Los tiburones sufren de una mala fama perjudicial. Son considerados los asesinos despiadados del mar y acusados de disfrutar el sabor de la carne humana. Las estadísticas demuestran que esto es un mito: las posibilidades de morir de gripe son 1 entre 63 mientras que las de muerte por ataque de tiburón son de 1 entre 3.700.000, la posibilidad de morir de una caída es de 1 entre 218 mientras que las de muerte por ataque de tiburón son de 1 entre 3.700,000. Por cada humano asesinado por un tiburón, los humanos matan aproximadamente a dos millones de tiburones, alrededor de 5 personas mueren por ataque de tiburón al año, incluso las vacas son responsables de más muertes de humanos cada año.
El fotógrafo de celebridades Michael Muller ha desarrollado una pasión inmensa por estos animales. Todo empezó cuando su esposa le regaló un día de nadar con tiburones por su cumpleaños. Desde que vio a un gran tiburón blanco, acercándose a la jaula sumergida con la majestuocidad de un Dios, sus miradas se cruzaron y Michael no pudo dejar de pensar en capturar la belleza inherente de la especie.
Aunque solía temer a los tiburones luego de ver la película Tiburón, Muller pudo ver con facilidad que estos animales son mucho más que simples máquinas de matar descerebradas.
Desde dicha experiencia, Michael se dedicó por completo, durante una década entera a retratar de todos los ángulos posibles, decenas de especies de tiburones alrededor del mundo. Para lograr esto, Muller ha trabajado con un equipo de técnicos especializados, incluyendo a ingenieros de la Nasa, con el objetivo de crear luces especiales, ideales para fotografiar bajo el agua. Luego de no quedar satisfecho con las opciones que ofrecía el mercado, revolucionó el campo de la fotografía subacuática.
Su origen como fotógrafo también está curiosamente relacionado con los tiburones. Cuando estaba en cuarto grado y vivía en Arabia Saudita, su padre le regaló su primera cámara. La uso para tomar una foto de otra imagen de una revista de National Geographic. La reveló y se la mostró a sus compañeros de clase, alegando que la había tomado en el Mar Rojo. Todos quedaron con la boca abierta, pero luego Michael les confesó la verdad.
En ese momento se dio cuenta el poder de sorprender que puede tener una fotografía. No tardó en decidir que, cuando fuera mayor, se convertiría en un fotógrafo profesional.
A lo largo de su larga tarea fotográfica, se le ocurrió crear un libro para recopilar su impactante trabajo. Luego de enterarse de que millones de tiburones mueren al año a manos de humanos, pensó que era su misión cambiar la perspectiva que se tiene de ellos.
Michael ha sido interrogado muchas veces sobre su miedo a nadar libremente con tiburones para conseguir estas sorprendentes imágenes. Afirma que ha aprendido a convivir con ellos, por ejemplo, una de sus técnicas es nadar hacia sus sujetos, en vez de alejarse. Toda presa se aleja de su depredador, al acercarse demuestra que no tiene miedo y así los tiburones lo respetan. Los únicos animales que nadan hacia estos titanes son las ballenas asesinas, los únicos depredadores de los tiburones blancos.
Muller ha sido el primer fotógrafo en capturar a un tiburón saltando fuera del agua de noche. Muchos biólogos se debatían de si demostraban este comportamiento en las noches y Michael fue capaz de confirmarlo.
Cuando le preguntan cómo superó su miedo para nadar tan cerca de estas criaturas, Michael responde que les perdió el temor al enterarse cuántos tiburones matamos los humanos al año. Hasta ahora, ninguno de sus conocidos ha sido capaz de adivinar el número, 98 millones de tiburones cada año.
El libro que recopila toda su ardua tarea puede comprarse en línea.