Tras su presentación en el MWC 2016, pudimos analizar el Samsung Galaxy S7 edge, y nos encantaron. El Galaxy S6 y su hermano con curva, el Galaxy S6 edge, ya eran smartphones excelentes. La premisa con los nuevos es hacer mejor todo lo que ya funcionaba bien, y pulir aspectos como la batería, el bulto de la cámara o la carencia de la microSD para ampliaciones de memoria. De entre los que ya estaban, tenemos una carga rápida mejorada, carga inalámbrica que ahora también soporta carga veloz, y, de entre lo más esperado, pantalla Always-On, que muestra información básica encendiendo sólo una parte de la pantalla.
Pantalla Always-On, donde las SuperAMOLED no tienen rival
Como ya sabemos, una de las grandes ventajas de la tecnología SuperAMOLED frente a competidores como IPS es que los píxeles se encienden individualmente y que los píxeles negros, a diferencia de los otros, no se encienden. Así obtenemos un negro puro que, además de que estéticamente es perfecto, tiene la ventaja de poder iluminar fácilmente sólo unas pocas partes de la pantalla.
Y ello es lo que ha debutado con "Always-On" en la familia Samsung Galaxy S7. Siempre que nuestro terminal esté fuera del bolsillo, sin necesidad de tocar ningún botón o de hacer gestos extraños, estará mostrando información sobre la hora, con relojes personalizables (incluso podemos poner imágenes de fondo) en los ajustes del modo, citas de calendarios, batería restante, mensajes pendientes, llamadas perdidas... Todo son ventajas y adecuación a costa de un consumo de batería inapreciable. Aun así, si se desea, Samsung da la posibilidad de desactivar la función.
Carga rápida, una función imprescindible
El Galaxy S7 edge cuenta con una batería mucho mayor que los modelos anteriores, 3600 mAh exactamente, lo que, en principio, podría hacer pensar que la carga tardaría más en efectuarse, pero no. La realidad es que la carga rápida sigue mejorando. Y ahora es cuando resulta más necesaria, gracias a ese aumento de batería de 1000 mAh respecto al S6 edge, o lo que es lo mismo, un 40% más. La carga rápida nos ayudará cuando la batería de nuestro terminal esté próxima a acabarse, teniendo en cuenta que las de mayor capacidad tardan más en cargarse.
En ambos modelos, con solo media hora de carga conseguiremos tener la batería al 40%, más que suficiente para salir de cualquier apuro. Después de una hora, el Galaxy S7 se habrá cargado hasta el 88% por ciento, y el Galaxy S7 edge, por la mayor batería, hasta el 78%. Para la carga completa, el Galaxy S7 necesitará 90 minutos, y el S7 edge, sólo 10 minutos más. Pero sin duda, lo mejor de ambos es que con tan sólo 15 minutos de carga tendremos suficiente para hablar varias horas por teléfono.
La carga rápida, también sin cables
La carga inalámbrica no es algo nuevo. Ha acompañado a la familia Galaxy S desde el Galaxy S3, pero hasta el año pasado necesitábamos añadir fundas o carcasas para disfrutar de sus ventajas. Sin ser lenta, la carga inalámbrica de la familia S6 era menos veloz que la carga por microUSB. Ahora, hablamos de casi la misma velocidad en ambos modelos de carga, por lo que ya no es excusa no usar la inalámbrica.
Hay que recordar que, para personas que trabajan sentadas (en oficinas, por ejemplo), la carga inalámbrica es lo más cómodo para posar el terminal y contestar llamadas y que, todo el rato que no esté en uso, esté cargando sin necesidad de estar conectando y desconectando el cable. También resulta ideal para mesillas de noche, donde a menudo molesta tener que poner y quitar cables a ciertas horas. Además, la carga rápida se ha conseguido sin que la durabilidad de las baterías se vea reducida, gracias al hardware interno que controla que no haya excesos o sobrecarga.