenorio o David Bustamante. Sus vidas no volvieron a ser las mismas.

Operación Triunfo, "la gesta" musical

Desde un punto de vista sociológico, existen numerosos estudios que han investigado el impacto que tuvo la primera edición de Operación Triunfo. Aunque los concursos representan un género viejo dentro de la televisión, no hay duda que el nuevo formato que proponía OT1 llamó la atención de la audiencia hasta el punto de convertirse en el programa más visto de la historia de la televisión desde que existen cadenas privadas. Según María Dolores Cáceres, profesora de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, el modelo narrativo por el que apostó Operación Triunfo fue "la gesta".

En otras palabras, dieciséis concursantes anónimos iban a protagonizar una acción heroica, superando las adversidades que proponían las diferentes fases del programa mediante el adorno de valores como la capacidad de trabajo, la perseverancia, el tesón o el esfuerzo. OT1 fue capaz de cristalizar el "sueño español" a través de las cámaras de televisión. El mensaje era tan sencillo como exitoso: los jóvenes debían competir entre sí para ganar el premio, representar a nuestro país en Eurovisión. "No había competitividad de unos con otros", decía ayer Rosa durante el especial. Pero lo cierto es que algunos participantes se quejaron del formato del programa y de la apuesta por un determinado género musical. Como ejemplo sirven las palabras de Alejandro Parreño, que no entendía por qué le hacían cantar boleros cuando su verdadera pasión era el rock.

operación triunfo

De acuerdo con Cáceres, OT1 propuso un "modelo moralista donde los buenos siempre ganan". Y, sin embargo, todos eran buenos, todos ganaron el concurso. Rosa, con su participación eurovisiva; Bisbal y Bustamante, como finalistas; y el resto, con un futuro prometedor que han aprovechado de forma más o menos exitosa. Incluso concursantes como Geno, expulsada al principio del certamen, ha conseguido labrarse una carrera en el mundo de la música creando una academia similar a la organizada en OT1. Al contrario que programas como Gran Hermano, en opinión de la socióloga de la UCM, la propuesta era conservadora porque suponía "una vuelta a los valores tradicionales que aleja a estos jóvenes de las modas mediáticas de exhibición de la intimidad y exposición de pasiones impúdicas".

Pero no todos pensaban igual. Gustavo Bueno, filósofo y catedrático emérito de la Universidad de Oviedo por aquel entonces, criticó con dureza el programa de Televisión Española. "Operación Triunfo es más telebasura que Gran Hermano", dijo. En su opinión, el concurso resultaba "emocionalmente obsceno" al proponer una trampa: "la idea del del pelotazo, triunfar en tres meses a base de baladas cursis". El propio David Bustamante confesaba ayer cómo cambió su vida: pasó de trabajar como albañil a ver una cantidad de dinero en su cuenta bancaria que jamás hubiera imaginado.

El papel de la nostalgia... y el morbo

A juicio de Jordi Busquet, doctor en Sociología por la Universitat Ramón Llull, Operación Triunfo afianzó el concepto de televisión como "principal fábrica de relatos de la cultura popular de la época contemporánea". El éxito de los concursantes de OT1 se repite con otros famosos actuales, que se han popularizado como "productos mediáticos". No hay duda de que los creadores del concurso supieron, y todavía saben, explotar ese "sueño de fama" que tiene la audiencia. Lo hace, sin embargo, mediante una propuesta curiosa y original, al presentar a los "triunfitos" como personas normales. Algo similar decía Chenoa durante la rueda de prensa, donde describió los tres especiales como una "ventana para demostrar que somos gente humana".

Operación Triunfo hizo pedagogía sobre el "camino" que debía seguirse para llegar al éxito. Y su modelo funcionó: en la primera edición se presentaron 5.000 personas a los castings. En la segunda edición, esta cifra se multiplicó por treinta. Más crítica es la periodista y socióloga Margarita Rivière, cuando sostiene que la fama de OT1 es un "proyecto de vida, una escuela de competición que reafirma la idea de que el anonimato es un castigo y premia el reconocimiento social a la individualidad". Según Mercè Oliva, el éxito y la fama de este concurso televisivo respondía a un modelo complejo, en el que no sólo jugaban un rol clave valores como el talento y el esfuerzo. La apariencia física, el vestuario o la forma de hablar también tuvieron un papel importante en el desenlace del programa.

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A pesar de que destacados cantantes y compositores vieron con escepticismo la primera edición de Operación Triunfo, muchos admiten ahora su éxito. Pancho Varona, en una entrevista en JotDown, señalaba que "la primera generación de OT fue la mejor con mucha diferencia". El compositor y músico de Joaquín Sabina aplaudía que los participantes se lo hubieran "currado" tras acabar el certamen televisivo. El concurso, que incluso llegó a ser utilizado como ejemplo para tramitar la Ley de Calidad educativa del Gobierno del Partido Popular, arrasó en venta de discos, entradas de conciertos o productos de merchandising. Pero hay aspectos que pasan actualmente más desapercibidos, como la gala donde los concursantes se opusieron a la guerra de Irak.

No hay duda de que Operación Triunfo marcó un punto de inflexión en la historia de la televisión. Su vuelta a la pantalla ha superado de nuevo las expectativas, demostrando también el importante papel que juegan la nostalgia o el morbo que supone volver a ver reunidos a parejas como la que formaron David Bisbal y Chenoa. El regreso de los "triunfitos" llega en un contexto en el que han arrasado modas como el Pokémon GO o la vuelta de Blink 182. Quizás la morriña de aquellos que hace quince años vivían la adolescencia es la semilla que ha hecho germinar estos éxitos. Fenómeno social o pelotazo televisivo, OT1 ha regresado. Aunque quizás nunca se llegó a ir del todo.