Si nos dejamos llevar por el entusiasmo dado el incesante goteo de información sobre los coches autónomos, cualquiera diría que la próxima semana mismo tendremos nuestras carreteras llenos de ellos. La realidad es bien distinta, a pesar de que la industria acelera a buen ritmo en la implantación de las tecnologías necesarias para que nuestros vehículos circulen por si mismos, existen otros factores igual de importantes que hay que superar. Temas no tan bonitos, profundos, toscos, serios e interesantes, pero que están ahí y se discutieron en la reciente edición del Ford SYNC AppLink.
Para empezar, la sociedad va a cambiar mucho de aquí a cinco años -fecha que toda la industria marca para la llegada masiva del transporte del futuro-, y con ella toda la industria. La ingente migración de la población mundial a los grandes núcleos urbanos hace que la creación de las smarticites ciudades sostenibles que repartan los recursos limitados de una forma más eficiente sea fundamental. Que haya más personas en las grandes ciudades significará que la flota de vehículos también aumentará. Y muchos pensarán ahora mismo: "si ahora tengo que aguantar un atasco de una hora para ir al trabajo, ¿qué ocurrirá en unos años?" La renovación de buena parte de las carreteras, autopistas, puentes y parkings de cada país es algo que no es discutible, una importante barrera a salvar debido al alto coste que supondrá a los Gobiernos.
Tampoco nadie nos asegura que la concienciación ciudadana con el medio ambiente, la contaminación, etc., afecte de forma importante a los transportes. En los países del norte de Europa, uno de los principales medios de transporte es la bicicleta, una industria que gracias a la aparición de nuevas startups está creciendo rápidamente. En el resto de grandes ciudades se incentiva la utilización de los transportes públicos como buses o metros para descongestionar de vehículos. Entonces, ¿tiene sentido esta inversión de la industria por el autónomo en vehículos particulares?
El marco legislativo está en susinicios. Y viendo lo que algunos Gobiernos tardan en tomar decisiones simples, transformaciones de este tipo se antojan bastante complejas. Sin ir más lejos, si es nuestro vehículo el que conduce solo, ¿quién es el responsable legal de un accidente de tráfico? A simple vista parecería que el conductor, ahora pasajero, no debería tener ninguna responsabilidad. De ser así, ¿tendrían las marcas que cargar con la culpa de los accidentes? Y si estos son graves, ¿qué ocurriría con la imagen de cada una de las marcas?. En definitiva, la regulación ahora mismo es inexistente y tendrá que ser creada con urgencia teniendo en cuenta los retos de la conducción autónoma. Esto afectará de forma diferente a cada país y todo ello sin saber si se crearán nuevas entidades especializadas en los coches autónomos.
¡Oh Dios del 5G! A ti te estábamos esperando. Sin las nuevas velocidades de conexión 5G - unas 25 veces más rápidas que el actual 4G- la llegada del vehículo autónomo no serían más que diminutos destellos en un universo oscuro. Alguna marca como Uber lo implantaría en su servicio de transporte por ejemplo, pero ninguna cosas de masas. Recientemente la Comisión de la Unión Europea anunció que para 2020 todas las ciudades europeas dispondrían de Wi-Fi gratuito, y la industria de las telecomunicaciones con actores como Intel, Vodafone, Telefónica, Ericsson, Huawei o Samsung, aseguran que 2020 será el año de la implantación masiva de esta nueva y cara tecnología. La clave del 5G para los vehículos autónomos no se centra tanto en la velocidad de conexión sino en su bajada de latencia, esto es, una mejor comunicación entre los coches en la carretera.
Por último, y no por ello menos importante, la necesidad de que la sociedad entienda cómo funciona la tecnología. Que todos sean nativos digitales. Para que una persona que esté pensando en comprarse un vehículo autónomo, deposite no solo su dinero sino su propia seguridad en un sistema que conduzca por él, al menos tiene que entender su funcionamiento. Es clave que la educación en nuevas tecnologías nos afecte a todos, independientemente de la edad. Que sea mediante la comprensión de la misma, la toma de decisiones de apostar por un vehículo autónomo o seguir con lo conocido hasta el momento.