El futuro de la automoción es —en su mayoría— autónomo, eléctrico y bajo demanda. La tendencia es indiscutible. La parte eléctrica tiene un problema a día de hoy, que son las fuentes de generación de la electricidad final que consume el automóvil.

De poco sirve tener un coche eléctrico si para desplazarlo hace falta quemar toneladas de carbón en una central eléctrica cercana. De hecho, podría a llegar a ser incluso más contaminante. En Bloomberg finance han hecho un nuevo análisis de costes medioambientales de los coches eléctricos por país, y los resultados son alarmantes, aunque esperados y en línea con estudios anteriores.

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En Francia, uno de los países con mayor presencia de centrales nucleares, un coche eléctrico como los nativos Renault Zoe o Renault Twizy, emite un 20 veces menos dióxido de carbono por kilómetro que un coche que utilice combustibles fósiles.

Pero si conducimos el Renault Zoe hasta Estrasburgo y cruzamos la frontera con Alemania, nuestro ecológico coche eléctrico se convertirá en una máquina de emisiones contaminantes. Debido a la dependencia masiva del país bávaro de los combustibles fósiles tras el progresivo apagón nuclear de 2011, el mismo coche contaminaría trece veces más al cruzar el Rin. Un coche eléctrico medio solo contamina un tercio menos que un coche tradicional en Alemania. Son cifras muy preocupantes.

Países como Japón, China o Estados Unidos no estarían mucho mejor, pues siguen teniendo una dependencia de las centrales eléctricas de carbón muy alta. A día de hoy, comprar un coche eléctrico a nivel global no estaría reduciendo mucho las emisiones emitidas, solo las estaría moviendo de un sitio: el tubo de escape, a otro: la central eléctrica.

Esto no quiere decir que la electrificación del parque de automóviles sea un error, es claramente un avance. Tiene que venir acompañado eso sí, de un “mix” de generación eléctrica renovable y nuclear. De momento solo países como Francia, con mucha potencia nuclear instalada, o Noruega, con mucha hidroeléctrica y eólica, son capaces de que los coches eléctricos que circulan por sus carreteras mejoren de forma visible las emisiones de gases totales.