Al verla aparcada pocos piensan que ese amasijo de hierro y tubos puede ser una moto. Pero lo es. La Roadog, construida por "Wild" Bill Gelbke, no solo es una tremenda y monstruosa motocicleta. Pero por monstruoso hay por que entender "malo". Porque la Roadog es también una pieza de la historia del motor, un pedazo de folclore moderno. Su aspecto es tan increíble como su historia y la historia de su creador, que fue abatido por la policía en el frío noviembre de 1978. Eso sí, antes de irse, Gelbke dejó éste y otros ingenios para la eternidad. Así rodaba la Roadog.
Roadog, el monstruo sobre la carretera
Gelbke estudió ingeniería y trabajó, incluso, diseñando sistemas para misiles tierra-aire. Pero lo que lo catapultó a la fama (póstumamente) fue la Roadog, una increíble, enorme y masiva motocicleta impulsada por un motor de Chevrolet 153. Solo dos de estas máquinas han sido construidas, aunque varios intentos más se han llevado a la práctica con más o menos éxito. Su tamaño y su aspecto ha sido siempre cuestionado. De hecho, como solo existen dos modelos, su existencia ha sido puesta en duda en más de una ocasión. En la era de internet, la Roadog fue considerada por mucho tiempo como un hoax. Pero no. Esta bestia de dos ruedas existió de verdad. Es más, funcionó. Tal y como han documentado varios historiadores a posteriori, la Roadog llegó a rodar en las grandes carreteras de los Estados Unidos durante doce años.
La Roadog mide cinco metros y pesa mil cuatrocientos kilos. Pero alcanza, al menos, los 185 kilómetros por hora
Y es que esta moto, según el propio Gelbke, fue diseñada para ir extremadamente cómodo en largas travesías. La Roadog mide más de cinco metros de largo y pesa unos mil cuatrocientos kilos. Es tan pensada y grande que los mandos miden casi un metro de largo y no pueden ser accionados, normalmente, si la moto no está en movimiento. Para poder sostener este precioso amasijo de tubos, la Roadog posee un sistema de barras hidráulico especial. Según cuentan, la Roadog era capaz de alcanzar, al menos, los 185 Km/h. Aunque la moto fue construida como un capricho personal de Gelbke, este monstruo de dos ruedas rodó mucho. Entre sus viajes se cuentan nada menos que 32.000 kilómetros en un solo año.
Y es que Gelbke la montó hasta su muerte, en 1978, momento en el que sus familiares la retiraron a un almacén. Fue entonces cuando comenzó la leyenda. Los comentarios, los rumores y las fotos difícilmente conseguidas recorrieron el país. Años más tarde, a luz de las historias, Buzz Walneck, otro motero entusiasta, consiguió localizarla y comprarla. De esta manera se resucitó la leyenda, escribiendo sobre ella. Años después, Walneck vendió la Roadog al Museo Nacional de la Motocicleta, donde hoy día permanece como un fragmento de historia.
"No hay seguro que la cubra"
Pero, como decíamos, este no fue el único modelo de Roadog construido. La otra fue comprada también. Esta vez, el comprador fue Anthony Shablak quién afirmó que su única intención era poder montarla. "Pero no hay ningún seguro que la cubra", explicó tiempo atrás en una entrevista. El dueño es un auténtico amante de esta (y otras) motos. Un historiador amateur que ha perseguido al fantasma de Gelbke, encantado por la presencia de la enorme Roadog. Pero, por desgracia, la moto no ha podido salir del garaje. Al menos como antes. En primer lugar, como decía Shablak, no hay un solo seguro que quiera avalar el vehículo. En segundo, la moto parece que no funciona. Algo falla, pero no queda claro qué puede ser.
Y es que hablamos de una obra maestra de ingeniería montada desde cero, con una extensa cantidad de tubos cromados conectando un viejo motor de coche a una aún más vieja transmisión de Chevrolet y propulsado por medio eje de camión cortado y rediseñado por el propio Gelbke. Pero la Roadog no se queda solo en lo masivo. Esta moto fue la primera de la historia en incluir un doble faro delantero, una horquilla "Earles" y transmisión automática con marcha atrás. En definitiva, una pieza de arte e ingeniería hecha a medida por y para un verdadero amante de la carretera. Y que ahora solo queda como un bonito recuerdo, sin poder rodar.
Gelbke, el ingeniero
La historia de Gelbke podría haber pasado desapercibida. Pero no. Y no solo por la Roadog. William Bill Gelbke fue una persona inconformista. Comenzó su carrera como ingeniero electrónico, contratado por una subsidiaria del Gobierno Estadounidense. Sus primeros trabajos se dedicaron a la guía de los misiles tierra-aire. Pero, según cuentan, dimitió de su puesto cuando en la empresa no le dejaron ver los planos totales del proyecto en el que estaba participando. Así que se volvió a su otra pasión relacionada con la ingeniería: los motores. Montó algunas tiendas de automoción dedicadas a las motocicletas y comenzó a diseñar sus propios vehículos. Así, no solo la Roadog salió de sus diseños. La Auto Four es otra de las invenciones de Gelbke, una moto con motor de coche de la que se construyeron (y vendieron) ocho réplicas y que tenía intención de ser producida en masa.
Pero la historia no le hizo justicia a este ingeniero. Según cuentan las crónicas, en 1978 Gelbke fue acusado de tráfico de marihuana. Según se observó a posteriori, esto era falso. Gelbke solo transportaba vegetales en un camión de su propiedad como medio de obtener un beneficio adicional. Sin embargo, ante las sospechas, doce policías armados se presentaron en su granja de Green Bay. Existen dos versiones de lo que ocurrió aquel frío día de noviembre. La primera, sostenida por el agente Jack Nagel, cuenta que Gelbke le disparó en la rodilla, momento tras el cual, al ver al agente caído, el resto de compañeros abatieron a Gelbke con numerosos disparos.
Otras versiones dicen que vieron a Gelbke tirar la pistola y a Nagel resbalar por una placa de hielo
Sin embargo, otras versiones posteriores dicen que vieron a Gelbke tirar la pistola, comprada poco tiempo antes, al suelo de su puerta, tal y como había sido advertido. Y que, además, Nagel resbaló por una placa de hielo, lo que desató la tormenta de plomo sobre Gelbke. Es curioso porque una filmación realizada el mismo día en el que murió este ingeniero muestra a Nagel, esa misma tarde, asistiendo a un partido de futbol local. En cualquier caso, fue un terrible acontecimiento que acabó con la vida de "Wild" Bill Gelbke. Pero le dio alas a un mito sobre dos ruedas. Una preciosa monstruosidad convertida en leyenda.