Un cambio disyuntivo en la medicina e incluso en la investigación espacial. Eso es lo que puede suponer la nueva tecnología del MIT que permite la impresión de objetos en 3D que son capaces de cambiar de forma o adoptar diferentes posiciones una vez impresos, siendo flexibles en su forma y tamaño.
En colaboración con la Universidad de Singapur de Tecnología y Diseño (SUTD), el material diseñado para ser impreso en 3D es capaz de cambiar de forma y volver a su estado original, un avance sin precedentes en esta tecnología, la impresión 3D, que todavía está dando sus primeros pasos de forma masiva más allá de aplicaciones especificas y profesionales.
La composición se basa en polímeros con memoria como material de base, que además se puede mantener en baja temperatura y soportar cambios hacia otras más altas sin sufrir una degradación significativa. Lo interesante es que permite la impresión de este material a altas temperaturas en estado líquido para adoptar una forma especifica cuando comienza a enfriarse.
Lo mejor del asunto es que el material reacciona a los cambios de temperatura, algo que puede tener una aplicación directa en el campo farmacológico: diseñar un medicamento que solo se ponga en marcha cuando se produce un aumento de la temperatura corporal, como por ejemplo fiebre: la fabricación de tejidos que permitan mayor elasticidad conforme el músculo se calienta.
El MIT ha publicado mucha más información al respecto en su web, aunque esperan encontrar una solución comercial que vaya mucho más allá de este "prototipo".