No son pocas las personas que, a día de hoy, entienden que el mundo que nos rodea es de por sí tan extraordinario y luce o esconde tantas maravillas descubiertas y por descubrir que, honestamente, resulta del todo innecesario abandonarse a explicaciones mágicas y sin los pies en la tierra para tratar de comprenderlo. **El divulgador de la ciencia español Sergio Parra es una de estas personas, y solamente de esa forma podría haber contado con el interés y el conocimiento suficientes para haber escrito algo como el libro que queremos recomendaros hoy: *El elemento del que sólo hay un gramo y otras historias de física, química y sustancias asombrosas*, que publicó a finales de 2015.
Es incontestable que su título no puede llevar a engaño ni persigue abstracción alguna: todo lo que tiene de largo lo tiene de preciso; en sus amenas páginas encontraréis docenas de referencias a elementos, materiales, sustancias, objetos y anécdotas de los que hacen las delicias de quienes no son capaces de reprimir su curiosidad científica, o su curiosidad a secas**, y que de todos modos llevarían a alucinar al más cínico resabiado, a ese colega nuestro que parece estar a vueltas de todo y que asegura que poco le sorprende ya. Porque, tal como dice el autor en el prólogo del libro, “hay otra parte del mundo que ni siquiera está a nuestra vista y de la que casi nadie conoce su existencia, incluidos los que siempre ganan todos los quesitos del Trivial Pursuit”.
Cualquiera pagaría por ver la cara de este colega en el momento en que supiese de esos objetos y “pequeñas partes del planeta que parecen haber sido teletransportados por un portal dimensional del doctor Who”. Como *el sable láser similar a los de Star Wars que viajó en el transbordador Discovery*, el mineral de la misma composición que la kriptonita que se las hace pasar canutas a Superman, la capa de invisibilidad como la que utiliza el célebre mago Harry Potter, el droide BB-8 de *Star Wars: The Force Awakens* y la Estación Espacial Internacional como salida de una novela de ciencia ficción.Esos objetos y “pequeñas partes del planeta que parecen haber sido teletransportados por un portal dimensional del doctor Who”
Y los materiales hidrófobos o increíblemente moldeables, los ordenadores tan pequeños como un grano de arroz, las reprogramaciones cerebrales, los microorganismos que manejan a sus huéspedes, **las técnicas para conseguir lo que en ¡Olvídate de mí!, la cosa más brillante que existe en la naturaleza y que uno puede zamparse, los manjares futuristas, la sustancia que arde sin provocación alguna y la elaborada en un laboratorio que es 250.000 veces más caliente que el interior del Sol, el sitio más frío del Universo en nuestro planeta, el ácido que deja en una nimiedad a la sangre de Alien o la escasa cantidad de un veneno que acabaría con todos nosotros.
Igual que cuando tuviese noticia de que sólo el 0,5 por ciento del agua del mundo es potable, que gracias a un pedrusco extraterrestre pudimos bautizar al mineral más abundante de nuestro planeta, que un gramo de oro vale unos diecisiete euros mientras que uno meteorítico vale más de mil, que nuestro cerebro está compuesto por un setenta por ciento de agua, que el núcleo del Sol libera el equivalente a cien millones de bombas nucleares cada segundo, que tenemos en nuestro poder un pequeño meteorito de la edad de la Tierra, o que el guante de un astronauta la orbitó a 28.000 kilómetros por hora durante un mes**.
También, que **una región de Venezuela es donde más rayos caen anualmente del mundo, que dos piezas de la fruta más exclusiva cuestan unos 18.800 euros, un kilo del medicamento más caro, más de doce millones de euros, y la tinta de impresora, el doble que el perfume Channel Nº 5; que toda nuestra tecnología depende del coltán, el oro rojo porque los quebraderos de cabeza sociopolíticos que provoca hacen que esté “teñido de sangre”; que el agua más vieja del planeta tiene 2.600 millones de años, que el experimento más largo de la historia lleva en marcha desde 1927, que los otros animales también se drogan, y mucho más*. Y por si tener noticia de todo esto fuera poco, el autor nos recomienda otro buen número de libros para profundizar en aquello que nos cuenta.
Hemos oído, leído e incluso pronunciado montones y montones de veces ese tópico acerca de que la realidad siempre supera a la ficción, y seguro que lo seguiremos haciendo. No sé si todas las cosas fascinantes de las que nos habla Sergio Parra en El elemento del que sólo hay un gramo la superan, pero sí que al menos van pisándole los talones a aquellas que tanto nos seducen en la fantasía y la ciencia ficción. Porque *este mundo y el de los avances científicos, mal que le pese a los vendedores de misterios inventados, es maravilloso por sí solo, ¿y quién se resiste a leer este libro para darse cuenta de ello?**