Sí. Estados Unidos ha autorizado la primera misión a la Luna realizada por una compañía 100% privada. Y sí, aunque ni la Luna, ni ningún cuerpo celeste, ni el espacio ultraterrestre pertenezca a los Estados Unidos, cualquier misión espacial que salga del ámbito gubernamental tiene que contar con autorización de los Estados. Esta autorización, como es lógico, no la tiene que dar el Gobierno de los Estados Unidos, puesto que debe ser autorizada por el gobierno bajo el que se encuentre la bandera de la misión privada.
Sin embargo, aunque esto sea actualidad de hoy, no es para nada nuevo. De hecho, la regulación que obliga a los Estados a autorizar misiones gubernamentales data de antes incluso de que la misión del Apolo 11 pusiera el pie en la Luna por primera vez en la historia de la humanidad.
¿Y de dónde sale esta obligación? Fácil, del Tratado sobre los principios que deben regir las actividades de los Estados en la exploración y utilización del espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes de 1967, o comúnmente llamado Tratado sobre el espacio ultraterrestre, que en su artículo Artículo VI hace responsable a los Estados de las misiones espaciales, tanto gubernamentales como privadas, que vuelen bajo su bandera:
Las actividades de las entidades no gubernamentales en el espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes, deberán ser autorizadas y fiscalizadas constantemente por el pertinente Estado Parte en el Tratado.
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La Luna no es de los Estados Unidos, pero la bandera bajo la que vuela Moon Express sí lo es, y por tanto, solo pueden realizar misiones, tanto espaciales como en la órbita terrestre, si cuentan con autorización del gobierno. Al igual que si una compañía española anunciase planes para ir a Venus necesitaría autorización del Gobierno de España.