El objetivo del videojuego no es salvar a la princesa ni encontrar las piezas de la Trifuerza, Eterna Medicine promueve que los jugadores ayuden a desarrollar un nuevo test de tuberculosis.

La tuberculosis afecta a un tercio de la población mundial y mata a un millón y medio de personas cada año. Pese a esto, las organizaciones de la salud siguen sin disponer de un test de sangre fácil de usar que detecte infecciones activas en multitud de pacientes, especialmente los que residen en pueblos remotos. Los jugadores tienen el objetivo de diseñar una molécula capaz de diagnosticar el patron en el torrente sanguíneo del paciente de forma fácil, rápida y barata. Algo que no han conseguido los expertos en salud.

Dr. Das, máximo responsable del proyecto, afirma que las moléculas que los mejores jugadores hagan serán probadas en el laboratorio.

Su proyecto es uno de los cientos del crowdsourcing en la ciencia. Más de 1,2 millones de personas juegan y ayudan a analizar estructuras proteicas, ayudar en la lucha contra el cancer de mama, detectar el mosquito tigre en Andalucía, investigar enfermedades genéticas y un largo etcétera. El mismo objetivo tiene TuberSport, una app para smartphones.

La primera versión del videojuego fue lanzada hace cinco años y permitía a los ajenos a la ciencia profesional diseñar biomoleculas lo suficientemente estables para desarrollar su función dentro de una célula viva que fuesen potencialmente útiles. Durante este tiempo, los jugadores se han convertido en auténticos expertos en el diseño de moléculas complejas. Tan buenos que llegaron a co-escribir un artículo científico con una serie de normas a la hora de predecir la dificultad del diseño de una molécula dada.

Das, Stanford y los miles de jugadores tienen un nuevo reto: diseñar una molécula que salve vidas.