El mundo que nos rodea es un paisaje repleto de color. Los árboles lucen de un verde intenso, el sol de un profundo blanco con tenues tonos amarillos, el cielo presume de un azul esperanzador… y así con cualquier objeto que nos rodea. Pero, aunque parezca contradictorio, esa propiedad tan maravillosa que es el color no es más que una mera invención del cerebro humano.
La luz —interpretada como una onda electromagnética—, impacta sobre un objeto determinado. La superficie de dicho objeto, en función de sus propiedades, absorberá parte de esa onda. El resto, será reflejado hacia el exterior hasta llegar al ojo humano, el cual captará esa onda. La interpretación que el cerebro humano realiza posteriormente de esa onda captada es, en realidad, lo que conocemos comúnmente como el color.
El ser humano es capaz de percibir un rango determinado de ondas electromagnéticas
Así, si un objeto refleja las ondas electromagnéticas con una longitud de onda de 690nm, este será interpretado por el cerebro humano como un objeto de color rojo. Por el contrario, las ondas electromagnéticas cuya longitud de onda sea más baja, serán interpretadas por el cerebro humano como el color violeta. Entre ambos polos, obviamente, se encuentra el resto de colores: amarillo, verde, azul, naranja, etc.
Pero, ¿qué hay más allá de ambos polos? ¿Qué “colores” existen por encima del rojo y por debajo del violeta? A todos ellos se conocen como el espectro de luz no visible —o espectro electromagnético no visible—. En ellos se esconden ondas electromagnéticas como los infrarrojos y los ultravioleta, términos relativamente populares y muy importantes en la sociedad actual.
Por encima del espectro visible, se encuentran los infrarrojos, las microondas, las ondas de alta frecuencia y las ondas de muy baja frecuencia. La longitud de onda de estas es superior a los 780 nanometros asociados al color rojo, pudiendo alcanzar incluso varios metros de longitud.
Nadie puede presenciarlas, pero estas perturbaciones nos rodean a diario y, en cierto sentido, interactuamos con ellas con mayor frecuencia de la que podemos esperar. *Las ondas que permiten la conectividad 4G LTE de un smartphone cualquiera, sin ir más lejos, se encuentra en este espectro.* Las ondas que emite el microondas y que calientan el café cada mañana, también son, en cierto sentido, colores y luces que el ser humano no es capaz de percibir.
Los espectros de luz no visible sí pueden ser percibidos por otros seres vivos, dando una imagen completamente diferente del mundo que nos rodea
Lo mismo ocurre por debajo del color violeta, donde encontramos tipos de luz no visible como la ultravioleta, los rayos X o los rayos gamma. Ningún ser humano es capaz de observarlas, pero son las que impactan nuestro cuerpo en determinados procesos médicos (como las radiografías).
No obstante, en la superficie terrestre sí es posible encontrar multitud de especies capaces de percibir un mayor rango del espectro electromagnético. El camarón mantis, un crustáceo relativamente popular en Australia, por ejemplo, es capaz de percibir longitudes de onda superiores e inferiores a las correspondientes al espectro visible. Este animal, por lo tanto, es capaz de visualizar luces ultravioleta y parte del espectro infrarrojo, convirtiéndose en uno de los animales con mayor rango de “visión”.
Animales más comunes como las abejas presumen de una visión tetracromática, lo cual le permite visualizar el espectro electromagnético situado por debajo de la luz violeta, donde se encuentran las radiaciones ultravioleta. Algunos tipos de peces también pueden presumir de esta virtud, al igual que determinadas aves.
Esta diversidad nos lleva a una peculiar conclusión, y es que la realidad, tal y como el ser humano la conoce, es tan solo una ínfima parte del mundo que nos rodea. La realidad es mucho más amplia y diversa. Y los colores, de la misma forma, muchos más de los que en realidad conocemos.