Mientras se decide el modelo ganador para los pagos móviles, el sistema de pagos actual basado en el modelo tarjeta-datáfono se ha estandarizado como la opción más rápida -incluso por encima del efectivo- para la emisión de pagos C2B (Consumer to Business). A pesar de que hoy es un estándar y funciona casi de forma transparente para el usuario, lo cierto es que nunca ha sido así.
Al principio de la implantación del pago con tarjeta, y hasta hace relativamente poco tiempo, cada compañía de tarjeta de crédito tenía su propio sistema, los comercio utilizaban dos o tres datáfonos diferentes en función del tipo de tarjeta usada para emitir el pago y en general, los sistema de CHIP+PIN todavía estaban a años luz. No obstante, la tecnología ha evolucionado. Los datáfonos son muchos más modernos, compatibles con todos los emisores de tarjetas y a la vez, combinan CHIP+PIN, banda magnética, NFC y pago móvil.
Poner trabas al pago con tarjeta frena la decisión de compra
A pesar de ser un servicio estandarizado y, en cierto modo, universal, la combinación de tarjeta+datáfono genera situaciones diferentes en función del establecimiento en el que se acepta la tarjeta como método de pago. Seguro que en más de una ocasión el aviso de pago mínimo con tarjeta ha frenado tu decisión de compra justo en el momento más determinante entre las partes: el pago. También puede suceder que el establecimiento no acepte el pago con determinados operadores de tarjeta (como AMEX o Visa) o, incluso, que directamente no acepte el pago con una tarjeta distinta a la que provee el propio establecimiento.
Para entender la disparidad de condiciones de compra en diferentes establecimiento comerciales, primero debemos entender cómo funciona un datáfono, el aparato que permite el pago con tarjeta. Básicamente, los TPVs/datáfonos son, además de dispositivos de hardware, servicios financieros que ofrecen las entidades bancarias para administrar pagos con tarjeta. Por lo que están sujetos a una series de condiciones y comisiones cuyo coste para el establecimiento, dependerá del volumen de facturación, de la tarifa negociada o de los costes por operación, en función de las condiciones que imponga cada entidad bancaria u operador de tarjetas.
El coste para el comercio depende de las condiciones bancarias
Esta disparidad de condiciones en función del establecimiento, del operador de la tarjeta, y del contrato que se haya formalizado con el banco, es el que interviene en las condiciones que el propio negocio impone al usuario para poder pagar con tarjeta, permitiéndole utilizar este método de pago en todo caso, solo en compras superiores a un determinado importe, o en ningún caso.
El negocio puede asumir el coste del TPV contra margen o aplicarlo de forma indirecta al cliente
Por ello, dependerá de las condiciones y del poder de negociación del establecimiento respecto a su entidad bancaria. Pero no solo existe una relación directa entre las condiciones negociadas con el banco y la disparidad entre establecimientos. En este sentido, la especificaciones técnicas y las diferencias tecnológicas también influyen en la necesidad del establecimiento de incluir este sistema de método de pago.
De esta forma, una de las opciones que tienen el establecimiento es la de asumir el coste total de los pagos con tarjeta y no imputárselo al coste del usuario. Generalmente, se trata de establecimientos con buen volumen de ventas que le permiten dentro del margen que le deja la actividad incluir los costes financieros derivados de los medios de pago.
Pese a que sí se produce una disminución del beneficio cuando los pagos son a través de tarjeta, los precios no se ven incrementados con el fin de que sea el comprador al que se le carguen los costes de forma indirecta. Otra opción es incrementar los precios para incluir dentro del CMV (Costo de la Mercadería Vendida) el total de los costes que se derivan del pago por con tarjeta, de forma que se diluyan en el total para evitar tener que imponer un mínimo de compra para utilizar el pago con tarjeta.
No obstante, al final, los costes transnacionales del pago con tarjeta dependen del volumen de facturación. Aunque el precio varía en función de la entidad bancaria, los costes asociados por tener un datáfono en tu establecimiento son diferentes, en la modalidad de tarifa plana, entre los 10 euros al mes por 20.000 euros de facturación hasta los 120 euros por aproximadamente 240.000 euros de facturación.
La otra modalidad mayoritaria es la de aplicar una tasa de descuento en función de la facturación y del perfil del establecimiento por cada operación que se realice que puede variar entre 0,35% para tarjetas de débito y 0,85% para tarjetas de crédito, y en función de la entidad financiera y del comercio. Los números varían además si el establecimiento tiene contratados otros productos financieros con la entidad bancaria, pero en líneas generales sirve para hacernos una día de las diferencias que guarda cada modalidad.
Por ello, los comercios más pequeños, que no tienen un volumen de facturación elevado y menos uno fijo, interponen una compra mínima para amortiguar los costes asociados a los TPVs de tarjetas de crédito cuando de aplica una tasa de descuento + alquiler del TPV + amortización de la línea 3G/ADSL + coste de mantenimiento del aparato y del servicio. Unos costes que reducen el margen por venta cerrada cuando el ticket es muy pequeño, y que no compensa a no ser que el ticket medio por cliente sea superior a los costes fijos del pago por tarjeta.
Las pasarelas de pago online también tienen un coste asociado al cobro
Además de los costes puramente financieros, al uso del TPV con tarjeta en los establecimientos hay que sumar, generalmente, la cuota mensual de la línea ADSL/Fibra o SIM con 3G si es un datáfono con GPRS (cuyo precio suele ser más elevado), la mencionada comisión por operación con tarjeta (que como decimos puede ser fija o variable), que dependerá de perfil operativo del cliente, y la fianza por el datáfono que entrega la entidad bancaria (aunque gracias a los TPVs propios cada vez está más en desuso).
De esta forma, en aquellos casos en los que existe una tarifa plana por facturación, el impacto por el pago de tarjeta de tickets pequeños es menor al marcar el tope de facturación el coste mensual de las operaciones con tarjeta. Algo que en los casos de baja facturación y de descuento por operación en los comercios más pequeños obliga a amortizar al máximo el pago por tarjeta a través de tickets elevados.
Y lo mismo se puede aplicar para las pasarelas de pago virtuales.