En cuestión de modernidad de pagos, España siempre ha sido un país relativamente a la cola. Pese a la existencia, desde hace años y años, del pago con tarjeta, lo normal hasta hace poco era ir al cajero automático y extraer el dinero con el que luego pagar. La brecha generacional ha sido fuerte, detalle que se aprecia, por ejemplo, en que las personas de avanzada edad a veces no confían en las tarjetas bancarias y prefieren optar por cartillas en las que tener la lista de movimientos actualizada físicamente. Por suerte, según un reciente informe del Banco de España, la situación ha cambiado.
España ya es un país donde las compras con tarjeta han superado, durante el primer trimestre de 2016, a las compras con dinero en efectivo. No es que la extracción de dinero de los cajeros se haya frenado en seco, sino que los pagos en terminales han crecido a un gran ritmo. En concreto, la cantidad de dinero pagada con tarjetas se ha incrementado hasta los 27.816 millones de euros, lo que supone un crecimiento del 10,37% , mientras que la retirada de dinero en efectivo apenas creció al 2.84%, con una cifra total de 26.603 millones.
Es un reflejo acelerado de lo que ha ocurrido en un ámbito y en otro en la última década. Ambos sistemas crecían exponencialmente hasta la llegada de la crisis, que ralentizó e incluso produjo reducciones en las cantidades. Ahora que un sistema ha superado a otro, es poco probable que las cifras vuelvan a invertirse, y esto se explica, en parte, con un cambio de comportamiento por parte de los ciudadanos.
El pago con tarjeta nunca supone intereses o comisiones para el usuario, mientras que extraer dinero de entidades ajenas sí. Pero aun así, es muy llamativo que, frente a hace unos años, donde el pago con tarjeta sólo se empleaba para hacer frente a pagos de cantidades de más de 50€, estas se han ido reduciendo paulatinamente. Esto puede indicar que el consumo ha bajado, pero sobre todo, que el pago con tarjeta ya se contempla para pagos de cantidades pequeñas.
El crecimiento del pago con tarjeta nos acerca más que nunca a una sociedad sin efectivo
Y a ello ha ayudado, sin duda, el pago con tarjetas sin contacto. La comodidad que supone pagar cantidades inferiores a los 20€ simplemente acercando un tarjeta y sin necesidad de teclear un número PIN es, sí o sí, decisiva. Si a ello le sumamos pagos con pulseras NFC, o el pago móvil posible con sistemas como CaixaBank Pay o Samsung Pay, el crecimiento se entiende mejor.
Pese a la disponibilidad actual, son sistemas que hay que tener en cuenta más de cara al futuro. Han pasado muchos años de dominio de cajeros automáticos. Ahora le toca al pago con tarjeta tradicional y, tras un período de crecimiento y de masificación, será el pago móvil y wearable sin contacto. Más tarde, cuando existan sistemas de seguridad apropiados, podrá hablarse de pago invisible, ese que no requiera ni siquiera sacar la tarjeta.
La buena noticia es que sin ir adelante en el tiempo, a día de hoy, España ya es un país moderno en cuanto a pagos, y se encuentra, por tanto, más cerca de ser una sociedad sin efectivo.