Ya es oficial, junio también ha superado el récord de temperaturas. No ha habido un junio tan cálido desde hace más de 130 años, que es desde que tenemos registros. Con estas cifras, este es ya el decimocuarto mes consecutivo en el que la Tierra rompe los récords de temperaturas. Un año y dos meses en los que la media de temperatura ha ido incrementándose sin parar. ¿Qué está pasando? ¿Cuál es su origen? Y, aún más inquietante, ¿qué va a ocurrir? Los pronósticos, aunque nada claros, tampoco son positivos.
Machacando el récord de temperaturas
La Administración Oceánica y Atmosférica Nacional (NOAA, por sus siglas en inglés), lo dejaba claro recientemente: "hemos vuelto a batir el récord de temperaturas; por decimocuarto mes consecutivo". Esto afecta tanto a las medias de temperatura del mar como a las medias de tierra. En concreto, el pasado junio superó a la media de temperaturas de todo el siglo XX por 1,62 ºC, siendo su media más alta, incluso, que la del junio pasado (que ya batió el récord) por 0.04 ºC. Hasta la fecha, la media de temperatura del año supera en 1,89 ºC la media anual del siglo XX, otra muestra directa del calentamiento global que está sufriendo el planeta. Estas cifras superan el récord anterior, superado en 2015, por 0,36 ºC.
Los datos recogidos por el NOAA comprenden aportaciones de estaciones meteorológicas de todo el mundo. Después son procesados y analizados por expertos en el estudio del clima pertenecientes a la Administración. Además de las temperaturas, el NOAA ha seleccionado una serie de anomalías correspondientes a este año que avalan (o remarcan) la inusitada subida de temperaturas. Entre dichas anomalías nos encontramos con el semestre más cálido del que tenemos constancia y con el trigésimo cuarto junio más cálido (y consecutivo) de las últimas tres décadas. Pero lo que más preocupa a los expertos son los polos. Según los datos, la extensión del hielo ártico está un 11,4% por debajo de la media entre 1981 y 2010. Este sería el mes de junio con la menor extensión de hielo desde que comenzó a medirse en 1979. La Antártida tampoco se ha librado, habiendo perdido hasta casi 64.400 kilómetros cuadrados de hielo en comparación con la media entre 1981 y 2010, siendo la extensión más pequeña registrada desde 2011.
¿Qué cabe esperar?
La pregunta del millón y que todos nos hacemos: ¿qué va a ocurrir? Bueno, es imposible predecir con exactitud. Solo podemos prever según los modelos que tenemos. El récord de temperaturas se tradujo durante los dos años anteriores en una inestabilidad climática severa. En primer lugar, la aparición de tormentas tropicales y el aumento de su violencia es a la vez una consecuencia y una razón para el aumento de temperaturas en ciertas zonas tropicales que se ven en un ciclo climático que podría arreciar. Esto quiere decir que se pueden esperar peores tormentas, más descarga de agua y consecuencias más graves en zonas afectadas por el niño o tormentas tropicales varias. En otros lugares, como India o África, pueden verse afectadas por excesos de temperaturas unidas a una sequía creciente.
En el sur de Europa, en la zona mediterránea, existen zonas en desertización creciente, mientras que más al norte del continente las precipitaciones parecen aumentar muchísimo. Esto también ha ocurrido en Australia, que por su inusual situación el pasado año vio un incremento en sus precipitaciones. En general, el panorama mundial al completo podría sufrir una constante subida de temperaturas, lo que incrementará y hará más crudos los efectos debidos al clima. Especialmente importante, insisten los expertos de todo el mundo, es el golpe a los polos. Aunque la Antártida parece bastante estoica, a pesar de la pérdida de hielo, el Ártico está en una situación crítica.
La pérdida de masa polar supone un cambio en las corrientes a nivel global. Estas corrientes son los motores del mundo, necesarios para el correcto desarrollo de la vida y el clima tal y como los conocemos. En el caso de que desaparecieran o se modificaran no tenemos ni idea de qué podría ocurrir. Pero imaginamos que no sería nada bueno, pues hablamos de cambios excesivamente grandes para preverlos. En cualquier caso, tenemos que ser conscientes de los problemas para poder poner soluciones. Solo así evitaremos que un nuevo récord de temperaturas se convierta en algo más que una anécdota.