Igual que ocurriera con 343 industries y Halo 4, en The Coalition tenían la difícil misión de revitalizar otra de las grandes franquicias de Microsoft con Gears of War 4. Con un respeto total por la esencia de la saga, ¿está a la altura el trabajo de Rod Fergusson y su equipo?En una de sus múltiples declaraciones en la época de promoción del videojuego, Rod Fergusson, director de Gears of War 4, contaba que ordenó todo el equipo de The Coalition jugó los cuatro Gears of War lanzados hasta la fecha (la trilogía numerada y Judgment) a todo el equipo de The Coalition y sus primeros pasos en el desarrollo consistieron en rehacer e imitar enfrentamientos icónicos de la franquicia.
Así, declaraba Fergusson, el equipo entendería qué hace especial y diferente a Gears of War y podrían construir sobre las bases que millones de aficionados han disfrutado durante tantos años. De forma semejante a lo que ocurriera con 343 industries y Halo 4, The Coalition tenía la difícil tarea de estrenarse en el desarrollo de los mastodónticos productos triple A con el objetivo de revitalizar una de las grandes marcas de Microsoft.
Si volvemos a las palabras de Rod Fergusson, habló en varias ocasiones de su labor como guardián de la esencia de la saga, teniendo que rechazar múltiples propuestas de varios diseñadores por miedo a perder la identidad y todo aquello que convirtió a Gears of War en uno de los mejores exponentes de la acción desenfrenada. Es una actitud totalmente comprensible, y más en un producto de estas dimensiones, que impregna cada poro del título. Volviendo la vista a Halo, es posible que después de colocar las piezas y arrancar el motor de nuevo, sea en la próxima entrega cuando veamos al estudio más libre de constricciones.
Y es que es evidente como Gears of War 4 es, al mismo tiempo, una continuación que hace las veces de homenaje a la franquicia y un primer paso de una nueva historia y una nueva generación de personajes. Así, las bases y el núcleo sigue siendo los que todos recordamos pero, por encima, se han añadido varias capas de novedades como, por ejemplo, algunos movimientos nuevos relacionados con las coberturas: podremos saltarlas directamente si vamos corriendo y, siempre que haya enemigos parapetados, atraerlos hacia nosotros con un agarrón o saltar hacia ellos mientras los aturdimos.
Están, claro, los nuevos protagonistas: controlaremos a un JD Fénix, hijo del mítico Marcus, que irá acompañado durante la mayor parte del juego de Del Walker, joven amigo y también ex-CGO, y Kait, el lado femenino y más interesante del equipo. Y es que quizá aquí, en el primer gran cambio, es donde está uno de los pocos problemas de peso de Gears of War 4: JD y, sobre todo, Del (sobre él no se da prácticamente información al jugador) son personajes que, a pesar de los intentos por ser graciosos y carismáticos, terminan siendo extremadamente planos y poco interesantes.
Esto es Gears of War y, al final, hablamos de una experiencia que no se mide por su profundidad narrativa pero sí que, dentro de la mitología de la saga, Marcus, Dom, Cole o Baird formaban un equipo mucho más rotundo a todos los niveles; de hecho, cuando el primero está en pantalla, suele llevarse toda la atención del jugador. Nada, eso sí, que no pueda ser solventado en próximas entregas y que, por suerte, no traba el videojuego a nivel de ritmo o guión.
Sobre este punto: veinticinco años después del final de Gears of War 3, la paz que reina en Sera llega a su fin debido a la irrupción de una suerte de especie mejorada de los antiguos Locust a la que bautizan como Enjambre. Tras un potente prólogo dividido en tres escenas que funciona a modo de repaso a conflictos anteriores, nuestra misión será, lo habéis adivinado, saber de dónde viene esta nueva raza e intentar exterminarla. Simple pero efectivo.
Eso sí, quizá por la introducción de tantas novedades al principio de la aventura, las sensaciones son un tanto agridulces y se echa en falta la esencia Gears of War. Por suerte, todo se resuelve con el final del primer acto y, a partir de ese momento, la campaña adquiere un ritmo ascendente y termina dándonos algunos de los momentos más impresionantes y divertidos de la generación. Además, y esto fue una grata sorpresa, extraño es el acto en el que no se nos presentan bellísimas estampas: desde un poblado rural con una llamativa vegetación hasta ciudades en ruinas, oscuras grutas o zonas algo más tétricas y melancólicas. Jamás pensé que pararía en más de una ocasión a tomar capturas de imagen en una saga como Gears of War.
Pero antes de avanzar, toca volver a esa pátina de novedades con las que The Coalition ha ido salpicando al desarrollo: al Enjambre se le uno otra nueva clase de enemigos, los robots de protección y seguridad que cumplen órdenes del gobierno, bautizados como DeeBees. Desde la versión estándar hasta uno volador y protegido por un escudo de fuerza, el Guardián, pasando por otros rodantes y explosivos o el DBR-1, la versión más resistente y destructiva. Pese a que acabar con ellos no supone la misma satisfacción que con los antiguos Locust o el Enjambre, tienen cierto peso en la historia y suponen un soplo de aire fresco al tiempo que traen consigo un puñado de armas nuevas, siendo este el terreno donde más se han dejado llevar los chicos de The Coalition.
Un subfusil de rayos láser de altísima cadencia, una escopeta de disparo doble, un rifle de francotirador sin mirilla en el que tenemos que disparar en el momento justo de su carga, granadas de impactos eléctricos, un rifle de asalto semiautomático o una potente arma que dispara discos cortantes son solo algunas de las armas que se unen a las ya míticas escopeta Gnasher, rifle de asalto Lancer o Hammerbust en la entrega más prolífica y variada en este sentido.
Y cuando uno termina su más que satisfactorio modo historia, completable en cooperativo local y online, tiene por delante la profundísima y variada vertiente multijugador de Gears of War 4; en mi caso, el modo Horda 3.0 sigue pareciéndome la guinda del pastel, construyéndose sobre los aciertos del que vimos en la tercera entrega y apostando por llevar más allá las mecánicas de construcción y tower-defense. Un nuevo sistema de clases, con marcados objetivos y ventajas, el drástico aumento de armas y enemigos y una colección de escenarios sumamente cuidados y divertidos de jugar la convierte en una modalidad redonda que podría ocupar por sí sola su propio videojuego.
Más allá, el multijugador competitivo que todos conocemos también respeta las bases tradicionales (ahí están los clásicos Zona de Guerra o Duelo a muerte) al tiempo que introduce pequeños cambios y añadidos aquí y allá. De entre todos, Dodgeball y Carrera Armamentística son los más destacados: el primero funciona como Zona de Guerra, mediante rondas sin reaparición, pero introduce la posibilidad de revivir a un compañero acabando con un enemigo, dando lugar a situaciones muy interesantes y largas rondas. Carrera Armamentística, por su parte, irá cambiando las armas a utilizar por los dos equipos dependiendo de distintas situaciones, teniendo que adaptarnos a las muchas y muy diferentes opciones.
Por último, tanto en su multijugador competitivo como en el lado cooperativo tendremos más opciones de personalización que nunca: decenas de skins para los muchísimos personajes y armas disponibles, misiones a cumplir a cambio de una recompensa (algo parecido a lo que vimos en Titanfall) y distintas ventajas y modificadores. Todo ello en forma de cartas o cromos de distintas rarezas que podrán comprarse en distintos packs, tanto con moneda ganada ingame como con dinero real. Una corriente, la de los micropagos, asentada hoy en día pero que no deja de ser algo molesta en productos de 60€.
Conclusión
En The Coalition tenían la difícil misión de revitalizar una franquicia del calado de Gears of War y han llevado a cabo tal tarea con soltura. Se ha pulido y perfeccionado un núcleo jugable ya prácticamente impecable incluyendo nuevos movimientos, se han añadido multitud de nuevas armas y enemigos y se ha apostado por el más y mejor en sus facetas competitiva y cooperativa. Solo un trío protagonista algo descafeinado o pequeños tropiezos en el ritmo afean una campaña que, por otro lado, termina regalando momentos impagables y endiabladamente divertidos.
Tras la mejorable puesta en escena del E3 de 2015 y una fase beta con un aspecto técnico mediocre, Gears of War 4 estaba lejos de ser un juego que me ilusionara. Ahora, tras haberlo terminado y ser uno de los videojuegos más divertidos de esta generación, tengo ya esa posible y lejana quinta entrega en mi lista de videojuegos más esperados. Un soberbio blockbuster de acción desbordante de contenido.
Pros
- El ritmo ascendente de la campaña y su final apoteósico.
- Pequeñas novedades de peso: Nuevos enemigos, nuevas armas, nuevos movimientos y nuevas situaciones jugables.
- El modo horda 3.0: completo y profundo, podría ser un juego en sí mismo.
- Su lado competitivo: más variado y robusto que nunca.
Contras
- Los nuevos protagonistas son muy poco interesantes.
- Pequeños altibajos en la aventura.