Bashny

Detrás de "la cortina de hierro" había otro mundo. La Unión Soviética se erguía como una enorme potencia que controlaba hasta el más mínimo detalle de sus fronteras para evitar "la contaminación" de la ideología capitalista del mundo occidental.

El control sobre la cultura y las mercancías para cuidar la ideología dominante era de temer y sin embargo, en 1984 empezó una revolución silenciosa en los hogares: la transmisión de la telenovela brasileña La esclava Isaura,la historia de una esclava mestiza que se enamora de un terrateniente y pese a las diferencias de clase el amor triunfa.

Televisa
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La protagonizada por Luceila Santos se convirtió en un mito en los países de la URSS, la gente adoptó palabras y nombres portugueses como parte del habla cotidiano y era común que la rutina se alterara a la hora de la transmisión de la telenovela que era vista por hombres, mujeres, niños y ancianos.

La esclava Isaura era vista por hombres, mujeres, niños y ancianos

Durante la reforma económica conocida como Perestroika, que finalmente derivó en la disolución de la URSS, todas las dependencias del Gobierno sufrieron cambios profundos. Cuenta una de las versiones que un productor de la Commonwealth Channel Ostankino decidió comprar los derechos de Los ricos también lloran, una telenovela mexicana grabada en la década de los setenta, para rellenar los espacios de las cadenas de televisión que antes habían sido ocupados por la dogmática programación oficial.

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Una sola persona doblaba las voces de todos los personajes, muchas veces se oía el español original al fondo. Incluso aunque llegaba una década tarde, la historia de una mujer pobre y un hombre rico que se enamoran encantó a la sociedad soviética.

La historia de una mujer pobre y un hombre rico encantó a la sociedad soviética

El New York Times de 1994 calcula que 140 millones de soviéticos seguían las aventuras de Victoria Ruffo en Simplemente María y 200 millones vieron el final de Los ricos también lloran, protagonizada por Verónica Castro.

Actrices de telenovelas como Victoria Ruffo y Verónica Castro eran consideradas grandes estrellas en los que países que conformaban la URSS y sus imágenes fueron utilizadas para promover intereses económicos y políticos. Castro fue invitada del presidente Mijail Gorbachov y Ruffo protagonizó un comercial del fraude piramidal MMM.

Públicos universales, historias universales

La esclava Isaura
La esclava Isaura

Durante esa época llegaron series estadounidenses como Dallas y Dinastía, sin embargo, la gente no parecía identificarse tanto con los problemas de una familia millonaria dedicada a la industria petrolera en Texas como lo hacían con los dramas de las muchachas pobres mexicanas que vencían todo obstáculo en nombre del amor.

Tatiana Rusakova escribe en Russia Beyond The Headlines sobre la admiración a Castro por su actuación en Los ricos también lloran:

Dio a entender a los ciudadanos soviéticos que el dinero no hace la felicidad, con lo que nos consoló ante la severa realidad de aquella época y las góndolas vacías en los negocios.

El inesperado éxito de las telenovelas latinas en las repúblicas soviéticas abrió la puerta para otros mercados como China, donde en 2004 Luceila Santos recibió la condecoración "Joya de China" y el camino para otros contenidos televisivos.

Pocos años después, la teleserie colombiana Yo Soy Betty La Fea, la historia de una fea pero brillante mujer que se enamora de su jefe, un playboy que sólo tiene ojos para las mujeres bellas, se convirtió en un éxito mundial e incluso tiene remakes tropicalizados en Alemania, Rusia, Croacia, República Checa, Vietnam, India, China, Estados Unidos y más.

Yo soy Betty La Fea
Yo soy Betty La Fea

Las características de las telenovelas latinas tales como el formato, el estilo de maquillaje y vestuario, la forma de actuar y las locaciones después fueron imitadas para crear contenidos propios en la televisión popular de los países antes pertenecientes a la URSS.

El fenómeno de las telenovelas latinas es complejo. Incluso durante el breve periodo de 2002 a 2004 existió un Instituto de la Telenovela, fundado por el artista plástico Pablo Helguera, donde se investigaba el impacto de las telenovelas latinas en países distantes. En palabras de su creador:

Hay una clara relación entre la manera en que los melodramas telenovelescos exploran las tensiones sociales de un país y cómo esto se traduce en una terapia colectiva. Este proceso funcionó muy bien en países que recién emergían del legado comunista, en una especie de búsqueda psicológica donde se trataba de encontrar claridad en cuanto a los tabúes de clase que habían dominado durante esa era, de manera que un drama centrado en la imposibilidad de un amor por razones sociales o económicas era en extremo poderoso.