Aquí termina casi una década junto a Nathan Drake, uno de los personajes más carismáticos de la historia de los videojuegos. Nautghy Dog cierra por todo lo alto una de las franquicias más queridas y con más relevancia en el medio de los últimos años. Hace siete años, un programador que tiempo atrás había pasado meses insistiéndole a su jefe para que le permitiera encargarse de labores de game design y un director de arte alabado en sus equipo por saber comunicarse a la perfección con el departamento técnico se ganaron la oportunidad de crear y desarrollar un videojuego completamente nuevo como diseñador jefe y director respectivamente. Ellos, Neil Druckmann y Bruce Straley; el videojuego, The Last of Us. Así nacía uno de los mejores juegos de la historia y la culminación de una generación repleta de éxitos para Naughty Dog.
Poco menos de un año después de su estreno saltaba la noticia de que, tras la salida de Justin Richmond y Amy Hennig de Naughty Dog, Druckmann y Straley se incorporaban al desarrollo de Uncharted 4. Una de las mejores franquicias de Sony y el estandarte de PlayStation se acercaba a su conclusión y el riesgo de no estar a la altura no era una opción.
Con el juego ya en las tiendas se suele olvidar todo lo que ha costado llegar hasta ese momento y el desarrollo de Uncharted 4, con una fuga de cerebros, varios retrasos y el declarado desastre que Druckmann y Straley se encontraron y se encargaron de desechar al tomar el proyecto, no ha sido ningún camino de rosas.
Uncharted 4, además, tenía el listón muy alto. Mientras que Uncharted 2, el claramente superior de los tres primeros, llegó después de una primera entrega aceptable pero con mucho por mejorar y nos sorprendió a todos a base de un ritmo frenético y un apartado técnico apabullante, esta cuarta entrega tenía la difícil misión de, como poco, ponerse a la altura de lo que supuso la segunda parte y vivir a la sombra del excepcional y arriesgado The Last of Us. Por todo ello, y por un Uncharted 3 que no estuvo a la altura de las expectativas, podía ser lógico que algunos tuviéramos ciertas reservas sobre esta conclusión. Qué equivocados estábamos.
Uncharted 4 presenta algunas de las estampas más bellas que se han visto nunca en el medio
Por evidentes cuestiones de evolución técnica, la fuerza del impacto visual se va perdiendo conforme avanzan los años pero Uncharted 4 es de lo mejor que se puede ver hoy en día en consolas (y, si me preguntan a mí, ningún juego en PC alcanza lo visto aquí). Hay un puñado de momentos en los que la tasa de imágenes por segundo se resiente moderadamente pero, más allá, el trabajo de Naughty Dog vuelve a ser excepcional, de los que sirven para dar ejemplo de cómo se hacen las cosas.
Hasta los guiños son elegantes y están incorporados con buen gusto
Más allá de la particular maestría del estudio para exprimir el hardware con el que trabaja, es en el terreno puramente artístico y visual donde uno puede llegar a verse abrumado por lo que le rodea: texturas, animaciones, modelados, partículas, efectos, shaders, paletas de colores utilizadas, etc. Los valores de producción son un escándalo y, en mi caso, me veía boquiabierto al recorrer ciertos escenarios, tan variados como cuidados hasta el más mínimo rincón y repletos de detalles. El mimo y el buen gusto están aquí a otro nivel.
Y eso se extiende hasta su enfoque; en una época donde lo que se entiende por experiencia cinematográfica es la sucesión de escenas de vídeo, scripts y experiencias linealeas, Uncharted 4 da una clase magistral al respecto: aquí tenemos lo bueno de Indiana Jones y las mejores películas de acción pero, sobre todo, encontramos algunas de las mejores setpieces (así es como se bautiza en cine y videojuegos a esas escenas de acción que suponen un punto álgido) que ha visto la industria del videojuego en las que tenemos más y mejor control que nunca en la franquicia. Será muy fácil, eso sí, que terminemos echando en falta más de estas escenas, estando por detrás en número a las vistas en Uncharted 2 o Uncharted 3.
Y es que tanto en ese aspecto como en muchos otros, Uncharted 4 es un videojuego algo más sosegado. La historia que se sigue de fondo es la de Henry Avery, pirata que consiguió uno de los mayores botines de la historia, pero la que se respira a cada paso es la de Nathan Drake y lo que le rodea: su trabajo falto de emoción, su vida marital, su complicada infancia o la relación con un hermano en el que ve reflejada su antigua obsesión insana por la aventura. Pero, faltaría más, lo rutinario convive con lo extraordinario, volvemos a tener el humor, los chascarrillos de siempre y una incomparable química entre los actores (el trabajo de Nolan North y Troy Baker es de quitarse el sombrero); solo un desarrollo demasiado convencional y tópico en ciertos tramos del guión alejan a esta historia de ser algo absolutamente memorable.
La música, más pausada y reflexiva, quizá no tiene tanto impacto
En lo jugable, también, el balance entre exploración, plataformas y acción es muy distinto a lo que nos ha acostumbrado la franquicia. Es curioso que estemos ante el Uncharted en el que más se disfrutan los tiroteos y a su vez sea el que menos nos ofrece. Es el precio a pagar por esas zonas mucho más amplias que traen consigo la posibilidad de afrontar de forma sigilosa y con más libertad ciertos encuentros, varias secciones al volante de un jeep que no podría conducirse mejor, un gancho que añade una capa más a la hora de moverse y una mayor importancia de la exploración.
Aunque quizá esto último siga siendo la asignatura pendiente del estudio; dejar atrás la suma linealidad de los anteriores era una decisión lógica en un videojuego de aventuras en el que encarnamos a un explorador pero, pese al mayor tamaño de las zonas, se siguen sin encontrar motivos de peso para escudriñar cada palmo: los tesoros coleccionables, salvo un puñado de excepciones, no son más que simples objetos desperdigados sin gracia que no aportan ningún tipo de contexto o trasfondo a la historia o las localizaciones y, la mayor parte del tiempo, apartarnos del camino principal solo conlleva una pérdida de tiempo y ritmo.
No ayudan, tampoco, la repetición constante de esa situación en la que tenemos que encontrar una caja o bloque de piedra para subir a un lugar inalcanzable (el equivalente al “problema de la escalera” en The Last of Us) o las repetitivas vueltas adicionales antes de poder seguir el camino marcado. A la larga, obstáculos postizos que no aportan demasiado y solo sirven para alargar artificialmente la experiencia. No así unos puzzles que, aunque escasos y algo básicos, nunca dejan de ser llamativos y curiosos.
No deja de ser significativo que lo poco malo sea, casi siempre, quedarse con ganas de más
Pero volviendo al gameplay puro y duro, puede sonar un tanto impopular pero, hasta ahora, siempre había visto en Uncharted una franquicia cuyos mecánicas nucleares, los saltos y los tiroteos, eran poco más que mediocres pero tenían la suerte de verse “maquilladas” a base de ritmo, espectacularidad, carisma y músculo técnico. Por suerte, en Uncharted 4 se dejan atrás el gunplay mejorable, la resistencia excesiva de los enemigos o la frustración de ciertas fases de plataformeo. Si se hubieran pulido un poco más la IA enemiga, esos saltos aparentemente posibles que terminan siendo inalcanzables y ciertas secciones que caen en el ensayo y error, estaríamos hablando de un aspecto jugable cercano a la perfección.
El feeling en cada tiroteo, el feedback que se recibe de cada disparo, lo sumamente fluido y cómodo de cada fase de saltos y escalada o lo contundente de los combates cuerpo a cuerpo (algunos muy concretos, eso sí, terminan siendo algo incómodos debido a la imposibilidad de contraatacar) y, en conclusión, lo orgánico de cada enfrentamiento, ahora más abiertos y en los que se mezcla y combina todo lo mencionado, hacen que jugar a Uncharted 4 sea una absoluta gozada durante la mayor parte de la aventura.
Que Uncharted 4 es una despedida y lo último de Naughty Dog se nota a cada paso: nos encontraremos múltiples y elegantes guiños y referencias a la propia franquicia y las aventuras vividas por Nate y, por supuesto, la innegable influencia de The Last of Us se siente a cada paso; desde la misma pantalla del menú hasta la interfaz de usuario pasando por, añadido importante, las conversaciones contextuales con nuestros compañeros (aquí, como en la aventura de Joel y Ellie, vamos casi siempre acompañados) o, sin entrar en spoilers, un par de fragmentos jugables sacados claramente del que sigue siendo, si me preguntan, el mejor videojuego del estudio.
En el último capítulo de la serie de vídeos 'making of' del título, Bruce Straley quedaba al borde de las lágrimas al hablar de su trabajo en lo que supone la despedida de un personaje que nos ha acompañado durante casi diez años. Ese sentimiento se traslada a cada rincón del juego y nos termina llegando a nosotros. Solo queda, pues, aplaudir a un estudio que, gusten más o menos sus videojuegos, pone el máximo cariño, empeño y trabajo posible en cada uno de sus proyectos. Y se nota, vaya si se nota.
Conclusión
Uncharted 4 es la última aventura de Nathan Drake. La despedida de uno de los mejores personajes de la historia del videojuego cumple con las desorbitadas expectativas que habíamos depositado en Naughty Dog y presenta un apabullante apartado técnico, una sustancial mejora en los pilares jugables sobre los que se construye la marca y una evolución natural en elementos como el desarrollo y la relación entre personajes.
Neil Druckmann y Bruce Straley, como el propio Nate, vuelven para una última aventura cuando creían que eso había quedado atrás y cuajan el mejor Uncharted y uno de los mejores videojuegos de aventuras y acción que hayamos podido disfrutar. Quizá, eso sí, el tener que subirse a un proyecto en marcha haya podido perjudicarles y por ello nos topemos con un ritmo algo irregular por motivos fácilmente evitables o un desarrollo argumental demasiado convencional que no termina siendo lo memorable que a uno le gustaría.
El final de la historia de Nate, Sully, Sam, Elena y compañía es el broche de oro a una gran saga y, desde ya, uno de los mejores videojuegos de la generación y de la historia. Les echaremos mucho de menos.
Pros
- Técnicamente es lo mejor que se ha visto jamás en consolas.
- Gráfica y artísticamente es abrumador. La atención al detalle, enfermiza.
- Los tiroteos y las secciones de plataformas, pilares de la franquicia, se han mejorado mucho. Una delicia jugable.
- Los personajes y su desarrollo: carisma, tono, química y naturalidad.
- Algunas de las mejores escenas de acción vistas nunca.
Contras
- Ciertos altibajos en el ritmo.
- Lo convencional de la historia le impide ser más memorable todavía.