Aunque es un término ligado a la transmisión de contenidos, en materia regulatoria y formal, las compañías over-the-top son todas aquellas entidades que ofrecen transmisión de datos través de Internet u otra vía de transmisión basada en Protocolo de Internet (IP) de forma independiente al proveedor de red o al propio propietario OVD (Online video distributor). En términos de mensajería y servicios complementarios, un proveedor over-the-top es todo aquel que proporciona servicios de comunicación o transferencia de datos sobre la infraestructura de un proveedor de contenidos de internet, de forma separada este último.
Netflix, WhatsApp, Facebook, YouTube... y la mayoría de servicios de internet que utilizas a día de hoy son, de hecho, over-the-top: utilizan las redes de las operadoras e ISP's para prestar servicios y contenidos, pero son entidades distintas al operador. Por ponerlo de forma sencilla, son compañías que prestan servicios transporte pero que utilizan las autopistas del estado.
Aunque los proveedores over-the-top siempre han estado en el punto de mira de las operadoras y ISP's por utilizar su ancho de banda e infraestructura, y generar ingresos de por medio sin pagar el peaje a las operadoras (que en cierto modo son las que realizan las inversiones necesarias, para que tengan valor para el usuario), la realidad es que en los últimos años, los proveedores over-the-top son los que están dando valor a esas infraestructuras de las operadoras.
Las OTTS han obligado a las operadoras a innovar, y sobre todo han dado valor a su producto
Si dejamos de lado las recientes inversiones que estas han hecho para convertirse, a su modo, en un OTT que utiliza su misma infraestructura -léase los servicios de cine y series a la carta de las operadoras, o los servicios de TV-, lo cierto es que han sido las compañías over-the-top las que han mantenido vivo el interés del consumidor por tener acceso a mejor infraestructura de red (Fibra, 4G...), y las que han facilitado la predisposición del consumidor a pagar más por su conexión a la red.
En un escenario en que las Telco, a medio camino entre su conversión a meras utilities -desde el punto de vista de servicios prestados- y compañías de gran valor en innovación y prestación de servicios, han tenido que pivotar, además, a ser proveedoras de contenido. Dice mucho del poder de las prestadoras over-the-top cuando ha quedado demostrado que su modelo de negocio, basado en proveer servicios de alto valor con alta estabilidad, es el que ha ganado la nueva batalla de las punto com.
No obstante, en estas idas y venidas entre las over-the-top y los ISPs, hay una verdad universal: el éxito de las primeras no hubiera sido posible sin las inversiones en infraestructura y servicios de las operadoras, de la misma forma que, sin las prestadoras over-the-top, las operadoras a día de hoy estarían virando su modelo hacia la mera prestación de un punto de conexión. Sin el valor añadido y el interés del consumidor, poco a poco se hubieran enfrentado a una pérdida de interés en las inversiones por una la caída los márgenes, y a un mero modelo estacionario más propio del de una utility que del de unas compañías que han sido el motor de innovación.
Afortunadamente para todos, las sinergias entre unas y otras, siguen empujando la rueda del futuro digital.
En este escenario, en el que las over-the-top han tomado el relevo de la innovación de manos de la operadoras, obligándolas en cierta medida a retomar el camino hacia la excelencia a marchas forzadas, hay otro sector que, todavía en las dudas e incertidumbres por definir el modelo, se está enfrentando a este cambio en que las nuevas, aprovechándose de los establecido, llegan con los propuestas más frescas. Todo para potenciar un cambio en el gigante dormido, que se había recreado en la seguridad que ofrecían las barrera de entrada a su modelo negocio.
Las OTTs de la revolución bancaria
Aunque en términos regulatorios no es muy apropiado, conceptualmente, los proveedores de servicios similares a los bancarios pero que-no-son-bancos o también llamados los nuevos OTTs, tiene más en común con los proveedores over-the-top que utilizan servicios de las operadoras que con soluciones independientes que llegan con una propuesta diferente para cubrir necesidades no satisfechas por los gigantes bancarios.
Los otros OTTs, finatech, FinTech, los prestadores de tecnofinanzas -palabra de Fundeu-, están siguiendo la misma línea que los proveedores de contenidos en internet: no son bancos -u operadoras-, prestan servicios financieros -o contenidos y mensajería- y lo hacen bajo la infraestructura de los bancos -o la red de los ISPs-. En la base, es la misma mecánica de mercado que en el caso de las operadoras: hay demasiadas barreras de entrada -tanto regulatorias como de efectivo- en el sector bancario como para favorecer creación de compañías pequeñas que apuesten por la innovación.
El planteamiento compartimental de las fintech no es la solución para revolucionar la banca
¿La solución? Aprovechar la infraestructura de los bancos para prestar servicios complementarios, que estén en la línea entre la necesidad de convertirse en un banco -acoger depósitos- o prestar meros productos financieros y herramientas. De hecho, en términos comparativos -y simplificados-, y por cuestiones regulatorias, muchos de los OTTs de mensajería o comunicación sorteaban la necesidad de convertirse en operadores -aunque prestasen servicios similares- bajo el pretexto de que prestan servicios complementarios y en ningún caso, servicio puros de ISPs.
Y hablemos claro, alguna de las propuestas de los nuevos actores del mercado relacionado con los servicios bancarios son mucho mejores, desde el punto de vista de la eficiencia, que la propia operativa bancaria. Además, como en el caso de los OTTs de internet, encajan más con una generación acostumbrada al móvil y totalmente alejada de los servicios tradicionales.
El problema para la banca es que su tracción y tamaño -y condiciones regulatoria y de mercado-, hace muy complicado que los grandes bancos puedan pivotar de forma rápida hacia modelos de negocio basados en estas propuestas fintech. Pero en el mismo sentido, la estructura propia del sector financiero hace muy complicado que las compañías fintech, cuando solo hacen de prestatarias de servicios independientes, puedan competir con un banco.
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Tomemos por ejemplo el uso más masivo de la tecnología fintech: los pagos móviles. Desde el punto de vista de banca comercial, este tipo de servicios son los más extendidos, pero si uno se para analizar la unidad de negocio, el sustrato es que no son más que servicios de intermediación. La punta del iceberg. De hecho, todas las propuestas de pagos móvil son simples productos sustitutivos de la clásicas tarjetas de crédito y débito, y en muchas ocasiones generan más fricción en el pago que el simple hecho de pasar una tarjeta e introducir el PIN.
Es más, si seguimos con el ejemplo de los pagos móviles, el trasfondo es que su modelo de negocio, a menos el de las propuestas más potentes que existen en el mercado, necesitan sí o sí de la infraestructura que ofrecen las compañías de tarjetas de crédito (y da igual si es AMEX, VISA o Mastercard); y a su vez, necesitan la estructura bancaria y el soporte de las entidades de crédito para funcionar. Al final, el hecho es que la mayoría de alternativas de pagos móviles son solo una capa más -y más compleja- para gestionar algo tan sencillo como los pagos.
Además, desde el punto de vista de su masificación, los pagos móviles tiene los mismos problemas que existían al principio con la tarjetas, solo que ahora estamos en 2016: no son sistemas estándar y compatibles entre sí, y en vez de buscar una especificación, se empeñan en promocionar modelos basados en jardines vallados. Y eso por no hablar de los problemas de la tokenization y la seguridad implícita a las transacciones, que de una forma u otra, acaba recayendo paradójicamente, en las compañías de tarjetas de crédito.
Y sí, se que en países en vías de desarrollo en los que no existe una infraestructura financiera sólida, los pagos móviles se han postulado como una alternativa muy interesante, pero lo cierto es que ese modelo no tiene cabida cuando hablamos de fintech como alternativa a la banca tradicional en entornos altamente bancarizados.
Al final todas las propuestas fintech necesitan de la infraestructura de los bancos
En realidad, cualquier alternativa fintech a la banca tradicional, reducida a su unidad de negocio, presenta el mismo problema que los pagos móviles. Si lo interesante que nos han traído las OTTs de internet es la desintermediación con agrupación de servicios, las propuestas fintech van en camino contrario: desagregar la operativa bancaria en muchos servicios independientes, enarbolando la bandera de simplificación del servicios bajo un suelo de cristal. Todo para el banco pero sin el banco. Solo que el problema es que el banco sigue siendo el epicentro de estos servicios independientes.
Sí, en cierto modo presentan un aire de modernidad e innovación que los bancos poco a poco han ido matando. Pero en realidad, por cuestiones de operativa bancaria, los OTTs de servicios financiero no solo necesitan un profundo conocimiento de la arquitectura bancaria para operar, también necesitan un conjunto de servicios financiero que sean intraoperables entre sí, pues una de las bondades de un banco es que permite centralizar todos los productos financieros, que además tienen trazabilidad entre sí.
Y da igual si tomamos a los servicios de préstamos al consumo como referencia. El análisis de riesgo, las garantías, o los avales o incluso el depósito de los fondos necesitan de la infraestructura de un banco, e incluso las propuestas que automatizan esto, también necesitan un banco. O los servicios de microfinanciación, que al final de formulario piden una cuenta bancaria y una tarjeta de pago. Blockchain, la nueva banca, reducida a su unidad de negocio, no deja de ser una base de datos para el registro de información y transacciones, pero sigue necesitando otra infraestructura en la que basar esas transacciones.
No hay fintech sin banca. Y no habrá banca sin fintech
Con este panorama, lo que tenemos es que la tendencia de muchas empresas fintech es la de dividir cada servicio bancario en una aplicación más pequeña alejándose del panorama global. Y en un mundo en el que la mayoría de productos financieros tienen dependencia unos de otros, compartimentar la prestación de estos servicios de forma independiente no va a ser posible cuando las bases que soportan esos servicios tienen un enfoque global.
Estos son algunos de la cientos de ejemplos que intentan explicar el razonamiento de que los fintech no van a matar a los bancos, de la mismas forma que las OTTs no han matado a las operadoras. Nos guste o no, la innovación digital en la banca va a pasar por los bancos, pues de una forma u otra será estos lo que acaben dando forma al futuro de los servicios financieros, sean móviles o no, apoyados en los servicios complementarios del tipo fintech.
Las fintech van a propiciar la innovación en la banca, no la van a sustituir
Al final, no se puede construir una estructura de servicios financieros complejos e interoperables entre sí desde un garaje de Silicon Valley con la intención de dejar fuera a los bancos. La banca tradicional -por muy poco que me guste el término- tendrá que cambiar e ir hacia un modelo más eficiente y más digital según la curva de la población vaya desplazándose, pero eso no quiere decir que Stripe, Captio, Kantox o Spotcap vayan a matar a los grandes bancos.
Las fintech están muy lejos de matar a los bancos por la sencilla razón de que necesitan a estos para nacer, crecer y, vistas las últimas compras, morir. Después de todo, la revolución bancaria será con los bancos o no será. Eso no quiere decir, ni mucho menos, que nada vaya a cambiar. La banca necesita un cambio, y los fintech son la mejor baza para ponerlo en movimiento.