Si todo va como lo previsto, la medida podría aprobarse de aquí a un mes. Es decir, el 30 de septiembre. A partir de esa fecha, las primeras solicitudes para obtener un visado a Estados Unidos podrían empezar a gestionarse una a una. Pero no hablamos de un visado común de trabajo o residencia, esos tan complicados de conseguir para entrar en Estados Unidos, sino de un nuevo tipo que dos congresistas del Partido Demócrata, Zoe Lofgren y Luis Gutiérrez, propusieron a la Cámara del país norteamericano.
Mientras el candidato a la presidencia, Donald Trum, apuesta por construir muros que les separen de sus vecinos, otros quieren atraer la mayor parte del talento internacional que les sea posible. Es cierto que dentro de las fronteras del país nacen gran parte de las mejores mentes tecnológicas a nivel mundial; auspiciadas en su mayoría por un mayor número de oportunidades, fondos para promover el emprendimiento y universidades que impulsan a sus estudiantes. En otras palabras, nada que ver con el resto de países. Sin embargo, esto no es suficiente: necesitan y quieren más. Saben que entrar en el país para montar una tecnológica, o cualquier cosa en realidad, es sumamente complicado. Y también saben que impidiendo la entrada a esas jóvenes mentes pueden estar diciendo que no al próximo Zuckerberg y, por extensión, al próximo Facebook. Eso sería rechazar una gran fuente de ingresos y, sobre todo, de popularidad; confirmando así su posición como potencia tecnológica mundial. Porque después de todo, a Estados Unidos le encanta colgarse cuantas más medallas les sea posible.
La fiesta se acaba con los requisitos
Todo pro tiene su contra y, por supuesto, conseguir este visado no iba a ser tan fácil. Todo el mundo, literalmente, tendrá que luchar por uno de 3.000 visados. De momento, y de aprobarse de forma definitiva la medida, la cifra se quedará ahí. Por esta razón, la batalla se antoja complicada.
El documento no tiene carácter permanente: su duración será de dos años, ampliable a otros tres, si las autoridades lo consideran oportuno. En este tiempo, los emprendedores tendrán la obligación de crear entre cinco o diez puestos de trabajo (dependiendo de la startup) para ciudadanos norteamericanos. He aquí el objetivo final. Al igual que todos los países del mundo desarrollado, Estados Unidos se enfrenta a un futuro incierto en lo que a creación de puestos de trabajo y desempleo se refiere. Sus "buenas" cifras actuales tenderán a la alza según pasen los años, por lo que buscar soluciones en la actualidad es una de sus estrategia a corto-medio plazo. O dicho a la manera del Servicio de Ciudadanía e Inmigración:
"La visa se asignará a propietarios de startups cuya permanencia en Estados Unidos proveería un beneficio público significativo a través de un potencial demostrado y sustantivo para el crecimiento rápido del negocio y la creación de empleo."
Si son 3.000 los emprendedores que entran al país y, como mínimo, cada startup crea cinco puestos de trabajo eso hace subir la cifra a 15.000 nuevos empleos. Lo cual, no está nada mal...
Por otro lado, los emprendedores deberán cumplir algunas cuestiones técnicas. Ser propietarios de, al menos, el 15% de la startup; por aquello de la toma de decisiones y posibles adquisiciones de capital por parte de inversores estadounidenses. Tener un papel central en la toma de decisiones dentro de su startup y ser activo en las operaciones. Y haber creado la compañía en Estados Unidos en los últimos tres años. Es decir, que quieren que esta sea nativa al 100%, puesto que compartir no es lo suyo.
Por la parte financiera, deben demostrar ese ya citado potencial de crecimiento. Lo cual no se hace pronosticando resultados futuros, sino confirmando que han recibido no menos de 345.000 dólares de inversión en una o varias rondas.
En otras palabras: este visado ni es para todos ni será fácil conseguirlo.
Ahora en serio: ¿factible o no?
La International Entrepreneur Rule o visado para emprendedores supone toda una oportunidad. Pero también un problema para aquellos que quieran optar a él. En primera instancia es posible que estos requisitos hagan que muchos emprendedores se abrumen y desechen la idea. Especialmente en el caso español, que aunque trabajando en ello de forma ardua sigue prefiriendo la startup in-house. Y tanto de lo mismo para el emprendimiento latinoamericano.
Sin embargo, para la Asociación Española de Startups esta medida tiene un carácter social que va mucho más allá, y que si va del lado de los emprendedores es algo positivo:
Pretender promover cambios legislativos en materia de inmigración, entendiendo que las trabas a la libre circulación de emprendedores de la comunidad digital socavan la competitividad y el fomento de la innovación en el país."
Añaden, además, que de momento la medida está muy verde y quedan muchos flecos por definir. Pero "cualquier medida que haga que el talento pueda ser global es bienvenida", así como el capital y las oportunidades para los emprendedores.
Por otro lado, siempre podemos hacer dos lecturas de una misma noticia. Esas dos lecturas que Javier Mejias, de Startupxplore, tiene:
La primera y quizás más pesimista es a nivel de país, y tiene que ver con la descapitalización de talento que venimos sufriendo... aunque creo que a largo plazo es más positivo: si esos emprendedores triunfan en EEUU, tendrán acceso a una red de contactos."
Y el trabajo, de España en este caso, será atraer de nuevo el talento al país. Aunque este tema es más complicado porque se le juntará con demasiadas repatriaciones: científicos, ingenieros...
Por otro lado, está la lectura al nivel de una startup. Para Mejias "lo del visado tiene tientes de propaganda, pero que puede ser muy positivo". Casi todo lo que viene de Estados Unidos tiene un halo de marketing y consumo, pero que tratado de la forma correcta puede servir de ayuda. En el caso de los emprendimientos, "es bueno que vayan... siempre y cuando tenga sentido para sus negocios". No hay que olvidar que aunque la idea sea muy buena, también puede volverse en contra.