Es inevitable. Cuando alguien dice "teletransporte", lo primero que se nos viene a la cabeza es algo parecido a lo que ocurre en Star Trek: de pronto alguien aprieta un botón, desaparece en una nube eléctrica y aparece maravillosamente en otra parte a cientos de kilómetros. Pero volviendo a la vida real, el teletransporte (especialmente si hablamos del teletransporte cuántico es un concepto que existe y con el que se trabaja todos los días. Pero no nos quedemos en punteros laboratorios y científicos con bata y gafas; la teleportación a nivel general, para uso común, podría estar mucho más cerca de lo que imaginamos.
Cómo funciona el teletransporte
Dos grupos independientes de investigadores han conseguido demostrar que el teletransporte cuántico es posible y está prácticamente al alcance de la sociedad "llana"; lo que podría traducirse a una evolución radical en las comunicaciones a corto y medio plazo. ¿Por qué las comunicaciones? Para entender este hecho, lo mejor es comenzar a entender cómo funciona el teletransporte. Comencemos por el concepto. Entendemos el teletransporte como el proceso de mover objetos (o materia, partículas) de un lugar a otro de forma instantánea, sin que sea necesario el desplazamiento. Hasta ahí, todo correcto. Ahora, vayamos a por otro concepto. La materia, los objetos y seres vivos son lo que son debido a sus propiedades físicas. Cada átomo y cada partícula subatómica es única. Sus propiedades cuánticas intrínsecas, definidas por las leyes físicas de la naturaleza, son irrepetibles, grosso modo. La combinación de estas propiedades y su interacción hacen la materia como es. Y, en resumidas cuentas, la materia hace a los objetos. El principio "clonación" explica que la materia nunca puede copiarse de forma perfecta ya que no se pueden clonar estas propiedades internas de forma exacta. Por tanto, tampoco se puede copiar un objeto de forma exacta.
Por muy parecido que sea una silla o un diamante a otros objetos iguales. Jamás serán los mismos porque sus propiedades cuánticas nunca podrán ser iguales. Sin embargo, al jugar con un extraño efecto llamado "entrelazamiento cuántico" podemos violar el principio de clonación. Jugando con las leyes físicas podemos copiar las propiedades cuánticas de una partícula en otra partícula de manera que, literalmente, copiamos la partícula. Y lo mejor de todo es que se hace sin que exista ningún tipo de señal o canal de comunicación entre medias. Ocurre de forma natural e instantánea a cualquier distancia, según predice la teoría. Así, si conseguimos copiar las propiedades cuánticas de las partículas en otras partículas situadas a cientos de kilómetros de distancia ¿no estamos teletransportándolas? El efecto ha sido comprobado y utilizado en varias ocasiones con partículas subatómicas. Por el momento no estamos ni remotamente cerca de "clonar" cuánticamente una lata de sardinas entre dos laboratorios. Ni si quiera podemos hacerlo con un conjunto de estructuras atómicas "sencillas" como el diamante. Pero sí podemos hacerlo con partículas más sencillas. Entonces, ¿para qué nos sirve?
Teletransporte cuántico en la ciudad
El uso más inmediato, por supuesto, es el de las comunicaciones. El teletransporte cuántico promete una comunicación muchísimo más rápida y segura. Por supuesto, esto no es sencillo. El teletransporte cuántico supone una serie de retos teóricos y tecnológicos difíciles de superar. Por ejemplo, tenemos que lidiar con algunas de las propiedades cuánticas más complejas (como la aleatoriedad o la imposibilidad de medir una propiedad sin cambiarla en el instante). Es parte de la naturaleza compleja y poco intuitiva de lo muy pequeño. Sin embargo, ya hemos conseguido grandes logros. Por ejemplo, hace un tiempo conseguimos teletransportar fotones, la partícula básica que conforma la luz, entre dos laboratorios a veinticinco kilómetros de distancia. También hemos conseguido comprobar que el entrelazamiento cuántico, la propiedad en la que se asienta el teletransporte cuántico, no solo afecta a pequeñas partículas subatómicas, sino también a átomos y moléculas.
Recientemente, como explicábamos, dos grupos de investigadores demostraban por separado que el uso del teletransporte cuántico a través de fibra óptica es posible según nuestra tecnología actual. Cada uno de estos dos grupos, de China y Canadá, ha trabajado en un experimento distinto. La fibra óptica como base para el teletransporte cuántico permite utilizar este fenómeno en redes de comunicaciones de uso común pero a una velocidad y con una seguridad jamás vistas hasta la fecha. Para poder emplear dichas redes, hacen falta medidas de sincronización y ajustes técnicos que nos permitan utilizar las propiedades físicas de las partículas. El primero de los experimentos, realizado en China, ha demostrado que se pueden emplear las propiedades de las señales luminosas para el teletransporte cuántico minimizando las interferencias y la pérdida de información.
El experimento realizado en Canadá ha demostrado que se puede usar fotones a otras frecuencias mayores para el teletransporte cuántico a través de la fibra óptica. Esto permite acelerar el proceso de comunicación mucho más. Si unimos los resultados de ambos experimentos lo que podemos es crear una red de teletransporte cuántico para comunicaciones mucho más rápidas, seguras y potentes. Y podemos hacerlo ya. El sistema podría aplicarse con éxito y una inversión relativamente baja en nuestra ciudad. Eso implica un internet más rápido, más barato y mucho más seguro, por ejemplo. También supone la mejora sustancial de muchos de los servicios que disfrutamos cada día, entre otras cosas. Probablemente no tardemos en ver las consecuencias de estos resultados en nuestras casas de aquí a unos años. Aunque me temo que viajar de forma instantánea está todavía un poco fuera de nuestro alcance.