El pez más querido y desmemoriado del cine regresa para deleite general en esta secuela de Buscando a Nemo, dirigida por Andrew Stanton, como la otra, y con el debut de Angus MacLane, trece años después de que Pixar diera su mayor campanada.Stanton es uno de los cineastas clave de este estudio de animación americano, justificadamente famoso dada su extraordinaria trayectoria. Lleva en él desde sus inicios; fue uno de los guionistas de la transformadora Toy Story (John Lasseter, 1995), se estrenó en la dirección de largometrajes con la menor Bichos, una aventura en miniatura (1998), coguionizó luego la vigorosa Toy Story 2 (Lasseter, Ash Brannon y Lee Unkrich, 1999) y la imaginativa Monstruos S.A. (Pete Docter, Unkrich y David Silverman, 2001), se encargó de dirigir, como decíamos, la que puede ser considerada la mejor de todas las películas de Pixar, Buscando a Nemo (2003), y más tarde, de la deliciosa WALL•E (2008) y, fuera del estudio y de la animación pero también para Disney, de ese aceptable y sincero entretenimiento y fracaso económico que fue John Carter (2012).

buscando a dory

Según cuenta el propio Stanton, le gusta la idea de Miguel Ángel de retirar del mármol todo lo que no era necesario y descubrir la escultura oculta, y eso es lo que pretendía hacer al darle vueltas a qué necesitaba contar de los personajes de Buscando a Nemo, y se percató de que le preocupaba Dory, de que algo había que relatarle a los espectadores sobre sus orígenes y sus carencias. Y esto no es una pose intelectual: la elección narrativa para esta secuela es, de hecho, la que más lógica tiene de todas las posibles, y no simplemente porque Dory sea, de lejos, el personaje más brillante con que contaban; de veras era preciso, en caso de continuar la historia, despejarnos los enigmas en torno a ella y la vida que había llevado antes de Marlin y Nemo con pérdidas de memoria a corto plazo.

Y como el trabajo en Pixar es muy colaborativo, Stanton echó mano de la coguionista más inteligente que, según dice, pudo encontrar para darle al filme la perspectiva femenina que hacía falta al centrarse en Dory, y esa fue la poco prodigada Victoria Strouse. Entre los dos han aportado un libreto que, si bien no llega a las cotas de genialidad de aquel que Stanton escribió a seis manos para la primera parte, sí resulta satisfactorio en todo momento.buscando a dory 'Buscando a Dory' pisa fuerte en uno de los terrenos que son la especialidad de Pixar, el de lo emotivo. Porque la fuerza emocional del estudio sigue intactaQue Buscando a Dory sea posiblemente la secuela de Pixar más esperada porque el filme precedente se perciba, quizá, como el mejor del estudio, o el que más interiorizaron los espectadores cuando llegó a las salas de cine, no parece una idea muy descabellada al saber que ha sido el estreno animado más exitoso de la historia en Estados Unidos. Y es imposible que los que han tenido oportunidad de verla se hayan decepcionado porque, ya en el mismo comienzo, en el que sólo oímos una voz encantadora, la película nos atrapa con brío, y durante su impoluta y conmovedora secuencia inicial, que causa escalofríos de puro gusto por tanto que habíamos esperado volver a ver novedades sobre Dory, somos conscientes de que ni nos va a soltar ni queremos que nos suelte de ninguna manera.

Si Buscando a Nemo se reveló, sobre todo, como un viaje oceánico en busca del pececillo desaparecido, en el que las curiosidades del mar se aprovechaban para apuntalar el devenir de la aventura, su continuación es un viaje triple**: por un lado, a lo largo de unas instalaciones humanas dedicadas a la exhibición y el tratamiento de la vida marina; por otro, el de un pulpo llamado Hank y la elección de sus prioridades; y además y muy especialmente, el de la misma Dory a través de sus recuerdos furtivos, que son lo que la incita a moverse en busca de su familia, y de la consciencia de quiénes en verdad la componen.

Se ve con claridad que les ha salido más trepidante que su predecesora pues, si bien la ansiedad de Dory por hallar a sus familiares se equipara a la que tenía Marlin por dar con Nemo, los interludios dialogados y de piezas humorísticas son más breves entre secuencia y secuencia de acción, y el tramo final alarga bastante más la trepidación y el desasosiego debido a las peripecias que se encadenan, y su clímax, con un tratamiento inesperado, de veras que sabe a gloria. De la absoluta brillantez en las técnicas de animación de Stanton y Pixar, que aquí incluyen algún sorprendente plano subjetivo, a estas alturas no podemos dudar; se presupone, se da por hecho que no nos defraudarán en ese sentido y, faltaría más, no lo hacen.

YouTube video

Si algo podemos lamentar de esta agradecida secuela, algo que tenga un peso considerable como para ser apuntado, es que los golpes cómicos sólo dan en el centro del blanco y consiguen que el espectador se eche a reír en determinadas ocasiones. Por lo general, se contemplan con una sonrisa más o menos embelesada y entusiasta, pero su ingenio es visiblemente inferior al de los que nos hacían despepitarnos en Buscando a Nemo. Las escenas de los leones marinos, por ejemplo, no se pueden comparar con las de las gaviotas de la primera película, siendo que ambas recurren al comportamiento de estos animales y “explican” los sonidos que emiten para generar humor.

Además, realmente no contribuye con ninguna nueva sátira social ni tan siquiera absurda, como las que vimos en el encuentro de los tiburones o la organización de escapistas del acuario en el filme precedente. Sin embargo, pisa fuerte en otro de los terrenos que son la especialidad de este estudio de animación, el de lo emotivo, y Stanton y MacLane son capaces de retener muy pronto nuestra empatía y zarandear nuestros sentimientos siempre que se lo proponen. Porque la fuerza emocional de Pixar permanece intacta.

Conclusión

No cabe duda de que Buscando a Dory es inferior a la primera película porque, como hemos dicho, la comicidad no resulta tan aguda ni encontramos los esfuerzos satíricos que sí había en su antecesora. Pero, dado que la planificación visual y la técnica animada siguen siendo tan apabullantes como de costumbre y, sobre todo, se muestra lo emocionalmente poderosa que cabía esperar, sirve como nueva constatación de la maestría de Pixar.

Pros

  • La lógica de la historia elegida.
  • Su impoluta y conmovedora secuencia inicial.
  • Que el clímax, con un tratamiento inesperado, sabe a gloria.
  • Su poderío emocional.

Contras

  • Los golpes cómicos menos inspirados.
  • El ingenio visiblemente inferior.
  • La ausencia de sátira social.

Recibe cada mañana nuestra newsletter. Una guía para entender lo que importa en relación con la tecnología, la ciencia y la cultura digital.

Procesando...
¡Listo! Ya estás suscrito

También en Hipertextual: