Único en el mundo. Así puede describirse tanto el avión como el viaje al que se ha enfrentado el Solar Impulse 2, que salía recientemente desde Sevilla para completar su última etapa hasta Abu Dabi, desde donde partió muchos meses atrás. Durante el vuelo, los pilotos han tenido que enfrentarse a etapas de varios días sin tocar tierra ni poder moverse de la cabina, turbulencias y muchos otros desafíos. Su hazaña es un símbolo, una señal para todo el mundo. Pero todo habría sido en balde si no fuera por la unión entre la capacidad de sus pilotos y la tecnología utilizada. Porque, como ya hemos dicho, el Solar Impulse 2 es único, construido de una forma especial para alcanzar metas inalcanzables. ¿De qué está hecho?

Un ejemplo del futuro

Para poder cumplir su cometido, el Solar Impulse 2 ha sido modelado y diseñado durante más de diez años. Para poder crearlo, científicos de todo el mundo han puesto sus esfuerzos en los materiales y la tecnología asociada. El resultado es un avión poco común, con una cabina pequeña y unas alas enormes que enarbolan placas solares. Pero aunque parezca algo simple, los detalles hacen del Solar Impulse 2 el ejemplo más sofisticado, el arte de la técnica, en aviación. El avión, capaz de llevar a una persona por los cielos, no pesa mucho más que un coche familiar normal. Esto es importantísimo, porque el peso es un factor crucial en cualquier desplazamiento y, aún más, en el vuelo, donde ha de medirse la potencia al detalle para evitar sorpresas. Pero al acercarnos a la cabina, puede que no nos percatemos del logro.

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Y es que los materiales externos son duros como el metal. Pero en realidad se trata de poliuretano, un material plástico usado en muchos productos. Covestro, antigua Bayer MaterialScience es una experta en este tipo de materiales. De hecho, recientemente presentaban una línea de producción cuya fuente de materia prima es el contaminante CO2, lo que puede servir para reducir drásticamente las emisiones. Richard Northcote, Director de Sostenibilidad del Grupo Covestro cuenta para Hipertextual algo más sobre el material del que está hecha la cabina: "La cabina está hecha a partir de un polímero muy eficiente de poliuretano estructuralmente fuerte y capaz de aislar de la temperatura y proteger a los pilotos". Esto es importante porque el metal pesaría demasiado y, además, no podría aislar eficientemente el interior. En concreto, la doble capa de poliuretano es rígida pero pesa menos que el papel. Para poder unirlo todo, se ha usado una resina especial y tornillos de plástico, también muy resistentes pero bastante más ligeros.

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"La cabina está hecha a partir de un polímero muy eficiente de poliuretano estructuralmente fuerte y capaz de aislar de la temperatura""La nave, además, incluye una espuma de poliuretano microcelular más eficiente en el panel de la puerta. Es la primera vez que se emplea este material aislante, una tecnología que comenzará a usarse en la nueva generación de refrigeradores", explica. La estructura, cuya misión es proteger y servir de hogar a los pilotos, tiene casi cuatro metros cúbicos de espacio, algo estrecho pero suficiente. Otra parte fundamental de la cabina es su cristal. "El parabrisas está construido en policarbonato multicapa, el cual incluye una película que previene el empañamiento". Este material, promete un futuro mejor tanto para los aviones como para los automóviles ya que permite tener la misma calidad visual y una gran resistencia a los golpes pero con un peso muchísimo menor. "Estamos orgullosos de los materiales que hemos desarrollado", cuenta Northcote, "toda la tecnología usada en el Solar Impulse 2 ha sido probada para ser la mejor disponible en el mercado". Con estas palabras hace referencia a un hecho indivisible del Solar Impulse 2. Y es que este avión pretende ser un ejemplo para que los vehículos y la industria de nueva generación tomen nota de materiales más eficiente, limpios y útiles.

Volar por siempre

Pero la estructura básica, aunque sea el corazón del Solar Impulse 2, no es lo único que lo convierte en una nave tan especial. De hecho, uno de los principales retos de la nave es construir un sistema eficiente y limpio que sirva de ejemplo para otras aeronaves. Los aviones, a día de hoy, consumen una cantidad increíble de combustible (con todo lo que eso conlleva). Sin embargo, el Solar Impulse 2 solo necesita la luz del Sol para volar virtualmente para siempre. "El avión captura toda la luz que necesita del sol" nos cuenta el equipo de Solar Impulse, "las células fotovoltaicas [17.248, en total] alimentan los motores mientras recargan las baterías para permitir que el avión vuele durante la noche". Así, el concepto de volar para siempre se vuelve algo mucho más realista. Pero, por supuesto, siempre está el problema humano. Mientras que el avión podría viajar sin parar, las personas necesitamos bajar a tierra y descansar. Aunque esto podría ser distinto en un futuro, claro.

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Pero volviendo a las capacidades del Solar Impulse 2, por el momento, las baterías son otro de los puntos clave en el desarrollo de la nave. Las cuatro baterías del avión pesan unos 633 Kg, imponiendo un límite considerable. No es nada extraño si tenemos en cuenta que la tecnología en las baterías todavía sigue en desarrollo. Éstas, en concreto, son muy parecidas a las de su predecesor, el Solar Impulse, pero más seguras. Para poder recargarse, el Solar Impulse 2 posee unas alas tremendamente grandes. Esto, precisamente, es su virtud y su defecto. Virtud en el sentido de que permite la colocación de todas las células solares necesarias para el vuelo. Es más, son tantas que incluso en días nublados son capaces de recoger energía suficiente para recargar las baterías.

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El problema, sin embargo, está en las turbulencias. El Solar Impulse 2 es tan ligero y con unas alas tan grandes que es especialmente vulnerable a los flujos turbulentos de aire, haciendo que el equipo tenga que planear las rutas con sumo cuidado. Otra parte fundamental del Solar Impulse 2 son los motores, cuatro para ser exactos, alimentados por su correspondiente batería. Estos motores pesan unos veinte kilogramos y consiguen una eficiencia del 93%, un hito casi sin precedentes. Aún así, estos motores prototipo solo consiguen unos 18 caballos de potencia cada uno, por lo que el Solar Impulse 2 "solo" viaja entre 50 y 100 kilómetros por hora (unos 25-35 nudos en el aire). "Tuvimos que elegir entre duración o velocidad. Elegimos duración", explican desde el equipo. Pero eso no quiere decir que esta tecnología no pueda escalarse para alcanzar velocidades mucho mayores en vista de los aviones del futuro, por supuesto.

El fin de un viaje

Como decíamos antes, el Solar Impulse 2 ya va de camino a Abu Dabi. El final de una etapa, pero ¿también del viaje? Ni mucho menos. "El plan a corto plazo, terminar con la vuelta al mundo, está acabando con éxito. Pero el proyecto Solar Impulse nació con la visión de un avión capaz de volar noche y día sin combustible. Un avión que sirva de símbolo para atraer espíritus pioneros en el campo de las energías renovables. Todos los promotores y colaboradores seguirán expandiendo el mensaje: el futuro es limpio. Necesitamos acciones que nos aseguren ese futuro". Con estas palabras, el equipo expresa su voluntad de seguir al pie del cañón luchando por un futuro más limpio.

Si la tecnología del Solar Impulse 2 fuera adaptada a un nivel significativo, **no solo podríamos alcanzar las metas propuestas por la ONU y el COP21, sino que podríamos cambiar el mundo

"La clave del Solar Impulse es que tenemos una tecnología disponible a día de hoy que podría cambiar drásticamente los efectos negativos que la sociedad inflige en el medio ambiente", afirma Northcote, "El mensaje es que unidos, los gobiernos, los ciudadanos y el sector privado podemos reducir significativamente nuestra dependencia de los combustibles fósiles. Si la tecnología del Solar Impulse 2 fuera adaptada a un nivel significativo, no solo podríamos alcanzar las metas propuestas por la ONU y el COP21, sino que podríamos cambiar el mundo". Con este mensaje, todos los participantes dejan claro que el viaje no ha llegado a su fin. Todo lo contrario. Es el inicio de un cambio que pasa por el desarrollo de nuevos materiales y técnicas. Un cambio que pronostica un futuro mejor.

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