El 11 de septiembre de 2001, todo el mundo quedó en completa parálisis mientras contemplaban los actos terroristas ejecutados por el grupo terrorista Al-Qaeda en la ciudad estadounidense de Nueva York. Durante aquella masacre, 3016 personas perdieron sus vidas, sembrando el pánico tanto en la nación estadounidense como en el resto del mundo.

El 11-S estuvo desarrollado por varios aviones, los cuales trataron de impactar algunos de los edificios clave de la nación estadounidense. Dos de ellos impactaron con las archiconocidas torres sur y norte del World Trade Center (Nueva York), provocando la mayor parte de las muertes totales.

Casi quince años más tarde, aquel acto terrorista continúa provocando muertes alrededor de los Estados Unidos, aunque de una forma diferente. Lo hace en forma de cáncer, mesotelioma y múltiples problemas respiratorios. Y es que el impacto de los aviones de American Airlines y United Airlines contra las torres del World Trade Center liberó una cantidad incalculable de asbesto y otras sustancias químicas perjudiciales para la salud.

Hasta 410.000 personas han podido estar expuestas a toxinas causantes de enfermedades como el cáncer

Organizaciones como The World Trade Center Health Registry estiman el número de personas expuestas en casi medio millón, las cuales estaban en las inmediaciones de aquel acto terrorista. De esas 410.000 personas, los grupos más afectados son los policías, los bomberos, los constructores, los servicios de limpieza y los residentes de aquella zona de Manhattan. Todos ellos quedaron expuestos durante horas a aquellas toxinas, lo que puede causar la aparición de enfermedades a medio y largo plazo.

En septiembre de 2009, organizaciones como 9-11 Health Now confirmó que 817 trabajadores del World Trade Center han fallecido por diversas causas. Otras 40.000 personas han quedado bajo vigilancia médica, y 20.000 han requerido tratamiento médico como consecuencia de su exposición a las toxinas generadas por las torres del World Trade Center.

Además de esto, diversos estudios han demostrado una relación entre los trabajadores del World Trade Center y la aparición de cáncer. Concretamente, se habla de un 19% más de probabilidades de desarrollar cáncer que el resto de la población próxima a aquel acto terrorista.

Los efectos más graves de las toxinas liberadas durante el 11-S florecerán especialmente entre los años 2021 y 2051

No obstante, los efectos más graves de las toxinas liberadas no serán visibles hasta que transcurran entre 20 y 50 años de aquella masacre. Es en ese intervalo de tiempo cuando los efectos de la exposición a asbestos —empleado en la construcción de las torres norte y sur del World Trade Center— comienzan a surgir, causando enfermedades como mesotelioma, cáncer de pulmón, cáncer de tiroides, cáncer de próstata y leucemia.

El doctor Craig Stevens, especialista en mesotelioma en el Moffat Cancer Center, predice que el pico de enfermos relacionados con el 11-S debe tener su pico en 2041, aunque en 2021 el número ya debería comenzar a aumentar de forma progresiva.

Ante esta situación, tanto el congreso como diversas organizaciones estadounidenses han comenzado a ofrecer ayudas para el tratamiento médico de los afectados. Concretamente, se han destinado 8.100 millones de dólares en ayudas para los limpiadores, los residentes de Nueva York y los equipos de salvación. No obstante, el daño provocado por el World Trade Center no desaparecerá, y seguirá entre nosotros durante, como mínimo, 50 años más.

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