Uno de los mayores hándicaps de las miles de aplicaciones que están surgiendo, principalmente en el entorno del transporte, es que hay demasiadas. Un nuevo competidor en el mercado no sólo es una afrenta contra el resto de jugadores presentes, es un nuevo icono en la pantalla de un smartphone que obliga a los usuarios a tener que iniciar tediosos procesos de registro. Y ya son muchas.
Uber se ha dado cuenta de esta circunstancia y está empezando a probar cómo le irían las cosas si, llegado el momento, instalar una aplicación no es una opción. De momento, esta idea sólo está disponible en la India. La mala conectividad de la mayor parte de las regiones y la ausencia, en muchos casos, de potenciales clientes con smartphone les ha obligado a tomar esta medida.
Hay que seguir usando Internet para pedir el coche, pero requiere menos descarga de datos. A través de un portal web, Uber encuentra la ubicación del usuario y únicamente con el número de teléfono se puede hacer la reserva. Para el pago, Uber se ha saltado su máxima. La India es uno de los pocos países en el que permiten que los clientes paguen en efectivo a los conductores; las cuentas bancarias es un lujo que la mayor parte de la sociedad india no puede asumir. Por cultura y por poder adquisitivo este sistema no ha cuajado. Con la nueva opción servicio los pagos, como no podía ser de otra manera, también se acogen a este modelo.
Como tantos otros servicios -el botón SOS para evitar violaciones a mujeres ha sido el más polémico-, Uber ha usado La India como centro de operaciones e investigación. La idea de que estén empezando a entender que el uso de la app, una diferente para cada servicio, apunta a la estrategia que podrían tener a la larga en otras ubicaciones. El mayor objetivo de Uber es lograr usuarios y quizá el objetivo ahora mismo sea cazar a aquellos que evitan las apps. Desde luego, una gran fuente de ingresos futuros.