Llevamos años jugando con la idea de modificar el genoma humano a nuestro antojo. También hemos estado coqueteando con diversas técnicas de biología sintética. Todo eso está muy bien sí; pero ¿hasta dónde podemos llegar? Hipotéticamente hablando. Saltémonos todas las normas de ética y hablemos sobre el papel. Técnicamente, ¿podemos sintetizar un genoma humano artificial completo? ¿Sí? Y, ¿cómo? Aunque parezca una historia de ciencia ficción, lo cierto es que ya hay científicos que se han sentado a pensarlo muy, muy en serio.
Proyecto Genoma, parte 2
La noticia no es nueva. Hace unos meses algunos de los biotecnólogos más importantes del mundo junto con científicos y representantes gubernamentales se reunieron a puerta cerrada durante varios días para discutir el asunto. El resultado fue una borrador de proyecto, un presupuesto y un objetivo. El "Human Genome Project-write" vendría a ser la continuación del Proyecto Genoma Humano que nos permitió conocer el contenido de nuestro ADN. Pero en este caso, más que "leer" el genoma pretendemos "escribirlo". De ahí viene lo de "write" (de "escribir", en inglés). Dicho proyecto, según anunciaron, podría comenzar este mismo año y pretende ser aún más ambicioso que su predecesor. Con tan sólo 100 millones de dólares, los principales promotores de la iniciativa pretenden comenzar con él.
El PGH (o HGP, por sus siglas en inglés) costó unos 3.000 millones. Este proyecto, a pesar de ser más complejo, tendría un coste menor, afirman. Esto se debe a que el avance de nuestras técnicas en biotecnología y manipulación genética han mejorado de una forma abismal. No obstante, todavía no se aventuran a estimar los costes totales. Pero sí a decir que será más barato. Tampoco se ha hablado nada de tiempo, aunque es asumible un desarrollo que durará, al menos, una década. O puede que más. Pero, nos surge otra pregunta, ¿qué esperanzas de éxito tiene?
Cómo desarrollar un genoma humano artificial
Primero, veamos cómo lo haríamos. No es un tema sencillo. Pero desde hace ya un tiempo dominamos bastante bien la biología sintética. Tanto es así que estamos muy cerca de poder crear bacterias completamente artificiales. Para ello lo que hacemos es coger el genoma, es decir, la carga genética de una bacteria, cortarla donde nos interesa para dejar un esqueleto básico sobre el que se insertan, gracias a herramientas como los juegos de CRISPR-Cas9 diversos segmentos de cadena sintetizados base por base antes. Una vez confeccionada la cadena, como si de un collage se tratara, esta se vuelve a introducir en una bacteria (o el conjunto de orgánulos que supone una bacteria, con lo que está comienza a funcionar.
El primer organismo sintético fue desarrollado en 2010 y era un Mycoplasma uno de los seres más "simples" que existen en nuestro planeta. Desde entonces se ha intentado crear organismos cada vez más complejos con diferente grado de éxito. Cuanto más complicados, más difícil es entender para qué sirve cada pieza del genoma, cada secuencia. Y es que a lo largo de los siglos, la evolución ha dotado a nuestras cadenas de repeticiones, espacios y varios niveles de información. ¡Dentro de la misma cadena! Para ello existen numerosos sistemas de regulación, control y mucho más. En definitiva, que un genoma no es una cosa sencilla. Y más cuando desconocemos en gran medida para qué sirve cada cosa.
El Mycoplasma artificial tiene 473 genes. El genoma humano tiene aproximadamente unos 20.000 genes
Por ahora no hemos conseguido ningún otro genoma viable que sea 100 sintético. Syn 3.0, que es el nombre del Mycoplasma artificial, tiene 473 genes. Y se necesitó casi una década para desarrollarlo. El genoma humano tiene aproximadamente unos 20.000 genes. Esto implica unos niveles de regulación y complicación completamente distintos a los que tiene Syn 3.0. Porque, como decíamos, cada pieza de un genoma tan complejo afecta al resto. Y aunque hemos conseguido secuenciarlo por completo, todavía no sabemos para qué sirve gran parte de su contenido. Así que el genoma humano artificial todavía está un poco lejos.
El dedo acusador de la ética
Pero ahora que nos hemos topado con los impedimentos éticos, volvamos a ponernos las gafas de la ética. ¿No resulta raro que un grupo de científicos se reunieran a puerta cerrada para discutir sobre la posibilidad de crear un genoma humano artificial? Bueno, desde luego la decisión parece desacertada. Aunque según George Church, investigador en la Universidad de Harvard y uno de los fundadores de la empresa Gen9, instigadora de la reunión, la decisión de excluir a la prensa y público general se debió, exclusivamente a la necesidad de evitar malinterpretaciones. Pero este gesto puede entenderse de muy mala manera. Y es que desarrollar un genoma humano artificial no es algo que tomarse a la ligera.
Hablamos de una situación potencialmente muy controvertida. ¿Qué posibilidades entraña? Muchísimas. Y muchas de las cuales son buenas. Al fin y al cabo, la intención de desarrollar un genoma humano artificial no es la de crear humanos a la carta, sino poder estudiar mejor las enfermedades que nos afligen. O las soluciones para poder curarlas. Con este conocimiento podríamos desarrollar órganos a la carta, por ejemplo, para sustituir otros problemáticos. O, incluso, tratar de curar enfermedades terribles y, a día de hoy, imposibles de sanar. Así que, aunque la razón nos pide mesura, y es un consejo muy necesario, no creo que debiéramos dejarnos llevar por los prejuicios. Quién sabe qué puertas estamos abriendo o cerrando.