En el principio de los tiempos, los hermanos Wright inventaron el primer aeroplano. Tras retocar su modelo, evitar la muerte y hacer demostraciones en ambas partes del Atlántico, registraron sus patentes y **anunciaron que demandarían a cualquier fabricante de aeroplanos que no les pagara un 5% de sus ingresos totales**, con un pago mínimo de 10.000 dólares de entonces. Más de 220.000 dólares de hoy.
La explosión del uso de los smartphones entre 2007 y 2011 traía muchos nuevos jugadores al mercado de tecnología de consumo. Se jugaba con nuevas barajas, Android y el iPhone. Cada una tenía unas cartas muy distintas a las partidas anteriores. Teníamos fabricantes que eran meros aglutinadores de componentes, otros intermedios con diseño propio, mucha guerra comercial para conseguir acuerdos con operadoras y distribuidores, y hasta fabricantes totales que lo querían hacer todo.
And boy, we have patented it
Aunque el caso más famoso es el eterno laberinto judicial entre Samsung y Apple, es solo una gota en un océano de una guerra fría entre los fabricantes para sacar a sus competidores del jugoso mercado de smartphones.
A pesar de llegar a su máximo apogeo en 2011, las batallas legales han continuado hasta el presente. Es una guerra de todos contra todos, sin buenos ni malos. Nokia y Apple se han denunciado por patentes en diez ocasiones durante su guerra de 2009-2011, que acabó en concordia y acuerdo extrajudicial.
Parecía que tocaba a su fin tras cientos de juicios entre fabricantes, especialmente de smartphones, pero retoma impulso
Cuando Google compró Motorola en 2011, uno de los principales motivos fue que su entonces CEO, Sanjay Jha, estaba preparado una batería de litigios contra otros creadores de smartphones con Android. Una guerra abierta entre fabricantes dañaría la adopción de smartphones en general, de Android en particular, y llevaría a los fabricantes a considerar otras opciones como Windows Phone.
Enter the Dragon
Hasta entonces, las principales guerras habían sido entre fabricantes norteamericanos (Apple, Motorola, BlackBerry), europeos (Nokia, Ericsson, Alcatel), así como del este asiático (Samsung, HTC, Sony). Los fabricantes chinos permanecieron ajenos a todo, por varios motivos: su incapacidad para generar patentes en China o el resto del mundo a nivel equiparable, estaban protegidas por el gobierno chino y no veían necesidad de salir fuera de sus fronteras.
El viento cambió, China se convirtió en el mayor mercado de smartphones con una diferencia considerable frente al resto. Los fabricantes chinos —en especial Huawei, Xiaomi— empezaron a acumular muchas patentes tanto en telecomunicaciones generales como en especialidades de los smartphones. No solo en China, también están reinvirtiendo sus ingresos en comprar patentes a compañías establecidas para defenderse de posibles juicios.
La capacidad de defensa de una empresa pasa por el número de patentes registradas y compradas. Es cuestión de supervivencia
El mundo de las patentes es un juego de números. Tu capacidad para defenderte está directamente relacionada el número de patentes con el que contrarrestar a otras. Si tienes 5.000 patentes en un país o zona reguladora, tendrás más fácil encontrar una o varias patentes con las que defenderte —o atacar— en un juicio.
Las patentes son necesarias, pero no suficientes. Lenovo recompró Motorola a Google por menos de 3.000 millones en 2014. Todas las patentes adquiridas en el trato no han servido para que las dos empresas aumenten en conjunto sus ventas a nivel global. El principal argumentario para acumular patentes internacionales, sobre todo para Xiaomi, es poder empezar a operar en más mercados sin miedo a que cualquier demanda les lleve a costosos juicios o incluso a ser retirados de ese mercado. Es una cuestión de supervivencia.