índigo

Mark Fischer (Flickr)

El color azul siempre se ha relacionado con la realeza. También en el antiguo Egipto, donde el barco del Faraón se distinguía por la tonalidad púrpura de su bandera. El emblema servía de indicación al resto de embarcaciones para que se apartaran en la entrada del río Nilo, con el fin de que dejaran pasar a la familia real, tal y como cuenta Gianluca Farusi. La elección de dicha coloración no era baladí: al fin y al cabo, los tintes naturales eran caros y difíciles de obtener.

El tono azul que portaban los faraones se conseguía empleando el índigo, un colorante obtenido por la civilización egipcia hace unos 4.500 años. Este compuesto orgánico se produce a partir de plantas, al contrario que la púrpura de Tiro, un colorante extraído a partir de caracoles de las costas del actual Líbano. Ambos tintes eran difíciles de producir por su origen natural. En el caso de la sustancia de Tiro, se utilizaban más de 12.000 caracolas para obtener 1,4 gramos de compuesto, necesarios para teñir un simple pañuelo.

El tinte de la realeza y de los vaqueros

Estas cifras muestran las dificultades técnicas y económicas que sufrían las civilizaciones antiguas para extraer tintes naturales. Hasta la fecha se creía que los sabios egipcios habían sido los primeros en conocer la "fórmula mágica" para producir un colorante accesible únicamente para la realeza y los nobles. Su producción artificial tuvo que esperar hasta finales del siglo XIX, cuando el químico Adolf Baeyer descubrió el modo de sintetizar el tan ansiado índigo.

Un estudio, publicado en la revista Science Advances, derrumba las teorías sobre la fabricación del índigo en el antiguo Egipto. Según el equipo de Jeffrey C. Splitstoser, el yacimiento arqueológico de Huaca Prieta en el actual Perú esconde la evidencia más antigua hasta la fecha de producción de índigo. Los seres humanos ya obtenían y utilizaban este compuesto hace 6.000 años, algo más de un milenio antes de lo que se pensaba. Los científicos han llegado a esta conclusión después de analizar por cromatografía hilos de color azul encontrados en unas telas en Huaca Prieta.

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Fragmentos de telas analizados en el estudio por el equipo de Jeffrey C. Splitstoser.

Este yacimiento arqueológico, descubierto en 1946 por el equipo de Junius Bird, se sitúa cinco kilómetros al norte de la desembocadura del río Chicama en la provincia de Ascope. Este lugar es conocido por haber sido habitado hace más de 14.000 años, y allí pueden verse todavía viviendas subterráneas, indicios de prácticas agrícolas o vasijas. El sitio pudo ser abandonado por una crecida del mar, aunque en este yacimiento quedaron enterradas las pruebas de la civilización que habitó Huaca Prieta. Entre otras, las telas de algodón ahora estudiadas por el grupo de Splitstoser.

En el trabajo publicado en Science Advances, los investigadores muestran que el índigo hallado en los trozos de ropa proceden de la savia del arbusto Indigofera tinctoria. Este colorante, conocido en la actualidad como carmín de índigo o indigotina, es obtenido sintéticamente de forma mayoritaria y se emplea en la industria alimentaria con el código E 132. El tinte hallado en el corazón de Perú es utilizado en confitería para fabricar caramelos o en la producción de bebidas y helados. A nivel industrial o biomédico, el compuesto orgánico se aplica también para detectar fugas de ozono o de líquido amniótico en mujeres embarazadas, respectivamente.

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Gitane (Wikimedia)

El índigo era usado para teñir telas en China, además de su empleo tradicional en el antiguo Egipto. En la actualidad, el colorante sintético también se aplica para fabricar y colorear los pantalones vaqueros. Ejemplos que muestran cómo los avances en química orgánica nos han permitido "democratizar" un tinte reservado a los faraones egipcios, cuyos orígenes se remontan a las civilizaciones prehispánicas, para extender su uso a toda la población.