A diferencia de la Liga española de Fútbol, donde reina un arcaico discurso de que introducir tecnología en el deporte sería atentar contra los principios básicos y exterminar la esencia del juego, existen multitud de disciplinas donde no sólo no existe debate (hasta cierto punto de intrusión), sino que incluso se abrazan los cambios. En Baloncesto o en Tenis ya es algo hasta clásico, pero es la NFL americana la que parece que quiere tomar el mando.

La explosión de datos no es algo que sólo haya quedado en la monitorización del hogar o del aspecto empresarial, el deporte se hace mucho más interesante a medida que se van recibiendo útiles datos que hacen aficionarse incluso a personas que no sienten mucho por él. De ser un intangible, algo que responde a la subjetividad, de repente pasa a copar clasificaciones y datos muy relevantes.

Fútbol: renovarse tecnológicamente o "morir".
Fútbol: renovarse tecnológicamente o "morir".

En el caso de la NFL, para cuantificar se utilizan dos sensores RFID localizados en las hombreras de los jugadores, activos sólo cuando hay actividad deportiva. Eso sí, de momento tienen que enviar información a receptores en los estadios y no a un dispositivo de cada equipo, pero tal y como se comprueba partido tras partido, la velocidad de entrega está incluso por encima de lo que cualquier aficionado puede esperar.

El siguiente paso en la mejor liga de fútbol americano del mundo pasa por añadir lo mismo a los balones Wilson, que ya se fabrican y prueban, aunque de momento fuera de campeonatos oficiales. Mientras que en la NFL se aprecian datos como la velocidad o la distancia, el fútbol también tiene mucho que ganar en ese aspecto. Por ejemplo, los balones frustran como nadie a los aficionados, y no por el hecho de ser el objeto sobre el que se decide si hay gol o no, sino porque han sido muchos goles fantasma evitables y que a países como Inglaterra le han dado campeonatos sin merecerlo.