Son muchos los atletas que tienen miedo de salir del armario por razones que van desde el posible acoso que puedan sufrir, hasta la perdida de patrocinadores y contratos comerciales que los ayuden a promover sus carreras. Sin embargo, muchos expertos aseguran que en la actualidad aquellos deportistas que salen del closet revalorizan su imagen comercial cuando se convierten en iconos para la comunidad LGTB.
Los Juegos Olímpicos de Río 2016 ya ostentan un récord que no tiene que ver con el desempeño físico de sus participantes, sino con su sexualidad. Estas Olimpiadas cuentan con al menos 49 atletas que abiertamente forman parte de la comunidad LGTB. Incluso por primera vez en la historia del evento una pareja casada del mismo sexo participará en los juegos.
Kate y Helen Richardson-Walsh forman parte del equipo de hockey de la selección inglesa. Se conocen desde que eran niñas y han jugado juntas en varios equipos por más de una década. Ambas hicieron su debut olímpico en Sydney 2000, empezaron su relación en el 2008 luego de las Olimpiadas de Beijing y en 2013 se casaron. Ahora van en busca del oro para Gran Bretaña, aunque ya han hecho historia en estos juegos olímpicos.
La homosexualidad en Brasil
A pesar de que las Olimpiadas de este país se han ganado el récord a la mayor cantidad de representación LGTB en la historia, Brasil no es precisamente un lugar para homosexuales, bisexuales, transgénero o cualquiera que se salga de la norma. La homofobia es un problema constante en la nación.
Brasil es el país donde se registran más crímenes de naturaleza homofóbica.
El Grupo Gay da Bahia, una organización no gubernamental dedicada a la defensa de los derechos de los homosexuales en Brasil afirma que son el país más homofóbico del mundo según las estadísticas que realiza. Solo en 2008, 190 personas LGTB fueron asesinadas en Brasil. Datos que los mantienen como el país donde se registran más crímenes de odio de naturaleza homofóbica.
En Brasil no existen leyes que permitan el matrimonio ni las uniones civiles del mismo sexo y tampoco se permite la adopción conjunta a parejas homosexuales.
Mucho por recorrer
Los JJ. OO. de Río 2016 cuentan con la participación de más de 11 mil atletas profesionales compitiendo en 306 eventos a lo largo de 28 deportes diferentes. Que la cantidad récord de personas LGTB fuera del armario apenas roce los 50 es testamento de lo poco seguros que se sienten los deportistas a la hora de exponer abiertamente su sexualidad.
En 1990, Justin Fashanu, fue el primer futbolista de élite en salir del armario, el delantero inglés fue objeto de burlas y acoso por parte de aficionados y colegas, ningún equipo le hacía ofertas y a los 37 años su vida terminó en tragedia luego de que se suicidara.
Pero, no todas las historias de este tipo terminan mal. La tenista estadounidense Billie Jean King, considerara una de las más grandes de la historia (ganó 12 grand slams y 129 títulos durante su carrera) se convirtió en la primera atleta profesional femenina en declararse lesbiana, pero cuando fue obligada a salir del armario por su exnovia, King perdió casi todos sus acuerdos publicitarios. Sin embargo nunca se rindió ante la adversidad y luchó por la igualdad de derechos logrando que las mujeres recibieran un premio en dinero igual que los hombres en el Abierto de Tenis de los Estados Unidos. Además de esto cofundó y dirigió la World Team Tennis League y se convirtió en la primera comisionada de la mujer en los deportes profesionales.
Muchos años después, cuando King habló abiertamente sobre el coste personal de esconder su sexualidad por tantos años, la tenista dijo unas palabras con las que seguramente infinidad de atletas pueden identificarse hoy en día:
Quería decir la verdad pero mis padres eran homofóbicos y yo estaba en el closet. Además de eso tenía personas diciéndome que si hablaba sobre lo que me estaba pasando sería el final del tour. No habían un armario lo suficientemente profundo para mi. Tenía una familia homofóbica, un tour que moriría si salía del closet, el mundo es homofóbico, y sí, yo era homofóbica. Si hablas con personas gays, bisexuales, lesbianas y transgénero, encontraras mucha homofobia por la forma en la que todos crecimos. Una de mis mayores metas siempre fue el ser honesta con mis padres y por mucho tiempo no pude serlo. Traté de traer el tema pero sentía que no podía. Mi madre decía "No vamos a discutir cosas como esa", y yo me rendía fácilmente porque me sentía reacia de todas maneras. Terminé con un desorden alimenticio que surgió cuando intenté esconderme de mis sentimientos. Necesitaba rendirme mucho antes de lo que lo hice. A la edad de 51 años finalmente fui capaz de hablar apropiadamente con mis padres y ya no sentí más la necesidad de medir mis palabras con ellos. Ese fue un punto de inflexión para mi ya que significó que no tenía más arrepentimientos.